“Se nos hace creer que la verdad, la justicia y la paz son una utopía”

papa Benedicto XVI ordena obispo a secretario Geor Ganswein

Significativo discurso papal al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede


Benedicto XVI asegura que la verdad, la justicia y la paz no son una utopía [extracto]

ANTONIO PELAYO. ROMA | El discurso que cada año dirige el Papa al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede es analizado cuidadosamente por las cancillerías, puesto que expone las posiciones del Vaticano –geográficamente, un estado minúsculo, pero con una influencia global– sobre los problemas más importantes de la esfera internacional. La alta reputación de la diplomacia vaticana se basa en buena parte en estos discursos que, si se publicaran en un volumen, constituirían un excelente resumen de la evolución del mundo.

El que pronunció Benedicto XVI el pasado 7 de enero en la Sala Regia del Palacio Apostólico no rompe esa tradición, pero, como ya sucedió en años anteriores, en sus páginas se reconoce fácilmente qué es lo que ha escrito Joseph Ratzinger en persona, y lo que ha incorporado la Secretaría de Estado basándose en las informaciones que llegan a Roma desde todas las nunciaturas.

Después de un exordio de circunstancias (en el que recordó al que fue nuncio apostólico en Costa de Marfil, Ambrose Madtha, muerto en un accidente de tráfico), el Santo Padre abordó uno de sus temas-eje: “A veces, hoy se nos hace creer que la verdad, la justicia y la paz son una utopía y que se excluyen mutuamente. Parece imposible conocer la verdad y los esfuerzos por afirmarla desembocan con frecuencia en la violencia. Por otra parte, y de acuerdo con una concepción muy difundida, el empeño por la paz consistiría en una búsqueda de compromiso que garantice la convivencia entre los pueblos o entre los ciudadanos dentro de una nación. Desde el punto de vista cristiano, por el contrario, existe un vínculo entre la gloria de Dios y la paz de los hombres sobre la tierra de modo que la paz no es fruto de un simple esfuerzo humano, sino que participa del mismo amor de Dios. Y es precisamente este olvido de Dios, en vez de su glorificación, lo que engendra la violencia”.

Olvido de Dios

“A estas manifestaciones del olvido de Dios –prosiguió– pueden añadirse las que son debidas a la ignorancia de su verdadero rostro, que es la causa del fanatismo pernicioso de matriz religiosa y que en 2012 ha provocado víctimas en algunos países aquí representados. Como ya he afirmado, se trata de una falsificación de la religión misma, ya que esta, por el contrario, busca reconciliar al hombre con Dios, iluminar y purificar las consciencias y dejar claro que todo hombre es imagen de Dios”.

papa Benedicto XVI con embajadores Cuerpo Diplomático discurso 2013

El Papa, con los representantes diplomáticos

Entre las alusiones a concretos conflictos, la primera y más importante fue la dirigida a Siria, “desgarrada por incesantes masacres y teatro de espantosos sufrimientos entre la población civil. Renuevo mi llamamiento para que se depongan las armas y prevalezca cuanto antes un diálogo constructivo que ponga fin a un conflicto que, de continuar, no conocerá vencedores, sino solo vencidos, dejando atrás solo ruinas. Permitidme, señoras y señores embajadores, que os pida que sigáis sensibilizando a vuestras autoridades para que se faciliten urgentemente las ayudas indispensables para afrontar la grave situación humanitaria”.

Tierra Santa, Irak, Líbano, Egipto, República Democrática del Congo, Nigeria –“He sentido gran tristeza al saber que, precisamente en los días en que celebramos la Navidad, unos cristianos fueron asesinados de modo bárbaro”– , Mali, República Centroafricana… fueron algunos de los países explícitamente citados.

Benedicto XVI enumeró, a continuación, algunos hechos positivos, como la solicitación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo de que se prohiba la eutanasia. En este sentido, también lamentó algunas decisiones sobre el aborto directo, “gravemente contrario a la ley moral”. Cuando afirma esto la Iglesia –añadió–, no deja de tener comprensión y benevolencia también hacia la madre”.

Otra parte “ratzingeriana” de este discurso fue la consagrada a la actual crisis económica y financiera. “Esta –recordó– se ha desarrollado porque se ha absolutizado con demasiada frecuencia el beneficio, en perjuicio del trabajo, y porque se ha aventurado de modo desenfrenado por el camino de la economía financiera en vez de la economía real. Conviene encontrar de nuevo el sentido del trabajo y de un beneficio que sea proporcionado. A este respecto, sería bueno educar para resistir la tentación del beneficio del interés particular y, a corto plazo, para orientarse sobre todo hacia el bien común”.

Gobernantes clarividentes

“La Unión Europea –afirmó, en el párrafo de su discurso más recogido por los medios internacionales– necesita también de representantes clarividentes y cualificados que tomen las difíciles decisiones que se necesitan para enderezar su economía y poner las bases sólidas de su desarrollo. Es posible que algunos países pudieran ir más rápidos solos –¿alusión a su Germania natal?–, pero todos juntos irán ciertamente más lejos. Si el índice diferencial entre los tipos financieros –lo que en inglés se define como spread y en castellano denominamos prima de riesgo– constituye una preocupación, las crecientes diferencias entre un pequeño número cada vez más rico y un gran número irremediablemente más pobre deberían despertar preocupación. Se trata, en una palabra, de no resignarse al ‘spread de bienestar social’ mientras se combate el financiero”.

No faltó una genérica alusión a América Latina (unida a África y Asia): “Construir la paz significa educar a los individuos para combatir la corrupción, la criminalidad, la producción y el tráfico de drogas, así como para evitar divisiones y tensiones, que amenazan con debilitar la sociedad, obstaculizando el desarrollo y la convivencia pacífica”.

No podía en este discurso dejar de aludir a la objeción de conciencia: “Para salvaguardar efectivamente el respeto a la libertad religiosa, es esencial, además, respetar el derecho a la objeción de conciencia. Esta ‘frontera’ de la libertad toca principios de gran importancia de carácter ético y religioso enraizados en la dignidad misma de la persona humana. Son como las ‘paredes maestras’ de toda sociedad que desea ser verdaderamente libre y democrática. Por consiguiente, prohibir en nombre de la libertad y el pluralismo la objeción de conciencia individual e institucional, abriría, por el contrario, las puertas a la intolerancia y a la nivelación forzada”. De la importancia que el Papa concede a este punto de su discurso, da cuenta el hecho de que el titular de L’Osservatore Romano le fuese reservado.


Consagración episcopal de Gänswein

El segundo acontecimiento de la semana tuvo lugar el domingo 6 de enero, festividad de la Epifanía, con la consagración episcopal de cuatro presbíteros: Vincenzo Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica; Fortunatus Nwachukwu, hasta ahora jefe de Protocolo, nombrado nuncio en Nicaragua; Nicolas Henry Thevenin, que representará al Papa en Guatemala; y Georg Gänswein, secretario personal del Santo Padre, que le ha hecho Prefecto de la Casa Pontificia.

Sin querer darnos demasiados aires, la noticia de su consagración episcopal fue adelantada por Vida Nueva hace ya varios meses.

Cuando los cuatro hicieron su entrada en la Basílica de San Pedro en compañía del Papa y de los otros dos consagrantes, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, y el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, los ojos de todos (y, especialmente, los teleobjetivos de fotógrafos y camarógrafos) estaban centrados en el monseñor alemán (de 56 años), muy consciente, por otra parte, de la atención que suscita, pero ajeno a ella y sus efectos.

La ceremonia duró casi tres horas y a los observadores no se les escapó el detalle de que Joseph Ratzinger no hiciese esta vez el giro del altar con el incienso, índice de su malestar en la cadera que acentúa sus dificultades motoras.

En su homilía, el Papa destacó dos rasgos en la personalidad del obispo. El primero: “Debe ser, sobre todo, un hombre cuyo interés esté orientado a Dios, porque solo así se interesará verdaderamente por los hombres. Podemos decirlo también al revés: un obispo debe ser un hombre al que le importan tanto los hombres que se siente tocado por las vicisitudes de los hombres. Debe ser un hombre para los demás. Pero lo será solo si es un hombre conquistado por Dios”.

El segundo rasgo que quiso destacar fue el deber del obispo de no estar de acuerdo con algunas opiniones dominantes en nuestro tiempo. “El agnosticismo ampliamente imperante tiene hoy sus dogmas y es extremadamente intolerante frente a todo lo que pone en tela de juicio y cuestiona sus criterios. Por eso, el valor de contradecir las orientaciones dominantes es hoy especialmente acuciante para un obispo. Él ha de ser valeroso. Y ese valor o fortaleza no consiste en golpear con violencia, en la agresividad, sino en el dejarse golpear y enfrentarse a los criterios de las opiniones dominantes”.

papa Benedicto XVI ordena obispo a secretario Geor Ganswein

Abrazo del Papa con su secretario Gänswein

Emotivo abrazo

En la ceremonia estaban presentes muchos familiares de los nuevos obispos. Los otros cuatro hermanos Gänswein –dos varones y dos mujeres– siguieron el rito con evidente emoción, especialmente, cuando el Papa y su secretario personal se estrecharon mutuamente con un abrazo que hacía pensar de alguna manera en una relación cuasi paterno-filial.

Entre otros asistentes, podemos reseñar a Georg Ratzinger (hermano del Papa); el cardenal Antonio María Rouco Varela (unido por una buena amistad con el neoprefecto de la Casa Pontificia); el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro (muy ligado a Thevenin); y el dimisionario primer ministro italiano, Mario Monti; así como varios ministros y políticos italianos que, al haber entrado este país en campaña electoral, consideran fructuosa su presencia en el Vaticano.

Como la ceremonia se prolongó más de lo habitual, Benedicto XVI llegó con 20 minutos de retraso al rezo del Angelus, por lo que se excusó ante las decenas de miles de personas que le esperaban en la Plaza de San Pedro para festejar la Epifanía y a la Befana, la viejecita que ayuda a los Magos de Oriente en el reparto de regalos a los niños. A esa hora, los cuatro nuevos obispos recibían en diversos ángulos del Vaticano a sus parientes y amigos. Monseñor Gänswein lo hizo en el Aula Pablo VI, y hubo que hacer cola para poder manifestarle la felicitación; un magnífico bufet recompensó la larga espera.

Tarjetas de crédito y transparencia financiera

En otro orden de cosas, el 3 de enero, Il Corriere della Sera publicaba la noticia de que, a partir del primer día del año, el Banco de Italia había bloqueado los pagos con tarjeta de crédito en la Ciudad del Vaticano; la explicación del banco emisor es que la Ciudad del Vaticano no puede ser considerado un estado comunitario y que no cumple con todas las exigencias de la legislación para contrarrestar el blanqueo de dinero.

En consecuencia, a partir de esa fecha, para entrar en los Museos Vaticanos (cinco millones de turistas al año) o para las compras realizadas en la farmacia, en las gasolineras o en las dos tiendas a las que tiene acceso un número limitado de personas, hay que pagar en contante o con una tarjeta emitida por el Instituto para las Obras de Religión (IOR).

El Vaticano no ha querido dramatizar este tema. Su portavoz, Federico Lombardi, explicó que ya se habían iniciado los contactos necesarios con las autoridades competentes para solucionar el problema y afirmó que “se prevé que la interrupción del uso de las tarjetas de crédito será breve”.

Una vez más, sin embargo, se pone en entredicho la credibilidad del Vaticano en lo que se refiere a la transparencia de su gestión de capitales y habrá que acelerar las reformas para que los expertos de Moneyval de Estrasburgo den por buenos los cambios de procedimiento prometidos el pasado año y que explicó a la prensa Ettore Balestrero, vicesecretario para las Relaciones con los Estados.

En el nº 2.831 de Vida Nueva.

 

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