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¡Ay de vosotros! Distopías evangélicas


Una obra de José Laguna (Cuadernos CJ, nº 181, 2012). La recensión es de Mario González Jurado

¡Ay de vosotros! Distopías evangélicas, José Laguna, Cuaderno Cristianismo y Justicia

Título: ¡Ay de vosotros! Distopías evangélicas

Autor: José Laguna

Editorial: Cuadernos Cristianismo y Justicia, 2012

Ciudad: Barcelona

Páginas: 32

MARIO GONZÁLEZ JURADO | ¿Es realmente el Evangelio una “buena noticia” para mí? ¿La propuesta de Jesús constituye un horizonte utópico que quiero que oriente efectivamente mi vida? ¿Las bienaventuranzas son auténticos referentes de mi espiritualidad y de mi praxis cotidianas?

En un primer momento, cualquier cristiano respondería afirmativamente estas preguntas. Pero, ¿reflejaría eso nuestra realidad? Aquí es donde, a mi parecer, se ubica la reflexión de José Laguna, titulada ¡Ay de vosotros! Distopías evangélicas, publicada recientemente en la colección Cuadernos de Cristianisme i Justícia.

Señala el autor que la distopía, a diferencia de la utopía, “anuncia un horizonte apocalíptico del que conviene huir”, y que parece haber acompañado siempre a los seguidores de Jesús, que, al igual que él, han vivido un destino trágico a manos de “los guardianes del statu quo.

En diálogo con Caifás, representante de los “mejor situados” en la historia, el autor desarrolla cinco “Ayes distópicos”, que confluyen en una matriz común: “Los últimos serán los primeros”. Desde esas malaventuranzas brotan nuevas preguntas para las personas de hoy:

– ¿Nos creeremos que un mayor PIB (Producto Interior Bruto) no produce necesariamente un mayor FIB (Felicidad Interior Bruta), esto es, que la felicidad no proviene de la riqueza?

– ¿Asumiremos como deseable la condonación de toda deuda (deuda externa, deudas privadas…) en el “año de gracia”, aunque tengamos que dejar de percibir lo que hemos prestado?

– ¿Aceptaremos que los que trabajan más no merecen cobrar más, sino que tienen que procurar primero que a nadie le falte lo necesario?

– ¿Adaptaremos nuestro código penal a la lógica del perdón incondicional y dejaremos de funcionar desde “el que la hace la paga”?

– ¿Pondremos la eliminación de todo sufrimiento por encima de toda ley, renunciando a nuestros derechos adquiridos para que los puedan adquirir quienes no disponen de ellos?

En resumen: ¿asumiremos que una vida de servicio, pobreza y humildad es una buena noticia, un horizonte utópico deseable para nuestra vida? ¿O tal vez seremos de aquellos para los que el Evangelio parece ser más bien un “Disangelio”, por todo lo que cuestiona de nuestro estilo de vida?

El autor no responde a todas estas interrogantes, aunque sugiere caminos de reflexión para que avancemos hacia una fe menos acrítica, más adulta y real. Bienvenida sea la propuesta.

En el nº 2.834 de Vida Nueva.

Actualizado
31/01/2013 | 22:04
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