La penúltima batalla en Tierra Santa deja 172 muertos

mujer llorando y gritando en ciudad bombardeada en Gaza

La comunidad cristiana pide el desbloqueo de Gaza y el ingreso de Palestina en la ONU

mujer llorando y gritando en ciudad bombardeada en Gaza

M. Á. MALAVIA | La interminable historia de enfrentamientos entre Israel y Palestina ha vivido su último episodio con una crisis que, entre el 14 y el 21 de noviembre, ha concluido, según varias aproximaciones, con 172 muertos (167 palestinos y cinco israelíes, además de cerca de 1.500 heridos, la gran mayoría árabes).

Por ahora, porque la tregua firmada –gracias a la mediación de Egipto y los Estados Unidos– entre los representantes israelíes y los líderes de Hamas, gobernantes en Gaza, donde se originó el conflicto, parece extremadamente débil. Lo más preocupante de este episodio es que, pese a que las tensiones son siempre habituales, ha retomado la dinámica de hace unos años, cuando los bombardeos eran habituales en una y otra dirección. El riesgo de una guerra abierta parece ahora real, y con armamentos cada vez más mortíferos (por primera vez, como se comprobó al inicio de la crisis, un misil palestino llegó hasta Jerusalén).

Como siempre, la voz de la comunidad cristiana en Tierra Santa, que también sufre esta situación, ha clamado por la paz y el entendimiento entre todos. El primero en hacerlo fue Su Beatitud Michel Sabbah, patriarca latino emérito de Jerusalén, quien, en declaraciones a Fides, pidió ir a la raíz del conflicto israelo-palestino y poner en práctica soluciones.

A su juicio, estas incluirían acabar con el “embargo absurdo” del Ejecutivo hebreo en la Franja de Gaza, “que hace inhumana la vida diaria de un millón y medio de personas, fomentando sentimientos de hostilidad permanente hacia Israel”.

Además, otro gesto decisivo sería apoyar el ingreso de Palestina como Estado de pleno derecho en la ONU, con la calificación de observador permanente. Para Sabbah, en esta reivindicación deben comprometerse los líderes cristianos. Algo que, de hecho, ya antes de la crisis, hicieron más de un centenar de representantes de diferentes confesiones con un comunicado en el que solicitaban esto de la comunidad internacional.

El mismo día en que se firmó la tregua, Benedicto XVI, en el transcurso del Angelus, también se sumó al clamor por la paz. “El odio y la violencia no son la solución de los problemas”, concluyó. Por ahora, la penúltima crisis se ha zanjado. Aunque el peligro de una guerra vuelve con fuerza.

En el nº 2.826 de Vida Nueva.

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