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Claves para rescatarla y contagiarla como testigos creíbles

grupo de personas en espectáculo de fuentes de agua con luz

VIDA NUEVA | La realidad no invita al optimismo, es cierto, pero la esperanza no radica en ningún indicador económico. Es algo que florece en lo más íntimo y que, cuando aflora, es capaz de contagiar a los demás. Hemos invitado a quienes la cultivan en el día a día a que la compartan.

En este reportaje A fondo hay mucha esperanza radicada en “lo verdaderamente esencial”, es decir, la presencia de Dios: “Perder la esperanza es perderlo todo. La Esperanza en la que yo me apoyo solo la puedo escribir con mayúsculas, porque la tengo puesta en Dios, en su palabra y en su promesa. Este es el motivo de no haberla perdido nunca”.

Al lado de las víctimas

También hay muchas referencias a lo importante que es darse a los demás: “Vivir esta fe en comunidad y enfocada en el servicio a los demás ha supuesto una fuente constante de esperanza”, dice uno. “De acuerdo con lo de ‘contagiarnos todos con una actitud esperanzada y positiva’, siempre que en ese ‘todos’ ocupen el lugar preferente los más alcanzados por la crisis”, señala otra.

“Intento muy cerca de la gente que duda o se encuentra encerrada en su negatividad. Y, además, con el compromiso. Esto es, dando no solo cosas materiales (incluso de lo que necesitas para vivir), sino sobre todo tu tiempo y tu cariño”, añade un tercero.

A propósito de la crisis, alguno reconoce que “no se puede pedir a la gente que fuerce esperanzas o positividades. Hay de todo, y hay quien está en este momento desesperado. Lo que sí creo es que necesitamos, de veras, honestidad. Para no ponernos todos en el lugar de las víctimas. Y para, más allá de la queja, lanzarnos a buscar caminos, soluciones, propuestas y formas creativas e imaginativas de alumbrar algo diferente”.

Así, son varios los que coinciden en que “la realidad es posible cambiarla con la implicación de todos, cada uno en su entorno más cercano. La participación ciudadana por construir una sociedad más humana es otra forma de transformar la realidad”. Y alguna apunta a la necesidad de cambiarse a uno mismo: “Me doy cuenta de que no son las cosas concretas las que me dan o no esperanza, sino el modo en que las percibo y valoro”.

Testigos creíbles

En definitiva, apunta uno de ellos una de las claves principales para contagiar esperanza: “Los discursos vacíos no sirven. Solo son creíbles los testigos, aquellas personas que muestran con su vida y su entrega que tienen unas razones sólidas para comprometerse y actuar”.

Y finaliza otro: “Tiendo a ser optimista y creo que este tiempo nos va a ayudar a valorar algo que está en la raíz del misterio de nuestra fe: la gratuidad. Sufrimos dolores de parto, pero algo grande está por venir y, quizás, ya viene por la esquina de la calle, caminando despacito”.

En este reportaje participan: Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo; los sacerdotes Francisco José Andrades, Santos Urías y Manuel María Bru; las biblistas Dolores Aleixandre y Junkal Guevara; Emili Turú, superior general Hermanos Maristas; Lluís Serra, secretario general de la Unió de Religiosos de Catalunya; el jesuita José María Rodríguez Olaizola; los dominicos Martín Gelabert y Xabier Gómez; la Hna. Lourdes, del Monasterio de Armenteira (Pontevedra); Vicente Vide, decano de la Facultad de Teología de Deusto; el teólogo Pedro Fernández Castelao; Almudena Zerolo, voluntaria en Pueblos Unidos; Ernesto Morales, presidente de la Juventud Obrera Católica (JOC); y Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas

Todos los testimonios, en el reportaje completo, disponible solo para suscriptores.

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En el nº 2.828 de Vida Nueva.

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