Ideas para un pontificado

Josune Arregui, secretaria ejecutiva UISG en Encuentros Vida Nueva preparando cónclave 2013

‘Vida Nueva’ convoca una mesa redonda en Roma para evaluar los retos más urgentes y el perfil del próximo papa

Encuentro Vida Nueva en Roma preparando el cónclave 2013

Ideas para un pontificado [extracto]

DARÍO MENOR. Fotos: ANTONELLO NUSCA | ¿Cuáles son los retos más urgentes que deberá afrontar el próximo papa? ¿Cómo debería ser el perfil del obispo de Roma número 266 de la historia de la Iglesia para que sea capaz de hacer frente a estos desafíos? Tras la renuncia de Benedicto XVI y el inminente nombramiento de su sucesor, los católicos de todo el mundo se hacen estas preguntas, a las que Vida Nueva trató de buscar respuesta organizando una mesa redonda en Roma el 21 de febrero, diez días después de que Joseph Ratzinger sorprendiera al mundo con su anuncio.

Participaron en el encuentro: Giovanni Maria Vian, director de L’Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, y catedrático de Filología Patrística en la Universidad La Sapienza de Roma; el escritor Erri de Luca, no creyente y amplio conocedor de la Sagradas Escrituras; Josune Arregui, secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), el ágora donde se reúnen 2.000 órdenes religiosas femeninas a las que pertenecen 800.000 monjas en 97 países; Juan Rubio, escritor y director de Vida Nueva; y Antonio Pelayo, corresponsal vaticano de este semanario. Giovanni Maria Vian, director de L'Osservatore Romano en Encuentros Vida Nueva preparando cónclave 2013

Con vigor y que anuncie el Evangelio

Giovanni Maria Vian opina que al nuevo pontífice se le deben pedir, principalmente, dos cosas: que con vigor gobierne la barca de san Pedro y que anuncie el Evangelio. “Lo dijo Benedicto XVI cuando anunció su dimisión. No se puede esperar más del papa Ratzinger. No estamos en el siglo V o VI, cuando los obispos de Roma designaban a su sucesor. Es lo bonito de este fin de pontificado, que se abre una sede vacante con el pontífice que ha renunciado y está vivo”.

Respecto a las cuestiones que tendrá que afrontar el nuevo papa, cita algunos de los desafíos de su antecesor, como la reforma de la Iglesia, la unidad de los cristianos o el diálogo interreligioso.

““Benedicto XVI tiene una conciencia muy clara
de la necesidad de limpiar la Iglesia.
Fue él quien tomó el toro por los cuernos,
y lo hizo, además, con vergüenza y dolor”.

Giovanni M. Vian, director de L’Osservatore Romano

En la cuestión ecuménica, Benedicto XVI ha dado importantes pasos adelante en la relación con “los ortodoxos y los orientales”, al tiempo que propiciaba el acercamiento con los judíos y con el islam. “Ha sido el Pontífice que más ha hecho por dialogar con el judaísmo. No hay que olvidar su nacionalidad alemana y que, al principio del pontificado, hubo quien dijo que sería otro papa de Hitler.

Con los musulmanes, aunque la situación es diversa por las diferencias culturales, también se han dado pasos conjuntos para rechazar la violencia en nombre de la religión”. Destaca, además, que deberá hacer frente al “nudo fundamental” que constituye la presencia de las mujeres dentro de la comunidad cristiana.

Unidad de los cristianos

Comenzó su intervención Josune Arregui, religiosa de las Carmelitas de la Caridad de Vedruna, proponiendo cuatro temas sobre los que la Iglesia debería profundizar en el próximo pontificado: unidad de los cristianos, opción por los más desfavorecidos, renovación de la imagen de la Iglesia y limpieza de la Curia y de los organismos jerárquicos eclesiales.

“Me parece un escándalo que los cristianos estemos divididos en un mundo en el que somos tan pocos los que creemos en Jesús. Con Benedicto XVI se ha hecho bastante en este sentido, pero hay que seguir yendo hacia delante. Yo querría que el próximo papa estuviese muy atento a este tema, frente al que hay que ir más allá del diálogo y dar pasos importantes”, pidió la secretaria ejecutiva de la UISG.

Josune Arregui, secretaria ejecutiva UISG en Encuentros Vida Nueva preparando cónclave 2013Juan Rubio incluye el ecumenismo y el diálogo interreligioso en el “testamento espiritual” que, en su opinión, Benedicto XVI dejó en su último viaje Alemania, en septiembre de 2011, marcando así los grandes temas que deberá afrontar su sucesor. “De la unión entre los cristianos habló en su discurso en Erfurt. ¿Cómo vamos a presentar a Dios a la sociedad contemporánea si entre nosotros estamos separados?”, se pregunta.

El diálogo con las otras religiones también deberá estar en la agenda del nuevo papa. “Hay que apostar por la ‘internacional espiritual’: cristianos, judíos, musulmanes… todos debemos remar en la misma dirección. Ese fue el mensaje que dio Benedicto XVI con sus reuniones con representantes de otros credos en Berlín”, apunta. Los otros dos legados del “testamento espiritual” que el Pontífice emérito dejó en su última estancia en su país son, para Rubio, la necesidad de que la Iglesia ofrezca un espacio de trascendencia a los hombres contemporáneos y la reforma de las estructuras eclesiales.

“Hay muchas cuestiones bajo llave
que no pueden tocarse, como el espacio de la mujer,
los divorciados, el celibato, o el diaconado.
Me gustaría que esos asuntos se estudiaran y trataran,
con la tranquilidad de que no hay nada que ocultar”.

Josune Arregui, secretaria ejecutiva de la UISG

En el Bundestag, el Parlamento germano, habló Benedicto XVI de que en este mundo globalizado hace falta que la cuestión de Dios tenga un lugar no impuesto. “Con mucha humildad y sencillez, la Iglesia debe hablar de la trascendencia en un mundo de increencia, como dijo el Papa. Ha de dialogar con mucho respeto, con un lenguaje propositivo, sin acudir a la cruzada ni a la imposición, sino diciendo que aquí estamos los cristianos con nuestra voz para presentar a un Dios que da sentido a nuestra vida”.

Limpieza de la Iglesia

A la reforma de la Iglesia se refirió el entonces Pontífice en su significativo discurso de Friburgo, cuando pidió a la comunidad cristiana que se “desnudase” de sus fardos tangibles y políticos para abrazar la pobreza terrenal. “No hay que confundir la reforma con la restauración. La Iglesia necesita renovarse, limpiar la basura y seguir creyendo en todas las cosas buenas que está haciendo”, opina el director de Vida Nueva.

A su lado, Erri de Luca deja claro nada más comenzar a hablar que él no es creyente. “Yo soy alguien que todos los días no cree, pero que todos los días frecuenta las Sagradas Escrituras y las traduce, aunque lo hago sin poder dirigirme a la divinidad”.

Tras su excusatio non petita, De Luca retoma la cuestión de la suciedad en la Iglesia para subrayar que esta forma parte de la vida humana. “Continuamente tenemos que ocuparnos de nuestra suciedad; ese es el motivo por el que nos lavamos. Antes de cada comida, nos lavamos las manos. No utilizamos los guantes para cubrir la suciedad. Meterla debajo de la alfombra es como utilizar los guantes en lugar de lavarse. La suciedad debe ser afrontada en todas las instituciones y en todas las personas, porque nadie es inmune a ella”, sostiene.Erri de Luca, escritor, en Encuentros Vida Nueva preparando cónclave 2013

Para el novelista, el análisis de los desafíos que la Iglesia afronta debe partir de la Biblia. “Hay un verso del Salmo 78 en el que se cuenta que los hebreos están en el desierto y Dios extiende sobre el cielo una nube para cubrirles. Eso dice la traducción al italiano de nuestras biblias. En realidad, al acudir a la palabra hebraica original, lo que significa es que la nube se extendió como una alfombra. La imagen es opuesta. Esa nube que se pone entre la tierra y el sol extiende una sombra, crea un recorrido a seguir. Es una nube para caminar, no para pararse”, opina De Luca.

La traducción errónea que, en su opinión, se ha hecho de este pasaje es representativa de algunos de los problemas de la Iglesia. “Esa nube nos ofrece un camino en el desierto. Esto nos sirve a todos, además de a la propia institución, pues todos vamos a ciegas por el desierto y necesitamos un guía que sepa interpretar a la nube”. Esta imagen debe ser analizada por la comunidad cristiana para “salir de su refugio” y volver a “arriesgarse”.

“Imagino y deseo un cónclave largo.
El pontífice que salga elegido demostrará que
la Iglesia ha vivido un trabajo duro dentro de ella
y que no ha sido una mera sucesión formal”.

Erri de Luca, escritor

Recuerda Vian, al hilo de la cuestión de la suciedad en la comunidad cristiana, que ha sido el papa Ratzinger quien más ha hecho por limpiar la Iglesia. “Benedicto XVI tiene una conciencia muy clara de este asunto, tanto que en la meditación del último Vía Crucis del pontificado de Juan Pablo II, quien ya no pudo estar en el Coliseo, el entonces cardenal Ratzinger pronunció aquella frase tan impactante: ‘¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia!’. Hablaba tras 23 años al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde estuvo –al menos desde mitad de los 80– enfrentándose a la tragedia de los abusos. Fue él quien tomó el toro por los cuernos, y lo hizo, además, con vergüenza y dolor, debido al concepto que tiene del sacerdocio”, dice el director de L’Osservatore Romano.

Reforma eclesial

Analizando la cuestión de la reforma eclesial, el catedrático de Filología Patrística en La Sapienza recuerda la cita latina Ecclesia semper reformanda para ilustrar la labor realizada por Benedicto XVI. “La última vez que estuve con el Papa fue el viernes antes de anunciar su renuncia, el 8 de febrero. Estaba en el seminario romano con casi 200 seminaristas y habló, sin tener apuntes delante, durante 26 minutos. Fue algo espeluznante, porque comenzó hablando del primero de los apóstoles, a quien él sucedió, y llegó hasta hoy. Entre estos dos momentos, dijo que la Iglesia muere a causa de los pecados de los hombres, pero que también renace continuamente”.

Además de la “reforma interior”, que es “la más importante para el Papa”, ofrece Vian tres ejemplos concretos que muestran su voluntad reformadora. El primero de ellos es su actuación con la Iglesia en Irlanda: “Les dijo primero a los obispos de ese país en 2006 que afrontaran la cuestión de los abusos. En 2010 tuvo que escribir aquella carta dramática porque no habían cumplido”.

Juan Rubio, director de Vida Nueva, en Encuentros Vida Nueva preparando cónclave 2013El segundo ejemplo lo encontramos en la Curia, donde han sido cambiados todos los prefectos o presidentes de dicasterios con solo dos excepciones: Stanislaw Rylko y Zenon Grocholewski. “El denominador común de ambos es su nacionalidad polaca. Es evidente que se trata de un gesto de respeto a su predecesor”, sostiene el director del diario de la Santa Sede.

El tercer lugar donde puede palparse la reforma es en la comunicación. “A propósito de la limpieza en la Iglesia, el mismo Benedicto XVI dijo que había que darles las gracias a los medios. Comentó que sabía que a veces no le quieren y son hostiles a la Iglesia, pero hay que agradecerles su labor, pues ayudan a purificarnos”. Los cambios comunicativos fueron propiciados por los “incidentes que se sucedieron en el pontificado: Ratisbona, Williamson, preservativo, abusos…”.

“El próximo papa debe tener la pituitaria
para incorporar al ministerio petrino
la forma de vivir la fe de Oriente,
donde el cristianismo está desarrollándose,
para ayudar a oxigenar así el resto de la Iglesia”.

Juan Rubio, director de Vida Nueva

Otra forma de gobernar la Iglesia

Antonio Pelayo, por su parte, le reconoce a Benedicto XVI un “gran papado magisterial”, pero sostiene que “ha gobernado poco” debido a cómo se entiende hoy “la función del primado”, responsable, en su opinión, de que “haya acabado agotado” físicamente. “El primado es un don que teológicamente no puede revisarse, pero durante 20 siglos se ha ejercido de formas muy diferentes. Tal como está concebido hoy, es imposible que una persona humana pueda abordarlo. No puede gobernarse de esta manera una comunidad de 1.300 millones de fieles en los cinco continentes, con 4.000 obispos a quienes hay que recibir cada cinco años”.

Cuenta el autor de la crónica vaticana semanal de esta revista que es necesaria una reforma “a fondo” de la Curia romana para poder gobernar de una forma distinta a la actual. “Tiene que pasar de ser un organismo de control y de supervisión de las Iglesias locales a estar al servicio de las realidades de la Iglesia en el mundo. Para ello hay que volver a lo que ya hizo Pablo VI, es decir, revisar esas funciones e internacionalizarla de verdad. También hay que purificar a la Curia de otra cosa que este Papa ha denunciado muchas veces, que es el ‘carrerismo’”.

Esta reforma tendría consecuencias muy positivas para las relaciones ecuménicas y facilitaría a la Santa Sede la gestión de la cuestión económica, uno de los asuntos que más quebraderos de cabeza y descrédito le genera, sostiene Pelayo.

“El próximo Papa tiene que profundizar en la línea de transparencia económica de la Santa Sede. Es uno de los grandes escándalos permanentes, aunque en ocasiones se deba a suposiciones y se parta de prejuicios difíciles de quitar. Se han dado pasos para que el problema no se reproduzca continuamente. Hay que seguir en esta línea”, propone el periodista, quien lanza otro asunto al que deberá hacer frente el sucesor de Benedicto XVI: diversificar el perfil humano de los obispos.

Sensibilidad hacia la Vida Religiosa

Pensando ya en el nuevo papa, Arregui desea que tenga sensibilidad para apreciar las distintas formas de Vida Religiosa y que aproveche “esa gran fuerza” que suponen los consagrados.Antonio Pelayo, corresponsal de Vida Nueva en Roma, en Encuentros Vida Nueva preparando cónclave 2013

También le pide “capacidad de gobierno” y “libertad de diálogo” para afrontar los temas tabúes que en la Iglesia no se tratan. “Hay muchas cuestiones bajo llave que no pueden tocarse, como el espacio de la mujer, los divorciados, el celibato, o el diaconado. Me gustaría que esos asuntos se estudiaran y trataran, no como reivindicaciones, sino con la tranquilidad de que no hay nada que ocultar. Me gustaría que fuese un Papa abierto al diálogo, creo que hay demasiadas cosas en la Iglesia taponadas”, opina la secretaria ejecutiva de la Union Internacional de Superioras Generales.

Peso geopolíto en la elección

Rubio, por su parte, considera importante que el sucesor de Benedicto XVI “retome el aniversario del Vaticano II” de manera que pueda ponerse en marcha una “descentralización curial”. También cree enriquecedor para la Iglesia que tuviese una “cierta sensibilidad hacia Oriente”. “Debe tener la pituitaria para incorporar al ministerio petrino la forma de vivir la fe de esta zona del mundo donde el cristianismo está desarrollándose, para ayudar a oxigenar así el resto de la Iglesia”, sostiene.

“Con la Curia, hay que volver a lo que ya hizo Pablo VI,
es decir, revisar sus funciones e internacionalizarla de verdad.
También hay que purificarla de otra cosa
que este Papa ha denunciado muchas veces: el ‘carrerismo’”.

Antonio Pelayo, corresponsal de Vida Nueva en Roma

Respecto a la nacionalidad, solo desea que no sea estadounidense, pues “no podemos tener una potencia espiritual” ni “el imperio debe adueñarse de la Santa Sede”.

Pelayo también tiene un condicionante con el origen del próximo obispo de Roma: “Sería bastante catastrófico que fuera italiano. Primero, porque la jerarquía eclesiástica de este país, que ha dado a la Iglesia enormes papas, no cuenta hoy con grandes figuras. Y segundo, porque si resultase elegido un italiano, sería como consecuencia de un cónclave burocrático, de facciones y de compromisos”.

Vian sostiene que los cónclaves de 2005, en el que salió elegido Benedicto XVI, y de octubre de 1978, que convirtió a Karol Wojtyla en Juan Pablo II, han demostrado que “la geopolítica no tiene nada que ver” con estos vitales momentos de la Iglesia. También dice que, “por muchos esfuerzos que se hagan”, nunca nadie logrará “estar en la cabeza de los cardenales como cuerpo electoral”.

De Luca, por su parte, desea que el nuevo Papa sea un Celestino V que convoque el Concilio Vaticano III. Celestino V fue el último pontífice que renunció antes de que lo hiciera Ratzinger. “Veo el cónclave como un organismo vivo, con su propio bagaje genético, al que añade la experiencia múltiple de la vida y de los tiempos de su época. Es también un inmenso laboratorio, un acelerador de partículas”, opina.

Para lograrse una buena elección, se necesitará tiempo: “Deberá afrontarse una elección difícil, que salga de un cúmulo de negaciones, antes de llegar a una afirmación. Imagino y deseo un cónclave largo. El pontífice que salga elegido demostrará que la Iglesia ha vivido un trabajo duro dentro de ella y que no ha sido una mera sucesión formal”.

Pelayo, al contrario, espera que no se demoren los cardenales electores cuando se encierren en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Benedicto XVI. “Hace falta un respaldo mayoritario. No puede salir alguien tras ocho o nueve votaciones, pues estaría debilitado. Necesitamos un papa que sea elegido casi plebiscitariamente, de manera que salga del cónclave con una fuerza enorme, porque la va a necesitar”.

En el nº 2.839 de Vida Nueva.

 

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE

 

ESPECIAL WEB: CÓNCLAVE 2013

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