‘No’: Chile votó futuro

No, película de cine

No, película de cine

J. L. CELADA | Mucho se ha escrito –y filmado– sobre la trágica dictadura del general Augusto Pinochet en Chile, tras la caída de Salvador Allende en 1973. Bastante menos acerca del final de su régimen de terror, más de 15 años después, gracias a un referéndum que permitió al país emprender la ansiada transición hacia la democracia. No, último trabajo de Pablo Larraín, nos narra, en clave publicitaria y con vocación pseudocumental, aquel episodio ciertamente histórico para el futuro de la nación chilena.

Corría 1988, cuando la presión internacional obligó al Gobierno militar a convocar una consulta que sometiera su gestión al juicio –y el voto– de la ciudadanía, ante una hipotética ampliación del mandato. Con El Plebiscito de Antonio Skármeta como inspiración, el joven realizador decide contarnos qué ocurrió durante el mes previo a la jornada electoral del 5 de octubre. Y lo hace imaginando cómo se gestó la campaña de apoyo al No del título.

También mostrándonos de qué modo sus impulsores aprovecharon los 15 minutos diarios de emisión televisiva, el primer espacio sin teórica censura en más de una década, para convencer a la ciudadanía de que se merecía un tiempo nuevo: sin torturados, desaparecidos o exiliados.

Hijo de exiliado es, precisamente, el protagonista de esta cinta (un Gael García Bernal a la altura de los trascendentales hechos que se rememoran), creativo de una estrategia comunicativa llamada a acabar con el miedo de la gente, mientras reivindica su derecho a pensar distinto. Tanto que, en contra de la opinión de algunos de sus colaboradores, decidirá primar la creatividad sobre la denuncia. Una apuesta que el propio Larraín asume con todas las consecuencias.No, película de cine

Porque aquí reside el gran mérito de No (excesivo, eso sí, como para colarse entre las cinco aspirantes finales al Oscar a la mejor película de habla no inglesa), en su capacidad para transformar un pasado de triste recuerdo –falto de libertad y dominado por el temor a perderlo todo– en un porvenir que se presiente habitado por “la alegría que viene”.

Para ello, el director se sirve de imágenes reales de archivo (del dictador, del presidente Patricio Aylwin, de las movilizaciones de entonces…) y del viejo formato U-Matic de vídeo, recursos que no solo confieren a esta película una estética de la época, sino que contribuyen a hacer partícipe al espectador de cuanto sucedió en aquellos días convulsos y decisivos para Chile.

Aunque nada de todo ello sería igual sin esa frescura que proporciona el lenguaje universal de los medios –publicitarios y de comunicación–, capaz de hacer de No una fiesta: la del triunfo de la voluntad popular como antesala de un país nuevamente democrático. A qué precio es ya otra cuestión, de marcado acento político, que dejamos para quienes deseen seguir profundizando en el proceso de transición –y reconciliación– chileno.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: No.

DIRECCIÓN: Pablo Larraín.

GUIÓN: Pedro Peirano, basado en la obra El Plebiscito, de Antonio Skármeta.

FOTOGRAFÍA: Sergio Armstrong.

PRODUCCIÓN: Juan de Dios Larraín, Daniel Dreifuss, Pablo Larraín.

INTÉRPRETES: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Antonia Zegers, Luis Gnecco, Néstor Cantillana, Pascal Montero, Marcial Tagle, Jaime Vadell, Manuela Oyarzún.

En el nº 2.836 de Vida Nueva.

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