La defensa de la familia y la paz marcan la Navidad del Papa

papa Benedicto XVI en la bendición Urbi et Orbi 25 diciembre 2012

El indulto a Gabriele pasa desapercibido en un Vaticano inmerso en las celebraciones

papa Benedicto XVI en la bendición Urbi et Orbi 25 diciembre 2012

El Papa imparte la bendición ‘Urbi et Orbi’

La defensa de la familia y la paz marcan la Navidad del Papa [extracto]

ANTONIO PELAYO. ROMA | Por una perdonable deformación profesional, los periodistas solemos dar a los acontecimientos una importancia proporcional al eco que han suscitado en los medios de comunicación, sin tener en cuenta que estos, a veces, se mueven por intereses comerciales o ideológicos que nada tienen que ver con la realidad objetiva de los hechos o se dejan llevar por el sensacionalismo.

Este pequeño proemio me sirve como excusa por comenzar esta crónica de las Navidades en Roma con la noticia del perdón de Benedicto XVI a su ex asistente personal Paolo Gabriele. Lo hago solo por respeto a la cronología y me limito a transcribir el comunicado que la Secretaría de Estado emitió ese sábado 22 de diciembre: “Esta mañana, el Santo Padre Benedicto XVI ha visitado en la cárcel al señor Paolo Gabriele para confirmarle su perdón y para comunicarle personalmente que ha acogido su petición de gracia, perdonándole la pena que le había sido impuesta. Se ha tratado de un gesto paternal hacia una persona con la que el Papa ha compartido durante años su cotidiana familiaridad. Sucesivamente, el señor Gabriele ha abandonado la cárcel y ha regresado a su casa. Puesto que no puede volver a asumir su precedente trabajo ni continuar residiendo en el Vaticano, la Santa Sede, confiando en la sinceridad del manifestado arrepentimiento, quiere ofrecerle la posibilidad de volver con serenidad a vivir junto a su familia”.

papa Benedicto XVI visita a Paolo en Gabriele para concederle el indulto

Benedicto XVI, durante su encuentro con Gabriele

Con la noticia, llegó una foto de France Presse que recoge el breve encuentro –un cuarto de hora, según otras fuentes– entre el Pontífice y su mal llamado mayordomo. El hecho, ni qué decir tiene, dio la vuelta al mundo y fue recogido con profusión de detalles, suposiciones e interpretaciones de todo tipo. L’Osservatore Romano dio la fotografía y el comunicado, nada más.

Repaso al 2012

Para hacernos una idea más exacta de la importancia que se concede dentro de los “sagrados muros” a este acontecimiento, baste decir que el Papa no hizo la más mínima alusión al mismo en el discurso que pronunció el viernes 21 de diciembre a la Curia romana durante la ceremonia de las felicitaciones navideñas (discurso olímpicamente ignorado por la inmensa mayoría de los medios de información).

El Papa trazó los grandes rasgos del año 2012, caracterizado “por muchas situaciones difíciles, de grandes cuestiones y desafíos, pero también de signos de esperanza”.

Entre estos últimos, destacó sus viajes a México y Cuba. “La búsqueda en este país –dijo aludiendo a la Isla– de un justo planteamiento entre vínculos y libertad, ciertamente no puede tener éxito sin una referencia a los criterios de fondo que se han manifestado a la humanidad en el encuentro con el Dios de Jesucristo”.

También subrayó el Papa el Encuentro Mundial de las Familias que tuvo lugar en Milán y su viaje al Líbano.

Del primero, se sirvió para plantear que, “en el tema de la familia, no se trata únicamente de una determinada forma social, sino de la cuestión del hombre mismo; de la cuestión sobre qué es el hombre y sobre lo que es preciso hacer para ser hombres del modo justo”.

En este sentido, citó un documento del Gran Rabino de Francia, Gilles Bernheimen, en el que este llama la atención sobre las dimensiones exactas del atentado que está sufriendo la “auténtica forma de familia”, ya que “el hombre niega la propia naturaleza y decide que esta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear”.

Esta nueva filosofía de la sexualidad es inaceptable para un creyente porque –abundó el Papa–, “allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse a uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y con ello también al hombre como criatura de Dios, como imagen de Dios”.

El segundo gran tema abordado en este discurso fue la cuestión del diálogo y del anuncio (la nueva evangelización, estudiada en el último Sínodo). Sobre el diálogo interreligioso, expuso estas dos reglas fundamentales: “El diálogo no se dirige a la conversión, sino más bien a la comprensión. En eso se distingue de la evangelización, de la misión. En conformidad con esto, en este diálogo –es la segunda regla–, ambas partes permanecen conscientemente en su propia identidad, lo que no pone en cuestión el diálogo, ni para ellas ni para los otros”.

A continuación, hizo esta observación: “Tratar de conocer y comprender mejor implica siempre un deseo de acercarse también a la verdad. De este modo, ambas partes, acercándose paso a paso a la verdad, avanzan y están en camino hacia modos de compartir más amplios, que se fundan en la unidad de la verdad”.papa Benedicto XVI rezando ante el Belén en Navidades 2012

Las fiestas por excelencia de la Navidad –la Nochebuena y la celebración del Nacimiento del Señor, el 25 de diciembre– tuvieron este año la tradicional solemnidad y recogimiento. Más evidente este último en la misa de la vigilia que el Papa presidió a las diez de la noche del día 24 en una Basílica de San Pedro resplandeciente y en la que no cabía una persona más (algunos fieles tuvieron que quedarse con las ganas de entrar, a pesar de tener el billete de la Prefectura).

Como disfrutamos del privilegio de que este Papa sea un maestro de teología, sus discursos y homilías no tienen desperdicio, especialmente en los días grandes. Reflexionando sobre el mensaje angélico del “gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra en los hombres en quienes Él se complace”, Joseph Ratzinger dijo: “Donde no se da gloria a Dios, donde se le olvida o incluso se le niega, tampoco hay paz. Hoy, sin embargo, corrientes de pensamiento sostienen precisamente lo contrario: la religión, en particular el monoteísmo, sería la causa de la violencia y de las guerras en el mundo; sería preciso liberar antes a la humanidad de la religión para que se establezca de nuevo la paz; el monoteísmo, la fe en el único Dios sería prepotencia, motivo de intolerancia, puesto que, por su naturaleza, quisiera imponerse a todos con la pretensión de la única verdad. Es cierto que el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia. Es verdad que una religión puede enfermar y llegar así a oponerse a su naturaleza más profunda cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo así de Dios su propiedad privada. Debemos estar atentos contra esta distorsión de lo sagrado. Si es incontestable un cierto uso indebido de la religión en la historia, no es verdad, sin embargo, que el ‘no’ a Dios reestablecería la paz. Si la imagen de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre. Entonces ya no es la imagen de Dios que debemos honrar en cada uno, el débil, el extranjero, el pobre. Entonces ya no somos todos hermanos y hermanas, hijos del único Padre que, a partir del Padre, están relacionados mutuamente. Qué géneros de violencia arrogante aparecen entonces y cómo el hombre desprecia y aplasta al hombre lo hemos visto en toda su crueldad en el siglo pasado. Solo cuando la luz de Dios brilla sobre el hombre y en el hombre, solo cuando cada hombre es querido, conocido y amado por Dios, solo entonces, por miserable que sea su situación, su dignidad es inviolable”.

Las llagas del mundo

Al día siguiente, al impartir la bendición Urbi et Orbi desde la loggia central de la Basílica y asomándose al mundo entero a través de la señal televisiva, el Papa descendió a las duras realidades terrestres contemporáneas: Siria, “profundamente herida y dividida por un conflicto que no respeta ni siquiera a los enfermos y cosecha víctimas inocentes”; la tierra de Jesús, Israel-Palestina, donde no se tiene “la valentía de poner fin a tantos años de luchas y divisiones”; los países del norte de África, que “atraviesan una profunda transición en la búsqueda de un nuevo futuro”; Mali, Nigeria, la República Democrática del Congo y Kenia, víctimas del terrorismo y de sangrientos atentados; el continente asiático, con una especial mención a China, cuyos nuevos dirigentes deben valorar “la contribución de las religiones, respetando a cada una de ellas, de modo que puedan contribuir a la construcción de una sociedad solidaria”; o Latinoamérica y sus emigrantes, cuyos gobiernos deben fortalecer el “compromiso por el desarrollo y la lucha contra la criminalidad”.coro de niños canta en el Vaticano en Navidades 2012

Flanqueado por los cardenales Tauran y Filoni, el Pontífice impartió su bendición “al mundo y a la ciudad de Roma” y repitió el ejercicio lingüístico de felicitar las Pascuas en 65 lenguas diferentes.

Con los jóvenes de Taizé

Testigos del tránsito del 2012 al 2013 lo han sido en Roma este año los 40.000 jóvenes convocados por la Comunidad de Taizé, la mayoría de los cuales han sido acogidos en las parroquias, casas religiosas y domicilios particulares de la capital italiana.

El 29 por la tarde, el Papa se reunió con ellos en la Plaza de San Pedro para una vigilia de oración. La abrió el Hermano Alois (sucesor del carismático fundador, el Hermano Roger), afirmando que “los cristianos reconciliados pueden convertirse en testigos de la paz y de la comunión, portadores de una nueva solidaridad entre los seres humanos”.

Como gesto simbólico, le entregó al Papa unos granos de sorgo recolectados por jóvenes ruandeses, para que sean plantados en Europa como “signo de su esperanza”, pidiéndole que los hiciese crecer en los jardines vaticanos.

Benedicto XVI, que les dirigió la palabra en cinco idiomas, les exhortó a responder a la pregunta de Cristo “¿quién soy yo para vosotros?”, y a descubrir que “Dios os hace corresponsables de su Iglesia en toda la variedad de las vocaciones. Esta comunión que es el cuerpo de Cristo os necesita y todos vosotros tenéis en él todo un puesto”.

Llegamos así al 1 de enero del nuevo año, XLVI Jornada Mundial de la Paz. Bajo el lema Bienaventurados los que trabajan por la paz, se celebró con una eucaristía presidida por el Santo Padre, con el que concelebraron los cardenales Bertone (secretario de Estado) y Turkson (presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz) y los arzobispos Becciu y Mamberti (sustituto y secretario para las Relaciones con los Estados, respectivamente). Como ya es tradicional, a la misa asistió el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.

En su homilía, el Papa enunció como causas de las guerras y las violencias “las crecientes desigualdades entre ricos y pobres, el prevalecer de una mentalidad egoísta e individualista expresada en un capitalismo financiero sin reglas y diversas formas de terrorismo y de criminalidad”, pero insistió en que la vocación a la paz es “algo innato en la humanidad”.

En la fría pero soleada mañana invernal del primer día del año, convergieron en la Plaza de San Pedro varios miles de miembros o allegados a la Comunidad de Sant’Egidio que llevaban cartelones con los nombres de lugares del planeta donde la violencia sigue haciendo estragos.

“Los operadores de la paz –concluyó Benedicto XVI desde la ventana de su estudio privado– son todos aquellos que, día tras día, buscan vencer el mal con el bien, con la fuerza de la verdad, con las armas de la oración y del perdón, con el trabajo corporal y espiritual. Son muchos, pero no hacen ruido. Como la levadura en la masa, hacen crecer a la humanidad según los designios de Dios” .

En el nº 2.830 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir