Alivio eclesial por el retroceso de los islamistas en Malí

Francia interviene en el norte del país y después obtiene el apoyo de la ONU

soldados franceses camino de Malí para la intervención militar contra el islamismo

Contingente de soldados franceses camino de Malí

ALBERTO EISMAN | El pasado día 12, la intervención militar de Francia en Malí –posteriormente, apoyada por la ONU– abrió los telediarios de todo el mundo. La justicación ofrecida era la urgencia por evitar que el norte del país centroafricano quedara dominado definitavamente por comandos terroristas islamistas.

Pero, para comprender el origen del conflicto, conviene retrotraernos al pasado mes de abril, cuando, aprovechando las aguas revueltas del golpe de Estado que desorganizó las fuerzas armadas de Malí, una milicia de etnia tuareg, llamada Movimiento Nacional de Liberación Azawad, ocupó una gran parte del territorio septentrional del país. Los tuareg son un pueblo con una larga historia de demandas de independencia dentro de Malí, sobre todo debido a su procedencia étnica completamente diferente de los pueblos negroafricanos del sur.

Poco después de los éxitos militares de Azawad, este movimiento de corte secular fue hábilmente desplazado por otras organizaciones islamistas, de manera que la zona se ha convertido en un santuario de diferentes grupos terroristas provenientes de países vecinos, imponiendo un duro régimen de ley islámica, que incluye la amputación pública de manos y pies.

Desde la Iglesia se ha visto con alivio el retroceso de los islamistas, según ha manifestado el secretario de la Conferencia Episcopal Maliense, Edmond Dembele. Ya días antes del comienzo de los ataques, el arzobispo de Bamako, Jean Zerbo, se lamentaba en una carta pastoral de las víctimas del conflicto: los muertos, las viudas, los huérfanos y los heridos en cuerpo o en espíritu.

En otra misiva, enviada a finales de año al presidente de la República, el propio Zerbo se expresaba en estos términos: “Dios nos ama. Nos llama a vivir juntos en un Malí plural. Un país que quiere ser respetuoso con las libertades fundamentales, especialmente con la libertad religiosa. La laicidad es una opción irreversible. Sin embargo, nunca se logra de una vez por todas. Es tarea de cada uno y de cada generación el educar y promover la libertad y la laicidad… Dios nos ama. Sí, nos ama a pesar de nuestras oposiciones, de nuestro rechazo ante el diálogo, de nuestras revueltas a veces violentas”.

Las declaraciones completas del arzobispo de Bamako, además de un repaso a los orígenes del conflicto y los intereses de Francia, en el reportaje completo, solo para suscriptores.

Ofensiva militar contra el islamismo en Malí [íntegro]

En el nº 2.832 de Vida Nueva.

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