La Diócesis de Jaén instaura el Diaconado Permanente

Andrés Borrego primer diácono permanente de Jaén

Andrés Borrego fue ordenado el pasado 6 de diciembre en Andújar

Andrés Borrego primer diácono permanente de Jaén

Andrés Borrego, el primer diácono de la diócesis

J. FANDIÑO | Una más. La de Jaén se suma a otras muchas diócesis españolas y ha instaurado recientemente el Diaconado Permanente; una propuesta que partió del obispo diocesano, Ramón del Hoyo, y que contó con la aceptación de los órganos consultivos de la diócesis. La instauración se completó el pasado 6 de diciembre en Andújar, en la Parroquia de Cristo Rey, con un hito histórico, la ordenación del primer diácono permanente de la diócesis, Andrés Borrego Toledano.

En la ceremonia, que presidió el titular de la diócesis, también estuvo presente el obispo emérito de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza, así como numerosos sacerdotes, y familiares y amigos del ordenando.

En la homilía, Ramón del Hoyo dijo que el nuevo diácono ya podrá trabajar en la edificación de la Iglesia a través de la Palabra de Dios, de la asistencia sacramental y de la vida de caridad. Precisamente, son estos ámbitos donde se desarrolla la acción pastoral de una institución recuperada por el Concilio Vaticano II para aquellos lugares allí donde el bien de los fieles lo requiriese.

“Andrés ha mostrado su disposición y se ha venido preparando para poder ejercer este ministerio de la mano de aquellos a quienes hemos confiado su formación. Es, por ello, que lo admití, el pasado 3 de noviembre, como primer candidato al orden del diácono permanente que con él se inicia en nuestra diócesis”, añadió.

Y es que el Diaconado Permanente lleva consigo una importante etapa de formación. Tal y como explica el Comité Nacional ad hoc, antes de acceder a este ministerio hay que pasar un tiempo de discernimiento –se reflexiona sobre la vocación diaconal–, un tiempo de formación –tres años de preparación teológica, pastoral, espiritual y comunitaria–, y un tiempo de pastoral –recibiendo los ministerios laicales de lector y acólito–.

Una vez ordenado, la respuesta del nuevo diácono no fue otra que la gratitud y, en una intervención al final de la celebración, las ganas de ponerse ya a trabajar: “Ha sido un gran día de alegría, de gozo y de dar gracias al Señor. Ahora, hay que trabajar mucho para servir a este mundo para hacerlo un poco más humano y más justo”.

En el nº 2.828 de Vida Nueva.

 

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