Las minorías religiosas de Siria, a la intemperie

iglesia atacada deliberadamente en Siria por grupos armados de oposición

Human Rights Watch denuncia los ataques contra templos chiíes y cristianos

iglesia atacada deliberadamente en Siria por grupos armados de oposición

J. L. CELADA | Grupos armados de oposición parecen haber destruido deliberadamente algunos lugares religiosos en varios puntos del norte de Siria durante los meses de noviembre y diciembre de 2012, según acaba de denunciar Human Rights Watch (HRW).

Investigaciones llevadas a cabo por esta organización defensora de los Derechos Humanos han constatado el ataque a un centro de culto chií en la provincia de Idlib y el saqueo de dos iglesias cristianas en la provincia de Latakia.

En los tres casos, diversos testimonios apuntan a que los hechos se produjeron después de que la región cayera bajo control de las facciones opositoras, con la consiguiente huida de las fuerzas gubernamentales. Anteriormente, HRW había documentado, también en Idlib, actos de vandalismo cometidos por estas últimas contra una mezquita en la ciudad de Taftanaz.

Aunque los líderes opositores se han comprometido a proteger a toda la población siria, en la práctica, la oposición no ha tomado medidas concretas para poner fin a los ataques injustificados contra los lugares de culto de las minorías, lamenta HRW, al tiempo que insta a los grupos armados a que protejan todos los lugares religiosos en las zonas bajo su control y vigilen a sus miembros para que no participen en saqueos u otras actividades delictivas, como el secuestro.

“La destrucción de lugares religiosos –advierte la directora de la división de Oriente Medio y Norte de África de HRW, Sarah Leah Whitson– refuerza los temores sectarios y se suma a la tragedia del país, que cuenta ya con decenas de miles de muertes”.

Y añade: “Siria perderá su rica diversidad cultural y religiosa si los grupos armados no respetan los lugares de culto. Los líderes de ambos bandos deben transmitir el mensaje de que quienes ataquen estos sitios serán obligados a rendir cuentas”.

Crímenes de guerra

A la luz del Derecho Internacional Humanitario, los diferentes bandos en un conflicto armado deben abstenerse de atacar deliberadamente los edificios religiosos que no se utilicen con fines militares. Asimismo, está prohibido confiscar, destruir o causar daños intencionadamente a instituciones o edificios religiosos, y robar, saquear o destrozar bienes culturales importantes. Los ataques deliberados contra estos lugares religiosos que no son objetivos militares son considerados crímenes de guerra.

Pero no solo eso. Según HRW, “las partes en conflicto deben promover las condiciones que permitan a los civiles permanecer en sus hogares”. En este sentido, llama al Gobierno a “cesar los ataques aéreos y el fuego de artillería deliberados e indiscriminados contra civiles”; y a los líderes de la oposición, a “proteger a todos los civiles en sus regiones, incluidos los miembros de las minorías religiosas, de cualquier ataque de represalia o actividad criminal”.

Finalmente, la reconocida organización internacional recuerda que “todas las partes deben facilitar la entrega de ayuda humanitaria en las zonas bajo su autoridad”.

Solidaridad y gratitud

El 24 de enero, el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, envió una Carta de solidaridad a las comunidades religiosas, sacerdotes y “todos los que en Siria, arriesgando sus vidas, prestan un generoso servicio a los pobres, a los que sufren, a los heridos, a los que necesitan ayuda”, expresándoles su cercanía espiritual en la oración y “toda nuestra gratitud por el infatigable testimonio de caridad y solicitud fraternal en medio de la desolación y las difíciles circunstancias”.

Consciente del “momento trágico” que viven los habitantes de Siria, el patriarca eleva su voz “en memoria de los muertos y en defensa de los vivos, de los que siguen en su tierra y de tantos refugiados que lo han perdido todo y han debido abandonar su país”.

“El drama de unos y otros es inmenso”, añade Twal, testigo del mismo durante una reciente visita pastoral a Mafrak, en el norte de Jordania. Una situación que se prolonga “desde hace muchísimo tiempo y que no puede dejarnos indiferentes”.

Por eso, y porque “nuestra humillación y nuestro mayor sufrimiento es sentirnos impotentes e incapaces de intervenir para poner de inmediato fin a esta violencia y ayudar más a las víctimas”, el prelado lanza un “llamamiento al cese de toda violencia y a armarse en su lugar de misericordia, piedad y compasión por nuestros queridos hermanos sirios que sufren”. Y, uniéndose al Papa, pide que se promueva “un diálogo constructivo” en aras de la ansiada paz.

En el nº 2.834 de Vida Nueva.

 

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