Crónica de un divorcio teológico

manos entrelazadas de un padre y de un hijo

manos entrelazadas de un padre y de un hijo

JOSÉ LUIS PALACIOS | La controversia por la exclusión definitiva de los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación de quienes contraen segundas nupcias por lo civil sin anular su matrimonio canónico anterior llegó al Episcopado estadounidense en junio de 1972.

Aquel año, el obispo Robert Tracy, de Baton Rouge, Louisiana, invitó a parejas de su diócesis a frecuentar los sacramentos, poniendo como condición que se sintieran en conciencia realmente casados al considerar que sus matrimonios pasados en realidad no habían sido tal cosa o se habían terminado.

Dentro del mundo anglosajón, donde existen confesiones cristianas que tratan el divorcio canónico de modo distinto a como lo hace la Iglesia Católica, las conferencias episcopales de Nueva Zelanda y Australia firmaron una bella carta sobre este asunto titulada Cuando los sueños mueren, en 1982.

Sin duda, la controversia más llamativa ha tenido lugar dentro del Episcopado alemán, al que tanto tiempo perteneció el actual Benedicto XVI. De hecho, en 1994, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, intentó atajar la iniciativa de sus hermanos pastores en el Alto Rhin –Seier, Kasper y Lehmann– con un documento que pasa por ser la posición oficial de la Iglesia hasta la fecha en esta materia.

El cardenal arzobispo de Milán, Dionigi Tettamanzi, especialista en teología moral, también escribió una carta pastoral a sus diocesanos que habían contraído matrimonio civil tras haber fracasado el canónico anterior, en el año 2008, con el título El Señor está cercano a quien tiene el corazón herido.

El profesor emérito de Comillas, José María Díaz Moreno, ha dedicado un gran esfuerzo a la cuestión de los divorciados en la Iglesia y pasa por ser una de las mayores autoridades en este terreno en nuestro país. En su ministerio pastoral ha lidiado con estas situaciones, por lo que conoce “la angustia de muchos padres al tener que responder a sus hijos que les preguntan por qué no comulgan nunca si creen en la presencia de Jesús en la Eucaristía y les acompañan a misa”. De modo que se cuestiona: “¿Es fácil que los padres sepan explicarles que la Iglesia los considera en situación objetiva de pecado?”.

En su opinión, una conciencia católica no puede ignorar el conjunto doctrinal sobre la materia, pero tras valorar los antecedentes, se inclina por manifestar: “Personalmente sigo pensando, como afirma Benedicto XVI, que ninguno de nosotros tenemos una receta ya hecha, porque las situaciones son siempre diferentes”, en referencia al largo coloquio del Papa con sacerdotes del Valle de Aosta, en la Iglesia Parroquial de Introd, desarrollado en julio de 2005.

En el nº 2.824 de Vida Nueva.

 

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