El Papa culmina su cristología analizando la infancia de Jesús

Zygmunt Zimowski presidente Pontificio Consejo para la Salud, y Patrizio Polisca médico del Papa

En el congreso de Pastoral Sanitaria, defiende que la Sanidad no sea una “mercancía” elitista


El Papa concluye su cristología con el libro sobre la infancia de Jesús [extracto]

ANTONIO PELAYO. ROMA | Finis coronat opus, pudo decir Joseph Ratzinger cuando entregó a la imprenta el original del tercer volumen de su monumental obra sobre Jesús de Nazaret, que lleva como título La infancia de Jesús. Tras su primera traducción al italiano y al alemán, ya está disponible en otros veinte países. De la edición española se ha encargado la editorial Planeta. Próximamente, aparecerá también en catalán, a cargo de Claret.

Los cuatro capítulos iniciales del primer volumen comenzó a escribirlos en el verano de 2003 el que era entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Convencido como estaba de que iba pasar los últimos años de su vida en el retiro que se había preparado cerca de Ratisbona, en su Baviera natal, se propuso llevar a cabo este proyecto largamente acariciado. Su elección como Sucesor de Pedro pareció frustrar sus propósitos, pero en 2006 decidió proseguir con la redacción de su estudio biográfico-teológico del Nazareno, aprovechando hasta el último resquicio de su tiempo libre.

El primer libro, que cubre el período que va desde el Bautismo en el Jordán hasta la Transfiguración, apareció en 2007; y la segunda obra, desde la entrada en Jerusalén a la Resurrección, vio la luz pública en 2011. En total, pues, Benedicto XVI ha dedicado buena parte de sus últimos nueve años a escribir esta trilogía cristológica.

Este tercer volumen fue presentado en Roma a la prensa internacional el martes 20 de noviembre, en un acto al que estaba igualmente invitado el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Bajo la dirección del padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa vaticana, intervinieron el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura; la teóloga brasileña María Clara Bingemer; el salesiano Giuseppe Costa, director de la Librería Editorial Vaticana; y Paolo Mieli, periodista e historiador que es, al mismo tiempo, presidente de Rizzoli, la editorial italiana a la que se ha confiado la gestión internacional del libro papal.

papa Benedicto XVI con Paolo Mieli editor del tercer libro sobre la infancia de Jesús

Benedicto XVI con el editor Paolo Mieli y el cardenal Ravasi

Fundamento histórico

El cardenal Ravasi dividió su análisis del libro en cuatro binomios: historia y fe, historia y profecía, autor-lector, claridad y humildad. “Los 180 versículos de los Evangelios de Marcos y Lucas que relatan la infancia de Jesús –dijo– no son narraciones midrásicas, es decir, parábolas que comentan e ilustran una realidad teológica, sino referencias a una memoria histórica y familiar tan importante en la tradición judía. Por eso, su componente y su contexto histórico es fundamental”.

Es lo que el propio autor resalta en la página 70 (de la versión española) con estas afirmaciones: “Jesús ha nacido en una época que se puede determinar con precisión… Jesús no ha nacido y comparecido en público en un tiempo indeterminado, en la intemporalidad del mito. Pertenece a un tiempo que se puede determinar con precisión y a un entorno geográfico indicado con exactitud: lo universal y lo concreto se tocan recíprocamente”.

Paolo Mieli, citando a Soren Kierkegaard, resaltó que los Evangelios de la infancia no deben ser considerados como un mero libro de historia, sino que son inseparables de la fe, y citó este pasaje del libro de Ratzinger (página 124): “Los dos capítulos del relato de la infancia en Mateo no son una meditación expresada en forma de historias, sino al contrario: Mateo nos relata la historia, que ha sido meditada e interpretada teológicamente, y de este modo nos ayuda a comprender más a fondo el misterio de Jesús”. En ese sentido, a su juicio, el libro del Papa son en realidad dos, así que –concluyó con un guiño al mercado– “comprarlo es un buen negocio”.

Giuseppe Costa subrayó, por su parte, que “el estilo del autor es suelto, estimulante, nunca débil u obvio. Es un lenguaje que exalta su gran capacidad de escritura y de literatura”.

Como información editorial, dio este dato: el libro sale simultáneamente en nueve lenguas diferentes y en 50 países con una tirada de un millón de ejemplares impresos, a los que hay que añadir los e-book y los audiolibros. En los próximos meses, la obra estará traducida a 20 idiomas y estará lista para ser publicada en 78 naciones de los cinco continentes.

Traducción al español

Como curiosidad para el público de lengua española, diré que en la selecta bibliografía que Benedicto XVI cita en este volumen (casi toda ella alemana), se incluye Los evangelios de la infancia, del difunto biblista madrileño Salvador Muñoz Iglesias, en un libro editado por la BAC en 1986-1990.

La traducción a nuestro idioma, excelente desde todos los puntos de vista, ha estado a cargo del agustino español Juan Fernando del Río Sendino, que trabaja en la Sección Española de la Secretaría de Estado y que ya se ocupó de poner en buen castellano el segundo volumen de Jesús de Nazaret.

Por si a alguno de mis lectores le interesa conocerla, esta es mi opinión: este librito (poco más de 130 páginas) es el más atractivo de los tres que componen la obra de Ratzinger sobre Jesús de Nazaret. Ciertamente, es el más legible para una persona que no tenga una particular formación teológica; sencillo y al mismo tiempo audaz y profundo, me parece la fórmula más feliz para definirlo y recomendarlo.

Benedicto XVI no estuvo presente en la presentación de su libro, pero mandó a su secretario particular, monseñor Georg Gänswein. Estuvieron igualmente presentes el Sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu, algunos cardenales y miembros de la Curia romana, así como numerosos embajadores. Los editores fueron recibidos en audiencia privada al final de la mañana. No se había previsto que los periodistas pudiésemos hacer alguna pregunta…

Zygmunt Zimowski presidente Pontificio Consejo para la Salud, y Patrizio Polisca médico del Papa

El arzobispo Zimowski y Patrizio Polisca, médico del Papa, durante el congreso

Salud y evangelización

Los que seguimos la actualidad vaticana hemos estado bastante ocupados esta semana: del 15 al 17 de noviembre ha tenido lugar la anual Conferencia Internacional organizada por el Pontificio Consejo para la Pastoral Sanitaria, que este año ha tenido como lema El hospital, lugar de evangelización: misión humana y espiritual.

Tema que, como resaltó el presidente del dicasterio, Zygmunt Zimowski, interesa de modo especial a las 120.000 estructuras sanitarias que la Iglesia administra en los cinco continentes, que ofrecen a los enfermos el 17% de las camas disponibles en todo el mundo, y que deben ser “lugares especializados en evangelización también en los países tecnológicamente avanzados donde hoy constituyen una encrucijada de culturas y religiones, ámbitos de expresión profunda de la presencia de Dios y del apostolado de la misericordia”.

Al recibirles en audiencia el sábado 17, el Pontífice se refirió a la crisis económica que reduce los recursos destinados a la salud: “Justamente en este contexto, los hospitales y las estructuras de asistencia deben repensar su papel para evitar que la salud, en vez de ser un bien universal que hay que asegurar y defender, se convierta en una simple ‘mercancía’ sometida a las leyes del mercado y, por lo tanto, un bien reservado a unos pocos”.

Días antes, había recibido igualmente a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, que preside el cardenal Kurt Koch. “Un auténtico camino ecuménico –les recordó el Papa– no puede ser seguido ignorando la crisis de fe que están atravesando vastas regiones del planeta, entre las cuales están aquellas que fueron las primeras en acoger el anuncio del Evangelio y donde la vida cristiana fue durante siglos floreciente. Por otra parte, no pueden ser ignorados numerosos signos que testimonian la permanencia de una necesidad de espiritualidad que se manifiesta de diversas maneras. La pobreza espiritual de muchos de nuestros contemporáneos, que no perciben como privación la ausencia de Dios en sus vidas, representa un desafío para todos los cristianos”.

Dos jefes de Estado africanos fueron recibidos estos días en audiencia privada y solemne por Benedicto XVI. Se trata del presidente de Costa de Marfil, Alassane Outtara, y de Thomas Boni Yayi, de la República de Benín, país que, como se recordará, fue visitado por el Pontífice el pasado año de 2011.

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

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