Ofensiva militar contra el islamismo en Malí

soldados franceses camino de Malí para la intervención militar contra el islamismo

Francia interviene en el norte del país y después obtiene el apoyo de la ONU

soldados franceses camino de Malí para la intervención militar contra el islamismo

Contingente de soldados franceses camino de Malí

Alivio eclesial por el retroceso de los islamistas en Malí [extracto]

ALBERTO EISMAN | El pasado día 12, la intervención militar de Francia en Malí –posteriormente, apoyada por la ONU– abrió los telediarios de todo el mundo. La justicación ofrecida era la urgencia por evitar que el norte del país centroafricano quedara dominado definitavamente por comandos terroristas islamistas.

Pero, para comprender el origen del conflicto, conviene retrotraernos al pasado mes de abril, cuando, aprovechando las aguas revueltas del golpe de Estado que desorganizó las fuerzas armadas de Malí, una milicia de etnia tuareg, llamada Movimiento Nacional de Liberación Azawad, ocupó una gran parte del territorio septentrional del país. Los tuareg son un pueblo con una larga historia de demandas de independencia dentro de Malí, sobre todo debido a su procedencia étnica completamente diferente de los pueblos negroafricanos del sur.

Poco después de los éxitos militares de Azawad, este movimiento de corte secular fue hábilmente desplazado por organizaciones islamistas como Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI, con base en Argelia), Ansar al-Dine (otra milicia tuareg, pero aliada con AQMI) o el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África del Oeste. Así, la zona se ha convertido en un santuario de diferentes grupos terroristas provenientes de países vecinos, imponiendo un duro régimen de ley islámica, que incluye la amputación pública de manos y pies.

El ejército se ha visto impotente para contrarrestar esta situación, en medio de una falta de liderazgo interno desde el golpe de Estado. El presidente maliense, Dioncounda Traoré, es un líder provisional con poderes limitados y no puede imponerse en esta situación de interinidad. La perspectiva de “retomar” el norte con miembros del ejército (étnicamente negros) tampoco suscita simpatías entre la población tuareg, debido a la historia de rivalidad entre estos dos grupos.

Esta preocupante situación, que se alargaba sin visos de solución, es la que ha movido a Francia a intervenir con fuerzas terrestres y aéreas. Hace solamente unas semanas, ante una pregunta acerca del conflicto, el presidente François Hollande afirmó tajantemente que se habían “acabado los días” en los que Francia intervenía militarmente en sus antiguas colonias africanas.

Pero los hechos han demostrado que el país galo sigue medrando cuando se trata de defender sus intereses y se siente lo suficientemente libre como para enviar sus tropas a cualquier país de su órbita, tal como han hecho múltiples veces en el África poscolonial.

La intervención cuenta con el apoyo de países de la comunidad económica de África Occidental (ECOWAS), que quieren ver cómo se aleja la amenaza de la presencia de grupos islamistas en la zona. Los intensos ataques de los últimos días, centrados en Gao y Lere, parecen haber hecho mella en los campamentos de los islamistas, los cuales, por boca de un portavoz, han prometido vengar el ataque con otro dirigido “al corazón de Francia”.

Alivio eclesial

Desde la Iglesia se ha visto con alivio el retroceso de los islamistas, según ha manifestado el secretario de la Conferencia Episcopal Maliense, Edmond Dembele. Ya días antes del comienzo de los ataques, el arzobispo de Bamako, Jean Zerbo, se lamentaba en una carta pastoral de las víctimas del conflicto: los muertos, las viudas, los huérfanos y los heridos en cuerpo o en espíritu.

En otra misiva, enviada a finales de año al presidente de la República, el propio Zerbo se expresaba en estos términos: “Dios nos ama. Nos llama a vivir juntos en un Malí plural. Un país que quiere ser respetuoso con las libertades fundamentales, especialmente con la libertad religiosa. La laicidad es una opción irreversible. Sin embargo, nunca se logra de una vez por todas. Es tarea de cada uno y de cada generación el educar y promover la libertad y la laicidad… Dios nos ama. Sí, nos ama a pesar de nuestras oposiciones, de nuestro rechazo ante el diálogo, de nuestras revueltas a veces violentas”.

Como “armas” que los creyentes pueden utilizar en esta lucha, el prelado mencionaba entonces la oración, el ayuno y el sacrificio a la hora de observar la voluntad de Dios. “Todo lo que sufrimos y seguiremos sufriendo –concluía su llamamiento el arzobispo de Bamako, refiriéndose al racismo, la discriminación social y la violencia– proviene de una consecuencia grave: la carencia de la vitamina ‘amor’”.

En el nº 2.832 de Vida Nueva.

 

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