‘DeClausura’: el torno del convento se abre al mundo

DeClausura web de productos de convento Paula Cuadrado

Una web acerca la riqueza de la fe y los productos elaborados por religiosas contemplativas

DeClausura web para la promoción y venta de productos conventos clausura

Una selección de los productos que se promocionan en la web

‘DeClausura’: el torno del convento se abre al mundo [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: LUIS MEDINA | Cada cierto tiempo, un convento o monasterio cierra sus puertas. Para siempre. La falta de vocaciones y el envejecimiento de quienes sí consagraron su vida entera han conducido a una crisis cuantitativa de la Vida Religiosa en general y de la Vida Contemplativa en particular. Una situación a la que se unen las consecuencias de la crisis económica. En muchos casos, la supervivencia de una comunidad de clausura depende de los beneficios que obtenga de la venta de sus productos. Lo que no siempre es fácil.

Pero, ¿y si un humilde convento de una pequeña localidad rural pudiera abrir su torno de madera hasta el punto de ofrecer directamente sus dulces en los pueblos y ciudades de toda España y aun del mundo entero?

Esta esperanza es la que aportan a los monasterios y conventos, de un modo gratuito, desde el portal digital DeClausura. La web, una iniciativa de la Fundación Summa Humanitate, una institución independiente y sin ánimo de lucro que ayuda en su gestión a las comunidades religiosas en situación de dificultad, se pudo en marcha en 2009.

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Paula Cuadrado, una de las iniciadoras del proyecto

Paula Cuadrado, una de sus iniciadoras, recuerda cómo surgió la idea: “A la Fundación nos llegaban muchas peticiones de ayuda desde comunidades contemplativas que tenían problemas para vender sus productos. Tras reflexionarlo, se nos ocurrió que el mejor modo de echarles una mano era con la apertura de una gran tienda en la que todos pudieran ofrecer el fruto de su trabajo. Y, para eso, nada mejor que Internet…”.

A los tres meses, se incorporó Mónica Artacho. Directamente, se enamoró del proyecto: “Yo tenía trabajo, pero tenía la ilusión de poder dedicarme, como laica que soy, a una obra de ayuda a la Iglesia. Contacté con la fundación con la idea de ingresar como voluntaria a tiempo parcial, pero al final me he involucrado por completo, de un modo profesional”. Algo que, como subraya, “no quiere decir que seamos una empresa. No tenemos ánimo de lucro y los beneficios son para las comunidades. Nosotros solo somos un puente, una plataforma que convierte su torno de madera en un torno digital, abierto a todos, con lo que sus oportunidades son infinitas”.

Una amplia oferta

Así, en www.declausura.com ofrecen todo tipo de productos: bollos, pastas, licores, vinos, quesos, miel, canastillas y ropa de bebés, cestas de empresa, regalos de Primera Comunión, figuras de Belén, iconos de madera, cerámica, libros, discos musicales… Todos ellos provenientes de los 75 conventos o monasterios (de un total de 18 órdenes religiosas) que actualmente mantienen relación con ellos.

Y, lo mejor, como recalca Mónica, es que todo es de primera calidad: “Como sabe la gente que, en sus visitas a estas comunidades, adquiere sus productos, estos están hechos desde la absoluta entrega, profesionalidad y de un modo artesanal. Pero lo que aún les ofrece un valor mucho más alto, si cabe, es que cada cosa que hacen las personas consagradas es desde el cariño… y la oración. Por ejemplo, si unas monjas reciben el encargo de hacer un trajecito para un bebé, preguntan el nombre de quién ha hecho la petición y, cada puntada que dan, la ofrecen a Dios por las personas concretas”.

El servicio que ofrecen desde el equipo de DeClausura, integrado por voluntarios, va mucho más allá de la simple venta online. También ofrecen consejos para la comerciliazación. Como explica Agustín de Asís, director gerente de Summa Humanitate, “fruto de la relación de confianza que ya tenemos con las comunidades, les damos nuestra opinión sobre cambios a hacer en el producto o en el envoltorio para que tengan una mejor salida; también son ellos los que deciden cuántas unidades vender. Antes, por ejemplo, nos decían desde un convento que habían hecho 100 cajas de dulces de cara a la Navidad. Un gran esfuerzo que no se veía recompensado, pues al final no conseguían vender una gran parte de esas cajas. Lo que significaba para esas monjas pérdida de tiempo y de dinero. Un gran problema para comunidades en serias dificultades. Por eso, ahora, al recibir directamente encargos concretos, los beneficios son completos, ahorrando esfuerzos que pueden dedicar a desarrollar su carisma y su vida espiritual”.

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Mónica Artacho, otra de las voluntarias en DeClausura

Y es que, reconoce Paula, “antes era muy triste cuando algunas hermanas nos contaban que, por el gran esfuerzo de elaborar productos con los que poder subsistir, a veces apenas tenían tiempo para rezar…”. Hoy, se congratula, “es una alegría cuando se ve a esas mismas hermanas agradecidas por lo que ven como un regalo: hacer un producto artesanal para una persona concreta. Esa persona, además de algo material, recibirá la oración de una comunidad contemplativa”.

Además de esta vertiente económica, la otra gran pata de banco del proyecto, como explican sus responsables, es “reflejar la belleza de esta silenciosa realidad de la Iglesia” que representa la Vida Contemplativa.

Para ello, cuentan con un espacio particular en la página web en el que establecen un índice, agrupado en congregaciones, de todos los conventos y monasterios que forman parte de la iniciativa. De todos ellos se ofrecen fotografías, contacto, dirección, horarios, explicación de sus actividades… Una utilísima guía para quien quiera visitar estas comunidades y conocer directamente su carisma y forma de vida.

Cadena de oración

Al final, el último objetivo sería que alguien en proceso de discernimiento para conocer su vocación tuviera una plataforma que, más allá de los simples datos, le abriera una serie de alternativas constituidas en torno a un modo de vivir distinto al imperante en el momento actual. En definitiva, se trata de establecer lazos y redes que extiendan las comunidades al conjunto de la sociedad. Y es que la Vida Contemplativa está abierta al mundo desde la oración.DeClausura web de productos de conventos de clausura

Para ello, el portal ofrece una ‘Cadena de oración’ en la que, a través de un correo electrónico, cualquier persona puede solicitar a las comunidades una oración específica.

En medio de la crisis vocacional, las comunidades de clausura tienen una oportunidad concreta para, además del poder de la oración, abrirse al mundo con el trabajo salido de sus propias manos. Unas manos que laboran con el calor del corazón y que ahora pueden llegar donde jamás imaginaron.

Una talla de madera que representa a la Virgen y el Niño, elaborada en un humilde convento de un pequeño pueblo, ya puede llegar directamente a formar parte del Belén de una familia de cualquier gran ciudad. Son lazos de oración, puentes de humanidad con rostro y nombre.

Ellos también piden ayuda

Con la pretensión de prestar una ayuda concreta a las necesidades de los conventos y monasterios con los que trabajan, desde DeClausura ofrecen, en un apartado específico, una sección de ‘Ayuda urgente’. En ella, se pueden leer pequeños avisos con titulares como estos: “Las hermanas Clarisas de Mbujimayi, en República Democrática del Congo, necesitan comprar una cocina de leña”; “Las Carmelitas de Úbeda están pasando por necesidades económicas”; “Las monjas Dominicas de Olmedo necesitan arreglar tejados y techos de su Monasterio”; “Las monjas del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles necesitan vender una planchadora industrial a estrenar”; o “Los monjes de San Pedro de Cardeña necesitan arreglar dos claraboyas por donde se les cuela el agua”.

Un ejemplo más, como se evidencia en el conjunto del espíritu del proyecto, de que todo va enfocado a crear una gran familia en la que no haya una separación entre los de dentro y los de fuera de las verjas del convento o monasterio.

En el nº 2.828 de Vida Nueva

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