La parroquia del futuro

Los nuevos tiempos desafían el lugar referente que ocupaba y se hace necesaria una redefinición

gente a la salida de la iglesia haciendo vida en parroquia

FRAN OTERO. Fotos: LUIS MEDINA | Recientemente, se celebró en España el Día de la Iglesia Diocesana, que este año apuntaba, como argumento para animar a colaborar en su sostenimiento, que la parroquia, la Iglesia, contribuye a crear una sociedad mejor. Son muchas las facetas a destacar. Pero, junto a una contribución que perdura desde hace mucho tiempo, ahora se abren nuevos retos, sobre todo, a nivel pastoral, que pueden redefinir el modelo o la forma de concebir una parroquia.

Los condicionantes son numerosos y muy importantes, entre los que destacan dos. En primer lugar, las cifras y los diferentes estudios apuntan a que la Iglesia ha dejado de ser el centro neurálgico de nuestros barrios o de nuestros pueblos. Ya no es la referencia. Y en segundo, también es menos importante el número de sacerdotes dedicados a las parroquias por la falta de vocaciones.

Hablan los párrocos

Y en este contexto, al que hay que añadir la preocupación de la Iglesia universal y de sus pastores por la nueva evangelización, Vida Nueva se pregunta y pregunta a párrocos españoles cómo ven la situación de la parroquia hoy, cuál debe ser el modo de estar en la sociedad, en definitiva, cómo debe ser la parroquia del futuro.

La primera respuesta la ofrece Juan Raya, párroco de Cristo Rey, en Andújar (Jaén), para quien la Iglesia ha dejado de ser el centro, “especialmente en los ambientes urbanos”, donde dejó de configurar el núcleo vital.

Para él, la raíz del problema radica en la desconexión entre fe y vida, circunstancia ante la que la Iglesia no sabe responder: “En el plano pastoral, todavía estamos muy pendientes de los números: los que vienen, los que se bautizan, los que participan en iniciativas catequéticas… Seguimos dando las mismas respuestas y propuestas para una sociedad de ambiente cristiano, cuando la realidad nos dice que ya no, que esta sociedad solo está barnizada de cierto cristianismo, que en muchos casos no es coherente con el Evangelio. Nos resistimos a aceptar la realidad”.

Según Severino Lázaro, párroco de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga, en el madrileño barrio de Ventilla, ciertamente las cosas han cambiado. Pero para él, lo que ha sido desplazado en la sociedad actual es la fe, y opina que “sigue siendo el lugar por excelencia para vivir el tesoro de vida que la fe cristiana encierra: la comunión”.

Qué ser y qué no hacer

¿Cómo afrontar esta situación? Para Antonio Becerra, “la parroquia tiene que huir de la tentación de cerrarse en sí misma y debe salir de sus muros para ser presencia significativa y transformadora en su ámbito social: para conocer a la gente y sus problemas, constatar sus necesidades, y ver cómo ser samaritana, compasiva y misericordiosa”.

Para destacar la función de la parroquia, Josep M. Ferrerons, rector de la Parroquia de San Pedro y San Pablo de El Prat del Llobregat (Barcelona) y director del Centre d’Estudis Pastorals, acude a Juan XXIII (“debe ser como una fuente en medio de la plaza que mane el agua viva del Evangelio de Jesús”) y a Juan Pablo II (“que sea la casa y la escuela de comunión”).

Más reflexiones sobre las causas y las posibles soluciones, en el reportaje completo, disponible solo para suscriptores.

La parroquia del futuro [íntegro]

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

 

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