Otro año de persecuciones

patriarca ortodoxo ruso Kirill y Josef Michalik presidente obispos polacos

refugiados desplazados por la violencia en República Democrática del Congo

Otro año de persecuciones para los cristianos en el mundo [extracto]

J. LORENZO | El año comenzó como terminó 2011: con las heridas muy abiertas por la violencia contra los cristianos en el mundo, el colectivo humano que más persecuciones sufre en todo el planeta. Nigeria volvió a ser el objetivo de los fundamentalistas islámicos, lo mismo que India, Pakistán (con casos dramáticamente grotescos, como el de la joven discapacitada psíquica, injustamente acusada y encarcelada por romper páginas del Corán, liberada finalmente tras la presión internacional), Vietnam o, más esporádicamente, pero con el mismo objetivo intimidatorio, Sudán, Mozambique, Kenia o República Democrática del Congo, con el secuestro de sacerdotes y ataques a residencias de religiosos y religiosas.

Frente a ello, la actitud de las Iglesias, como el caso de la nigeriana, fue seguir clamando por “el respeto, la reconciliación y el amor”, o el del perdón a los perseguidores, como señaló en Vida Nueva el arzobispo indio, John Barwa.

Un año más, también volvieron a comprobar las dificultades para vivir su fe los cristianos que, cada vez en número más exiguo, siguen viviendo en países de Oriente Medio, donde las guerras y la presión de los fundamentalistas islámicos les empujan al exilio, como ha hecho la mitad de los que vivían en Irak.

“Llevamos una vida cristiana bajo mínimos”, reconocía a esta revista Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia. “La salida de cristianos de Tierra Santa es una hemorragia”, denunciaba Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén.

ataques a una iglesia cristiana en Homs Siria

Iglesia destruida en Homs (Siria)

Aquí, a la presión de los islamistas se ha unido ahora la de los ataques de los fundamentalistas hebreos, quienes ven justificadas sus acciones en la política de asentamientos promovida por el Gobierno de Israel, donde los ultraortodoxos han ido ganando posiciones. Una política que fue contestada por los obispos de Tierra Santa, que mostraron su rechazo contra el levantamiento de un muro en Belén y denunciaron la confiscación de tierras.

Tampoco se ha traducido en significativas mejoras para la vida de la minorías cristianas la celebración del primer aniversario de la primavera árabe. De hecho, la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE) demandó que la democracia y la libertad que este movimiento social llevó a algunos países, llegase también a los cristianos que vivían en ellos.

En Egipto, por ejemplo, que celebró el fin de Mubarak, el triunfo en las elecciones de Mursi, líder de los Hermanos Musulmanes, no alivió el temor de los coptos tras unas medidas legales que han sido interpretadas como una deriva hacia una nueva dictadura.

Caso especialmente dramático ha sido el vivido este año por los habitantes de Siria (también los cristianos), donde lo que comenzó como una revuelta ciudadana más en la estela de la primavera árabe ha derivado en una guerra civil no declarada.

Allí, como denunció el nuncio Mario Zenari, se vive “un lento descenso a los infiernos”, con “crímenes inaceptables”, y en donde, si bien “se pueden cuantificar las viviendas destruidas, los muertos y los heridos, resulta imposible medir la desintegración del alma”.

La Iglesia alza la voz

En África, como ya se ha dicho, menudeó también la violencia. Pero, probablemente influenciadas por el coraje insuflado por la exhortación postsinodal Africae Munus, las Iglesias retomaron con ahínco su denuncia profética. Fue el caso, por ejemplo, del Episcopado congoleño, que condenó con fuerza el fraude electoral cometido en los comicios presidenciales. “Lo que ha ocurrido es inaceptable y una vergüenza para nuestro país”, decían.

Con igual ardor e impotencia, los obispos africanos alzaron la voz contra las nuevas matanzas étnicas en Kivu Norte (R. D. Congo), sin encontrar eco en la comunidad internacional; contra la hambruna silenciada del Sahel; o la violencia desatada con el golpe militar en Malí. Crisis humanitarias que, una vez más, apenas conmovieron las entrañas de humanidad del resto del mundo, más preocupado por los todavía palpables efectos de la recesión económica.

Especialmente duros están siendo sus efectos en Europa, donde tampoco las Iglesias ignoraron el sufrimiento de una sociedad atribulada por la crisis. Así, la COMECE escribió a los líderes europeos para advertirles de que el modo de entender la economía, basado solo en el beneficio, “amenaza con eclipsar las dimensiones social y ecológica de la calidad de vida”, y les exhortó a completar el mercado “con prestaciones sociales, de manera que se pueda garantizar a los ciudadanos una vida en el respeto de su dignidad humana”. La respuesta fue la de más y más recortes sociales.

patriarca ortodoxo ruso Kirill y Josef Michalik presidente obispos polacos

Histórico abrazo entre el patriarca Kirill y el obispo polaco Michalik

Tampoco se hizo caso a las peticiones de Cáritas Internacional a los líderes mundiales reunidos en la Cumbre Río+20, celebrada en Brasil, para cambiar el paradigma del actual crecimiento económico por otro centrado en el desarrollo solidario.

Mejores noticias hubo en el campo del ecumenismo, sobre por el viaje del patriarca Kirill, máximo representante de la Iglesia ortodoxa rusa, a Polonia, donde, junto con el presidente de los obispos polacos, Josef Michalik, firmó el Mensaje común a los pueblos de Rusia y Polonia, en el que realizan un llamamiento “al perdón, a la reconciliación y al diálogo”.

También fue resaltada por el Vaticano la importancia del diálogo ecuménico con los anglicanos a raíz del nombramiento de Justin Welby como nuevo primado, en sustitución de Rowan Willians.

Donde las agudas no acaban de calmarse es en las relaciones entre las congregaciones femeninas de los Estados Unidos y Roma. En enero se recibía en Roma el informe final de la visita apostólica a una parte de esas religiosas, iniciada tres años antes por el entonces prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), Franc Rodé.

El encargado ahora de revisar el informe era el redentorista Joseph Tobin, secretario de ese dicasterio, y más sensible a las inquietudes de las religiosas. Su nombramiento, junto con el del nuevo prefecto, el brasileño João Braz de Aviz, tranquilizó a las monjas. Sin embargo, sorpresivamente, en octubre, Tobin fue relevado de esa responsabilidad al nombrarle nuevo arzobispo de Indianápolis (Estados Unidos).

Las tensiones no acabaron ahí: otra congregación vaticana, Doctrina de la Fe, causó “aturdimiento” al intervenir la LCWR (Conferencia de Superioras Mayores de los Estados Unidos), que congrega al 95% de las religiosas del país, por “problemas doctrinales serios” y para “reforzar” la comunión.

En el nº 2.829 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL NAVIDAD–FIN DE AÑO 2012

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