Leonardo Ulrich Steiner: “Hay que confiar a los laicos la misión de dar a conocer la Palabra”

Leonardo Ulrich Steiner secretario Conferencia Episcopal Brasileña

Secretario general de la Conferencia Episcopal Brasileña

Leonardo Ulrich Steiner secretario Conferencia Episcopal Brasileña

Entrevista con Leonardo Ulrich Steiner [extracto]

Texto y fotos: DARÍO MENOR | El franciscano Leonardo Ulrich Steiner es secretario general de la Conferencia Episcopal Brasileña y obispo auxiliar de Brasilia. Desde Roma, donde participó en el reciente congreso Ecclesia in America, que conmemora el 15º aniversario del Sínodo de Obispos para América, analiza la experiencia de este encuentro y los retos que afronta la Iglesia de su país. Entre ellos, destacan los problemas sociales, el desafío de las sectas evangélicas y la organización de la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en julio en Río de Janeiro. Steiner asegura que el Papa le confirmó que acudirá a esta cita.

– ¿Cómo ha sido su experiencia en este congreso conmemorativo?

– Ha ayudado a revivir el documento postsinodal Ecclesia in America, que ya abordaba puntos importantes de la nueva evangelización que fueron profundizados en el Documento de Aparecida, como la necesidad de volver a nuestras raíces y al encuentro con Jesucristo. También recordaba la importancia de la Palabra de Dios y transmitía diversos elementos de realidades sociales de América. Hay que retomar este documento y recordar los puntos importantes que Aparecida proyecta a nuestra Iglesia en el futuro. Entre los temas tratados está la cuestión del medio ambiente, vital para nosotros. No se trata solo de defender la obra creada; también de la relación que se establece con la naturaleza. El congreso, además, ha servido para mostrar elementos importantes de la evangelización en el continente, como la figura de Nuestra Señora de Guadalupe. También ha sido un momento importante para conocer las experiencias de las Iglesias particulares. Leonardo Ulrich Steiner secretario Conferencia Episcopal Brasileña

– ¿Ha sido como un pequeño Sínodo de América Latina?

– Sí. Es también un momento para encontrarnos con muchos laicos y con representantes de la Vida Consagrada. Entre todos ayudan a que tengamos una visión más amplia de la realidad de la Iglesia americana. Tal vez se podría pensar en contar con más laicos ligados a las diversas pastorales en un próximo congreso.

“Amor en movimiento”

– ¿Trataron la cuestión indígena?

– Sí, y hoy es peor que en años pasados. En Brasil, la exploración de los mineros en las tierras indígenas avanza, al igual que la deforestación. Hay pequeños grupos de pueblos en América Latina que aún no tienen contacto con el hombre blanco. Con la deforestación, cada vez tienen una vida y un espacio más reducido. Otra cuestión difícil es la inmigración. Tenemos cada vez más problemas. Basta con ver lo que sucede en México. La Iglesia afronta estas cuestiones yendo a su raíz, que es el sentido de la existencia humana. Cuando no se comprende la raíz, los valores empiezan a ser deficientes y a no tener sentido. La labor caritativa de la Iglesia hay que entenderla como un amor en movimiento. Las Iglesias de América Latina han de buscar un necesario diálogo con los gobiernos para afrontar cuestiones como el narcotráfico, la emigración o los indígenas. Nuestra tarea no es promulgar leyes, pero podemos ayudar a la reflexión y a crear lugares de diálogo donde esas leyes sean discutidas para que busquen soluciones a estas realidades.

“Hay que retomar el Documento de Aparecida
y recordar los puntos importantes que este texto
proyecta a nuestra Iglesia en el futuro”.

– Brasil está experimentando un gran crecimiento económico, que ha hecho que disminuya el número de pobres. ¿Ha traído el desarrollo también más justicia social?

– Existe crecimiento económico y un buen número de brasileños ha dejado la franja de la pobreza extrema, pero eso no significa que las infraestructuras hayan mejorado lo suficiente. Pienso especialmente en el tratamiento de las aguas de saneamiento. En nuestras grandes favelas y periferias hace falta todavía mucho. Lo mismo ocurre con el sistema educativo. Debe crecer mucho para que todos tengan la oportunidad de estudiar. La población más pobre es la indígena, y sufre por la cuestión de la sanidad y de la defensa de sus derechos. La Iglesia defiende que estos pueblos tengan su propia voz. Muchas veces, como Iglesia, les prestamos la nuestra. Un elemento que está casi fuera de control es la violencia. Su aumento muestra un desequilibrio social grande.

– ¿Cuando habló en Roma con el Papa, le confirmó si irá a Brasil para participar en la JMJ?

– Le agradecí al Papa el envío de la cruz de la JMJ a Brasil y le dije que está haciendo milagros. Él sonrió y dijo: “¿Ah, sí?”. También le comenté que era bienvenido en Brasil y que le estábamos esperando. Me respondió: “Sí, sí, estaremos”.

– ¿Cómo van los preparativos de esa importante cita evangelizadora?

– Las diócesis están trabajando a todo vapor preparando los eventos para las jornadas y la atención a los jóvenes. La Archidiócesis de Río, colaborando con todas las instituciones, está haciendo un esfuerzo muy grande. Esperamos recibir bien al Santo Padre y a todos los peregrinos.

“Existe crecimiento económico y
un buen número de brasileños ha dejado
la franja de la pobreza extrema,
pero eso no significa que las
infraestructuras hayan mejorado lo suficiente”.

– Un gran número de católicos brasileños se pasa cada año a las sectas evangélicas. ¿Cómo vive este fenómeno el Episcopado?

– Es un fenómeno mundial. En Brasil se ve más porque teníamos un porcentaje muy grande de personas que se declaraban católicas. Pero el número de participación de los católicos en la vida sacramental siempre fue muy bajo. Este fenómeno también se da en otros países. En cualquier caso, lo que más crece en Brasil es el número de personas que dice no tener religión. Hoy son el 8%. Hay muchas personas que abandonaron la Iglesia católica u otras Iglesias históricas y comenzaron a participar en los cultos de otras comunidades religiosas, como la llamada Asamblea de Dios. No sé si podemos llamarlas “Iglesias”. Estas personas pasan de una comunidad a otra. También los hay que retornan a la Iglesia católica. Nosotros necesitamos ser más evangelizadores, más misioneros. A los que han dejado nuestra Iglesia, debemos mostrarles la grandeza de nuestra fe, del Evangelio, de nuestros feligreses… Eso atrae a las personas. También debemos dar a la Palabra de Dios el lugar que se merece, como ocurría en la Iglesia primitiva.Leonardo Ulrich Steiner secretario Conferencia Episcopal Brasileña

– ¿Qué es lo que se puede aprender de estas comunidades?

– Dos elementos fundamentales: vivir la Palabra de Dios y el espíritu misionero. La Palabra es el alimento de la vida de la Iglesia, de la comunidad y de la familia. Hay que confiar a los laicos la misión de dar a conocer la Palabra de Dios en las pequeñas comunidades. Conozco algunas que durante años no recibieron la visita de un sacerdote, pero estaban vivas porque conocían y hablaban sobre la Palabra. Otro elemento es el espíritu misionero, no en el sentido de reconquistar el terreno perdido, sino de ser anunciadores de esta buena noticia. Estamos aprendiendo de ellos ese deseo de mostrar a Jesucristo.

Evangelio encarnado

– ¿Es América Latina, y en particular Brasil, una vanguardia pastoral?

– En América Latina debemos mucho a Pablo VI. Cuando nos visitó, nos regaló la Evangelii Nuntiandi, que abrió a América Latina a la necesidad de un Evangelio encarnado, que, como dice la Gaudium et Spes, actúe en las realidades y esté presente en el mundo. Los textos de las conferencias episcopales y del Consejo Episcopal Latinoamericano se inspiran en el Vaticano II y, especialmente, en la Evangelii Nuntiandi. Si hoy tenemos el texto de Aparecida, que es una expresión de nuestras búsquedas, se debe a esa fuente. Cuando participaron en el Vaticano II, los obispos brasileños ya votaron un plan pastoral. En Brasil, como en otros países latinoamericanos, aquellos años fueron muy difíciles por la dictadura, pero la Iglesia trató de ser un testimonio del Evangelio, luchando por los derechos y la justicia. Si hemos llegado a dar estos espacios se debe también al Espíritu, que nos ayuda a comprender el momento.

En el nº 2.833 de Vida Nueva.

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