El Banco de Italia exige al Vaticano más transparencia en la lucha contra el blanqueo

En una cuenta del IOR circularon 40 millones de euros anónimos


ANTONIO PELAYO. ROMA | Cualquier ceremonia o acto que tenga como marco la Capilla Sixtina, se convierte de forma automática en un acontecimiento, y si lo preside el Papa, su atractivo se multiplica aún mucho más. Si a esto añadimos 20 recién nacidos que esperan recibir el Bautismo acompañados de sus emocionados padres y padrinos, tenemos el cuadro exacto que nos permite afirmar que, en el curso del año litúrgico, poco ritos resultan tan sugestivos como la misa que tuvo lugar el domingo 13 de enero –festividad del Bautismo del Señor–, en el curso de la cual, Benedicto XVI impartió el sacramento de la iniciación cristiana a 11 niñas y nueve niños, todos ellos hijos de empleados vaticanos, bajo la bóveda soberbiamente pintada por Miguel Ángel hace ahora 500 años.

Este rito bautismal en la Sixtina lo inició el beato Juan Pablo II, convencido como estaba de que el Papa debía, al menos una vez al año, dispensar personalmente todos los sacramentos de la Iglesia. Desde entonces, se repite siempre.
Los colaboradores del actual Pontífice han introducido, sin embargo, un cambio que considero desafortunado: los bautizandos son en estos últimos años solo hijos de empleados del Vaticano y no, como antes, bebés llegados de todo el mundo, que ejemplarizaban así la dimensión “católica” o universal del ministerio papal.

Joseph Ratzinger se limitó solo a derramar el agua sobre las cabezas de los 20 bebés, mientras los restantes ritos bautismales los llevaron a cabo el arzobispo limosnero de su Santidad, Guido Pozzo, y el secretario de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, Giuseppe Sciacca. El acompañamiento musical corrió a cargo del Coro de la Capilla Sixtina, pero los infantes se permitieron algunos “solos”.papa Benedicto XVI bautiza a 20 niños en la Capilla Sixtina en 2013

En su homilía, el Papa se dirigió a los padres y padrinos para recordarles su responsabilidad en la educación cristiana de los hijos: “Sabed ofrecer siempre vuestro buen ejemplo a través del ejercicio de las virtudes cristianas. No es fácil manifestar abiertamente y sin compromisos aquello en lo que se cree, especialmente en el contexto en el que vivimos, ante una sociedad que considera a menudo pasados de moda y fuera del tiempo a quienes viven la fe en Jesús”.

“El camino de la fe que hoy comienza para estos niños –añadió– se funda en una certeza, en la experiencia de que no hay nada más grande que conocer a Cristo y comunicarlo a los demás; solo en esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana y podemos experimentar lo que es bello y lo que libera. Quien ha experimentado esto, no está dispuesto a renunciar a su propia fe por ninguna otra cosa en el mundo”.

Repaso del año judicial

El día anterior a esta fiesta, tuvo lugar en el Vaticano otro acto que había suscitado una cierta curiosidad: la apertura del Año Judicial. Normalmente, es un hecho que pasa desapercibido para la opinión pública, pero después del escándalo del caso Vatileaks y de los dos procesos judiciales que originó, había este año un relativo interés.

A primeras horas de la mañana del 12 de enero, se celebró una misa en la capilla del Governatorato, presidida por el secretario de Estado. El cardenal Tarcisio Bertone, en su homilía, deseó que cada uno de los protagonistas de la acción judicial en el pequeño Estado “puedan realizar con humildad y en la verdad su propio servicio en la administración de la justicia”.

Después de la eucaristía, todos se dirigieron a las aulas, cuyas imágenes dieron por primera vez la vuelta al mundo gracias al juicio a Paolo Gabriele. Entre los presentes, se encontraban los cardenales Bertello, Tauran y Lajolo, el sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu, y los magistrados Giuseppe dalla Torre, Piero Antonio Bonnet y Paolo Papanti-Pelletier, así como el promotor de Justicia adjunto (equivalente a nuestro fiscal), Pierfrancesco Grossi. El Gobierno italiano se hizo representar por la ministra de Gracia y Justicia, Paola Severino.

Tocó a Grossi leer la relación del pasado ejercicio judicial en el Vaticano, informando de que “hay en curso seis instrucciones sumarias” relativas al robo de documentos en el apartamento papal por el que ya fueron condenados en su día Paolo Gabriele y el técnico informático de la Secretaría de Estado, Claudio Sciarpelletti. La Sala de Prensa de la Santa Sede confirmó poco después que las pesquisas por el citado delito no están cerradas y que los jueces están examinando una serie de dossiers de alguna forma vinculados con el escándalo.

papa Benedicto XVI bautiza a 20 niños en la Capilla Sixtina en 2013

La Capilla Sixtina fue el escenario de los bautizos

En otro orden de cosas, el promotor de Justicia adjunto afirmó que 2012 “ha sido el año de verificación y adaptación de la legislación vaticana a la normativa, internacional o comunitaria, en materia de blanqueo de dinero y de financiación del terrorismo… Se trata, en concreto, de acciones importantes que han seguido los deseos de los observadores de Moneyval”. Según Pierfrancesco Grossi, “se han adoptado todas las medidas apropiadas para uniformar la propia legislación a los estándares comunitarios”.

Reprobación del Banco de Italia

No lo juzga así el Banco de Italia, que, como informábamos en nuestra crónica anterior, ha bloqueado todos los pagos con tarjetas de crédito (operadas por Deutsche Bank) dentro del Estado Vaticano. En una severa nota del 10 de enero, el banco emisor italiano afirmaba que, “en la Ciudad del Vaticano, faltan tanto una reglamentación bancaria como un reconocimiento europeo de ‘equivalencia’ en la lucha contra el blanqueo de dinero. (…) El organismo internacional denominado Moneyval, reconociendo los progresos realizados, ha señalado cómo todavía no se ha probado la presencia de un efectivo régimen antiblanqueo en el Estado de la Ciudad del Vaticano”.

También se alude a la necesidad de que todos los bancos establecidos en Italia “apliquen correctamente la vigente disciplina antiblanqueo en las relaciones con el Instituto para las Obras de Religión (IOR), sito en la Ciudad del Vaticano”.

A estas casi nada veladas acusaciones, respondió el domingo 13 el suizo René Bruehart, quien, desde noviembre del año pasado, es el director general de la Autoridad de Información Financiera (AIF) de la Santa Sede. Desde las columnas de Il Corriere della Sera, mostraba su sorpresa por el bloqueo decretado por el Banco de Italia argumentando que la Santa Sede ha superado los controles de Moneyval y que, en consecuencia, “no se nos ha sometido a ningún procedimiento ni medida especial de monitorización antiblanqueo, ni por parte de Moneyval ni de ningún otro organismo internacional”.

Cuenta sospechosa del IOR

Al día siguiente, siempre en Il Corriere della Sera, Fiorenza Sarzanini informaba que la decisión de Bankitalia se debía a una cuenta sospechosa del IOR por la que el pasado año habían circulado 40 millones de euros sin padre ni madre, es decir, anónimos. No siendo técnicos en esta materia, lo único que se nos ocurre decir es que la invocada “transparencia” en las actividades del IOR dista aún mucho de ser una realidad. Y es una tristeza, por no decir que se trata de una grave equivocación, cuyos responsables deberían ser apartados de su gestión.

Por otra parte, mientras sigue sin aclararse la posición de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X respecto a la mano tendida por la Santa Sede, su superior, Bernard Fellay, ha definido a los judíos (junto a “los masones y modernistas”) como “enemigos de la Iglesia”.

Expresión rechazada con todo vigor por el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, quien afirmó que “no es absolutamente posible” hablar de los judíos en este sentido insultante.

  • OPINIÓN: Veglió, por Antonio Pelayo

En el nº 2.832 de Vida Nueva

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