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Crisis de Dios y crisis de fe


Un libro Ángel Cordovilla (Sal Terrae, 2012). La recensión es de Olegario González de Cardedal

Crisis de Dios y crisis de fe, Ángel Cordovilla, Sal Terrae

Crisis de Dios y crisis de fe. Volver a lo esencial

Autor: Ángel Cordovilla

Editorial: Sal Terrae, 2012

Ciudad: Santander

Páginas: 184

OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL | Kant hablaba de una “teología física” y de una “teología ética”, dejando fuera la verdadera “teología teológica”, la que habla en audición y atenimiento fiel a lo que Dios nos ha revelado de sí y de sus designios. Aquellas hablan desde las razones, experiencias y esperanzas del hombre proyectadas sobre Dios, mientras que esta habla de las propuestas, promesas y esperanzas de Dios para los hombres. Así diferenciadas no las podemos separar: no se puede hablar de Dios sin ser conscientes del hombre que habla, del contexto desde el que habla, de las primacías y silencios que cada generación instaura al referirse a Él. De ahí que toda palaba sobre Dios esté afectada por los límites de los conceptos y por lo ilimitado de la memoria, del deseo y de la esperanza humana.

Este libro habla de Dios siendo consciente del lugar desde el que hoy el hombre habla u oye hablar sobre Él. Ese contexto es la cultura en medio de la cual vive y que le ofrece la trama y urdimbre tanto de su comprensión como de su acción. Dios y el hombre, en tales horas situados, son el tema de este libro.

Los hombres estamos hoy ante muchas cuestiones y tareas arduas: la paz, la justicia, el hambre, la convivencia solidaria entre pueblos y continentes… Cuestiones de pervivencia inmediata y cuestiones de sentido último: la verdad, la esperanza, el sentido, la salvación, el futuro, el prójimo. Estas se tejen y destejen en torno a otra cuestión primordial: Dios.

El título de este libro habla de crisis de Dios y de crisis de fe. El autor no ha inventado estas formulaciones. Las ha utilizado Ratzinger y Benedicto XVI: “Como sabemos, en vastas zonas de la tierra la fe corre peligro de apagarse como una llama que no encuentra alimento. Estamos ante una profunda crisis de fe, ante una pérdida de sentido religioso, que constituye el mayor desafío para la Iglesia de hoy. Por tanto, la renovación de la fe debe ser la prioridad en el compromiso de toda la Iglesia en nuestros días” ( 27/1/2012).

Con esta idea rectora se organizan los capítulos: La cultura o el escenario fundamental de la nueva evangelización (I); Crisis de Dios y nuevas imágenes de lo divino (II); Cambio de época. La fe en tiempos de crisis: ser cristiano en la cultura actual (III); Los caminos del hombre hacia Dios: la experiencia cristiana (IV); El primado de la caridad (V); Jesucristo, rostro camino y horizonte de la caridad en la vida de la Iglesia (VI).

A la luz de estos enunciados, se comprende el subtítulo del libro: Volver a lo esencial, a una palabra de verdad y de esperanza para el hombre desde lo que Dios en Jesucristo nos ha hecho posible desvelándonos nuestra mejor posibilidad: ser sus compañeros de alianza y sus testigos en el mundo.

La Iglesia tiene muchas tareas, todas tejidas entre sí; la hebra que debe enhebrarlas es el tesoro y perla que es la fe, de la que es pionero y consumador Jesucristo. No en vano, el último capítulo le está dedicado a él, “rostro, camino y horizonte de la Iglesia”.

Urgencia eclesial

El autor sitúa su obra en un contexto eclesial muy concreto: el Año de la fe (del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013). Esa es la máxima urgencia de la Iglesia: abrir una puerta a los hombres para que se adentren hasta el misterio de Dios, reconociéndole gozosos como fuente, fundamento y futuro de su vida; mostrar su rostro amoroso de Padre, vigía y defensor del hombre, por el que ha compartido destino en vida y muerte mediante la encarnación de su Hijo; iluminar aquellos estratos profundos de la conciencia humana donde alienta el Espíritu Santo y nos hace superiores a nuestra finitud y límites; suscitar hombres y mujeres que revivan la gesta del Buen Samaritano por antonomasia que fue Cristo, quien viniendo de su tierra divina nos ha encontrado caídos en el camino de nuestra historia, nos ha curado y ha proveído a nuestra sanación definitiva.

En una palabra, lo que fue la preocupación de la Iglesia desde sus primeros días: cómo “abrir a los gentiles la puerta de la fe” (Hch 14, 27).

Estos son los dinamismos que alientan este libro. Desde aquí habrá que iluminar situaciones concretas, tomar decisiones y llevar a cabo reformas eclesiales y tomar medidas disciplinares, en una interacción recíproca entre unas y otras, sin enfrentarlas o llevar unas al límite y dejando sin margen a las otras.

Otro contexto dentro del cual se sitúa el libro es el 50º aniversario del Concilio Vaticano II. Aquí el autor hace una confesión que es a la vez un programa, con fórmulas matizadas claramente identificadoras de líneas de pensamiento y de autores ante los que no oculta su posición: “El Concilio Vaticano II, en cuanto acontecimiento y doctrina, ha sido el ‘gran don’ de Dios a la Iglesia del siglo XX, que tiene que seguir iluminando a los católicos del siglo XXI. No es tiempo ni para un Concilio Vaticano III ni para un nuevo Syllabus. Hay que volver al Concilio Vaticano II” (p. 13).

Un rasgo característico de esta obra es lo que yo llamaría ecumenismo intracatólico hispano. Aquí están presentes los autores clásicos del siglo XX: los sistemáticos Lubac, Congar, Rahner, Balthasar, Ratzinger, Schleiermacher y Bonhoeffer, junto con los exégetas Schürmann, Schnackenburg, Bornkamm, Alonso Schökel, Fytzmyer, y los españoles de distintas líneas, no por afán concordista sino por referencia a los criterios objetivos de una teología que es libre cuando es lúcidamente consciente de sus específicos contenidos, criterios y método.

Este libro es exponente de una nueva generación teológica que esperamos bien formada, científica y eclesialmente seria. Junto al elogio al autor, que en la misma fecha publica un riguroso tratado sistemático sobre Dios, muestro mi alegría ante este anhelado florecer de la teología en España.

En el nº 2.828 de Vida Nueva.

Actualizado
13/12/2012 | 23:52
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