Summa Humanitate, un bastón para el caminar de la Vida Religiosa

José Ramón López, director operativo de Fundación Summa Humanitate

La Fundación ayuda en la gestión de sus obras a 29 congregaciones en dificultades

equipo de trabajadores de la Fundación Summa Humanitate

Agustín de Asís (izq.), con el equipo de la sede de Madrid

Summa Humanitate, un bastón para el caminar de la Vida Religiosa [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: LUIS MEDINA y SUMMA HUMANITATE | “Cada vez que una iniciativa eclesial desaparece significa que la Iglesia pierde un espacio en la sociedad que todos sabemos que es muy difícil que vuelva a tener”.

Así se lamenta Agustín de Asís, director gerente y uno de los iniciadores de la Fundación Summa Humanitate. Fruto de esta percepción, él y un grupo de laicos impulsaron en 2006 su propio método de acción al servicio de la Iglesia: “Éramos un grupo de amigos que, sin vinculación a ninguna realidad eclesial, sentíamos una verdadera preocupación por cómo afecta el descenso de vocaciones en el mantenimiento de las obras, fundamentalmente, de la Vida Religiosa. Todos colaborábamos, como laicos que somos, en distintos modos de voluntariado, pero de un modo informal. En mi caso, yo me dedicaba a la cooperación internacional en América Latina. Desde ese voluntariado, por ejemplo, ponía en contacto con instituciones españolas a religiosas que buscaban financiar proyectos para personas con sida. Así, hasta que llegó un día en que, en este grupo de amigos, nos dimos cuenta de que nuestra acción sería más eficaz si nos organizábamos de un modo profesional”.

Fruto de este afán, nació la Fundación Summa Humanitate. Una institución independiente, sin ánimo de lucro y al servicio exclusivo de la Iglesia. Una identidad en la que profundiza Agustín: “No somos una empresa, pues nuestro fin no es ganar dinero, y dejamos claro a otros colectivos que nos preguntan que solo trabajamos con entidades eclesiales”. En concreto, ofrecen sus servicios actualmente a 29 congregaciones religiosas y a cuatro diócesis. Principalmente, haciéndose cargo de la gestión de centros de los que son propietarias y que difícilmente, por escasez de miembros y alta edad de los mismos, pueden seguir asumiendo.

José Ramón López, director operativo de Fundación Summa Humanitate

José Ramón López, director operativo

Entre las obras que gestionan, la gran mayoría pertenecen al ámbito socio-sanitario. En concreto, 24 casas de hermanos mayores (enfermerías en las que los miembros más impedidos de una congregación son atendidos por los más jóvenes), nueve residencias de ancianos y tres centros de atención a personas en situación de vulnerabilidad. También cuentan con siete casas de espiritualidad y hospederías.

Todas las instituciones que trabajan con Summa Humanitate reciben apoyo administrativo y laboral –la fundación cuenta con 740 trabajadores, además de voluntarios–, asesoría jurídica y atención directa en todo tipo de asuntos rutinarios.

Pero, como insiste Agustín, “ellos siempre son los titulares. Nosotros les ayudamos con la gestión, pero no compramos o alquilamos sus centros. Nos limitamos a dar continuidad a iniciativas que atraviesan dificultades, con el objetivo de que no lleguen a cerrar. Nuestro fin es mantener sus obras y esperar un nuevo tiempo de oportunidades y de nuevas vocaciones en el seno de las propias congregaciones”.

Y, para ello, pone un ejemplo muy práctico: “Una orden es dueña de un centro de enseñanza que, en su día, fue impulsado por jóvenes hermanas que atendían a los alumnos y transmitían así el Evangelio. Pasó el tiempo, se hicieron mayores y no hubo nuevas vocaciones. Las que quedan y son más jóvenes se ven obligadas a atender a sus ancianas compañeras y no tienen tiempo para su labor educativa. Nosotros les ofrecemos, gratuitamente, un apoyo que les libere de esa tarea y les permita concentrarse en lo que auténticamente llena el carisma de su congregación”.

Algo que resulta fundamental, pues no solo se mantienen las obras materiales de las congregaciones, sino también su carisma.

José Ramón López, director operativo de la fundación, detalla en qué modo ponen en un punto primordial esta asimilación: “Tenemos clarísimo que la nuestra es una misión compartida. Cada congregación con la que tenemos relación en un proyecto imprime a este su espiritualidad. De ahí que sea fundamental que el personal que implicamos en esa obra conozca su carisma particular. Para ello organizamos cursos de conocimiento y, una vez al año, convocamos en cada espacio de acción un encuentro entre los trabajadores contratados por nosotros y los religiosos dueños del proyecto. En ellos, se detallan los principios de nuestra fundación y los de la comunidad religiosa. Estas reuniones son muy enriquecedoras para unos y otros, pues todos cuentan sus experiencias, y así se plasman, más allá del papel, la misión y valores del trabajo conjunto”. residencia de ancianos gestionada por Fundación Summa Humanitate

La apuesta por la formación es un pilar esencial en Summa Humanitate. Además de esas jornadas para profundizar en la misión compartida, la fundación también ofrece cursos para el conocimiento técnico de las labores a desempeñar. La mayoría están enfocados hacia lo sanitario, con charlas sobre cuidados paliativos y terapéuticos, atención a enfermos de alzheimer, resolución de conflictos…

“Esto le es muy útil –cuenta Agustín– a religiosos a los que les toca dirigir tareas muy concretas para las que no estaban preparados. Ellos tuvieron una formación espiritual, pero las circunstancias, por ejemplo, les han llevado a dirigir una enfermería para sus compañeros mayores. Ellos no tienen por qué saber cómo se atienden ciertas enfermedades. Por eso es necesario darles unas herramientas prácticas”.

Por el éxito de convocatoria con el que cuentan, está claro que llenan un anterior vacío: solo en 2011, acudieron a sus cursos más de 700 religiosos de un total de 82 congregaciones.

Apoyo a los misioneros

Otro de los campos en el que ya están trabajando es el de ofrecer apoyo a los religiosos misioneros. Cuando están de paso por España, les ofrecen formación jurídica y burocrática, enseñándoles el mejor modo de presentar sus proyectos a las administraciones públicas en busca de financiación.

En definitiva, como recalca apasionado Agustín, “nuestro fin último es ayudar en todo lo que nos sea posible a quienes desarrollan las obras de la Iglesia. Desde la gratuidad y la independencia, y trabajando por generar confianza en un mundo en el que no siempre es fácil, puesto que muchas congregaciones han sufrido casos de engaños, les apoyamos y aconsejamos en cuestiones tan simples como el trato con los proveedores para conseguirles los mejores precios en cosas esenciales en su día a día, como puedan ser el teléfono, la luz, el gas, los productos de limpieza o la comida. Por supuesto, nosotros no nos llevamos ninguna comisión. Somos los intermediarios y quienes inician el contacto, pero los cobros de los servicios van directamente de los proveedores a las casas contratantes”.

Fruto de esta confianza, se genera un ambiente que en Summa Humanitate definen como el de una gran familia, conformada por los distintos carismas de las congregaciones con las que trabajan. Un gran hogar asentado en Jesús de Nazaret que se aprecia en la sala de oración que la fundación cuenta en su sede central, en Madrid.

ella, cada día llegan peticiones de oración concretas, por personas concretas y con problemas concretos, plasmadas cada una en una hoja de papel. Como concluye José Ramón, el lema de la institución refleja perfectamente ese sentido de unión: “Ayudar a los que sirven y servir a los que ayudan”.monja realizando trabajos de restauración gestionada por Summa Humanitate

Una familia en crecimiento

Pese a sus escasos seis años de vida, la obra de Summa Humanitate no cesa de crecer. Incluso más allá de nuestras fronteras: a finales de año inauguran oficialmente en Florencia (Italia) su próxima oficina. Un crecimiento, este, que además hacen desde la diversificación.

Así, como explica su director gerente, Agustín de Asís, si bien al principio se especializaron en la atención de congregaciones del ámbito educativo con necesidades en sus espacios socio-sanitarios, al final también han acabado entrando propiamente en centros de enseñanza gestionados por órdenes religiosas: “Nos llamaban desde colegios y residencias universitarias pidiéndonos ayuda, pero entendíamos que este espacio ya era llenado por otras instituciones eclesiales. Al final, tras un proceso de discernimiento, aceptamos dar el paso también aquí, pero a través de una fundación hermana con nuestro propio carisma”.

Fue así como, en abril de 2011, nació Educatium Imprimis. Un miembro más en la creciente familia de Summa Humanitate.

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

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