“Escandalizados” por la “gran tragedia humana” de R.D. Congo

La llegada del M23 a RD Congo ha provocado la huida de la población

Alarma eclesial tras la última escalada de violencia rebelde en Goma

La llegada del M23  a RD Congo ha provocado la huida de la población

La llegada del M23 ha provocado la huida de la población

ALBERTO EISMAN | El pasado día 20, la ciudad congoleña de Goma cayó en manos del M23, un grupo armado que lleva varios años sembrando el terror en la región, y que asaltó la localidad ante la absoluta pasividad de las 1.500 fuerzas de la ONU (MONUSCO), en una prueba más de la ineficacia internacional frente a este conflicto.

La situación creada tras la irrupción de los rebeldes fue denunciada durante el encuentro que reunió en la capital del país, Kinshasa, apenas dos días más tarde, a presidentes de conferencias episcopales del continente y de 34 Cáritas africanas, que firmaron un llamamiento a la comunidad internacional en el que se muestran “escandalizados y sorprendidos por la escalada de violencia en el Este de la República Democrática del Congo, que está causando una gran tragedia humana”.

“Miles de hombres, mujeres y niños, las víctimas de esta guerra –denuncian– se han visto desplazados y abandonados en la miseria en Goma y sus alrededores. Se ven expuestos al mal tiempo, al hambre, las violaciones y todo tipo de abusos, incluyendo el reclutamiento forzoso de niños en el ejército. Esto constituye una ofensa a su dignidad como seres humanos y como hijos de Dios”.

Según Cáritas Goma, más de 100.000 personas han huido ya de los campos de refugiados y de las zonas donde habían buscado protección. Y aunque –como reconoce su director, el P. Oswald Musoni– la organización sigue trabajando y ayudando a los más necesitados, se vive y se trabaja con una gran incertidumbre sobre el futuro.

El acceso al rico subsuelo de la región es uno de los factores determinantes de este conflicto. “Somos conscientes de la contribución de la explotación de recursos naturales a esta situación y, por tanto, pedimos una explotación y distribución de recursos naturales limpia, justa y transparente, para que todos puedan beneficiarse”, reclaman los prelados, quienes solicitan a la Unión Africana, la Unión Europea, el Gobierno del Congo y otros de la región, así como a las compañías extractivas, que analicen las causas del conflicto para poder así acabar con la violencia.

También en Kenia

Poner fin a la violencia es también el deseo de la Iglesia de Kenia tras los convulsos sucesos de las últimas semanas. Primero, tuvo lugar el asesinato de 40 policías en el norte del país a manos de saqueadores de ganado. Días después, un ataque con bomba contra un matatu (furgoneta-taxi) se saldó con siete muertos y numerosos heridos.

Al imputarse su autoría a Al-Shabaab, en represalia por la intervención del ejército keniano en Somalia, en pocas horas se desató la furia de mucha gente contra los grupos de origen somalí que viven en la zona de Eastleigh (la “pequeña Mogadiscio”, por el gran número de somalíes que habitan allí). La policía intentó sofocar la situación con gases lacrimógenos y unidades antidisturbios, pero las peleas callejeras se prolongaron durante dos días más y provocaron la muerte de otras tres personas y 21 heridos.

Por si fuera poco, en Garissa (no lejos de la frontera con Somalia), tres soldados fueron asesinados –presuntamente también por Al-Shabaab–, con la subsiguiente respuesta del ejército y presión policial. Todo ello se suma a la tensión reinante desde hace algunos meses tras los ataques a varias iglesias.

Ante esta situación, la Comisión Episcopal Justicia y Paz ha difundido una nota de prensa, leída por su presidente y arzobispo de Kisumu, Zaccheus Okoth, en la que lamenta ver cómo los kenianos se lanzan contra sus hermanos, provocando muertes, destruyendo propiedades y sembrando el caos. Justicia y Paz llama a resolver las relaciones entre las diferentes comunidades y pide al Gobierno que haga el esfuerzo de reconciliar al país antes de que sea demasiado tarde.

La Iglesia lleva a cabo diversos proyectos de educación cívica en diferentes partes del país, subrayando la necesidad de vivir la coexistencia pacífica entre comunidades tribales y grupos religiosos. En su mensaje, los obispos apelan a este espíritu de tolerancia y piden a los agentes sociales que hagan esfuerzos extras para reconciliar al país.

Junto a la Iglesia católica, representantes del islam y de otras iglesias cristianas han realizado similares declaraciones pidiendo a sus fieles que desistan de oír a aquellos que inciten a la violencia.

Los brotes violentos han hecho que la tensión entre grupos étnicos y religiosos haya subido varios enteros en estos meses previos a las elecciones presidenciales de 2013, hasta el punto de que se teme una espiral de violencia similar a la que vivió el país en 2007 y en la que perecieron más de 1.500 personas.

En el nº 2.826 de Vida Nueva.

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