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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social


Un libro Vicente Altaba Gargallo (Cáritas Española, 2012). La recensión es de José Luis Segovia Bernabé

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La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social

Autor: Vicente Altaba Gargallo

Editorial: Cáritas Española, 2012

Ciudad: Madrid

Páginas: 108

JOSÉ LUIS SEGOVIA BERNABÉ | El Mensaje al Pueblo de Dios del reciente Sínodo de los Obispos nos dice que existen dos símbolos privilegiados para la vida de fe: la contemplación –el silencio– orante y el rostro del pobre.

A presentar la indisoluble unidad de ambas dimensiones (espiritualidad y compromiso con los excluidos) se dedica este sabroso texto de Vicente Altaba. El delegado episcopal de Cáritas Española completa una trilogía precedida por El ministerio sacerdotal en Cáritas (2010) y Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación (2011).

No es difícil adivinar la pretensión y los principales destinatarios de su obra. El desafío que asume es doble: visibilizar la aportación específica de la espiritualidad cristiana, de neta matriz trinitaria, a la acción socio-caritativa de la Iglesia y, a la vez, tornar el compromiso con la caridad y la justicia en itinerario espiritual. Y, además, hacerlo procurando un caminar convergente y sinérgico con otros viajeros abiertos al Misterio y al dolor del mundo.

Altaba sabe bien que “estar cercano a quien está al borde del camino de la vida no es solo un ejercicio de solidaridad, sino ante todo un hecho espiritual” (Mensaje 12). Esta profunda convicción se despliega en la descripción apasionada de una espiritualidad encarnada y comprometida.

Para ello, desarrolla doce dimensiones de la misma, mostrando cómo bebe en la fuente inagotable del Dios amor y se alimenta con una mística de ojos abiertos ante el sufrimiento de los empobrecidos. La dignidad de la persona obliga a posicionarse del lado de los más vulnerables, cultivando la ternura y el cuidado de lo frágil y, a la vez, optando descaradamente contra las causas de la pobreza.

Se trata de una espiritualidad que ayuda a vivir la vida como don y gracia y a acoger al otro como regalo; pero no para asfixiarlo con una generosidad mal entendida, sino para reconocerlo como sujeto participante. No es una espiritualidad para flojos. Por ello se nutre de la experiencia pascual y bebe del alimento sólido de la Eucaristía. Solo así podrán los cristianos ser testigos significativos y sencillos de una buena nueva de la que no son dueños con fortaleza y esperanza.

Se trata de un libro con vocación práctica, auténtico prontuario de espiritualidad para agentes de pastoral social. Escrito con rigor y sencillez, cuenta con instrumentos pedagógicos que lo hacen idóneo para el trabajo personal y en grupo y, sobre todo, con el apoyo de un útil anexo, está pensado para ser propiamente rezado.

En el nº 2.830 de Vida Nueva.

 

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Actualizado
04/01/2013 | 07:32
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