Nueva evangelización: un Sínodo para volver a salir al mundo

papa Benedicto XVI en la clausura Sínodo Nueva Evangelización 2012

clausura del Sínodo Nueva Evangelización en Basílica San Pedro 28 octubre 2012

ESPECIALES: El Sínodo sobre la Nueva Evangelización

ANTONIO PELAYO. ROMA | Durante las últimas tres semanas, la Iglesia universal ha estado pendiente de Roma: el Sínodo buscaba respuestas a cómo relanzar en la sociedad actual el mensaje de Jesús. La nueva evangelización, concluyen, es tarea de todos los cristianos, que están llamados a la conversión pastoral y deben salir al mundo sin miedo.

La XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ya ha entrado en la historia. Como a los periodistas se nos piden juicios inmediatos sin que nos podamos refugiar en la defensa de la perspectiva histórica, usaré una terminología escolástica: notable tirando a sobresaliente en lo que se refiere a contenidos, y un aprobado por los pelos en lo que a comunicación concierne. Esta ha sido una de las grandes paradojas de este Sínodo: teniendo como tema la nueva evangelización, es decir, el relanzamiento de la Buena Nueva, de la “noticia” de Cristo, es lamentable que se haya encallado una vez más en una defectuosa e ineficaz política informativa.

La clausura oficial tuvo lugar en la Basílica de San Pedro el domingo 28 de octubre, con una solemne Eucaristía que fue presidida por Benedicto XVI (quien volvió a utilizar la plataforma móvil para desplazarse) y concelebrada por los 262 padres sinodales, en presencia del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Una ceremonia, pues, muy solemne y en la que la atención de todos se centraba especialmente en la homilía de Benedicto XVI, que convirtió el episodio de la curación del ciego Bartimeo en una glosa de la nueva evangelización.

Redescubrir la luz

“Bartimeo –dijo– podría ser la representación de cuantos viven en regiones de antigua evangelización, donde la luz de la fe se ha debilitado y se han alejado de Dios, ya no lo consideran importante para la vida: personas que por eso han perdido una gran riqueza, han ‘caído en la miseria’ desde una alta dignidad –no económica o de poder terreno, sino cristiana–, han perdido la orientación segura y sólida de la vida y se han convertido con frecuencia inconscientemente en mendigos del sentido de la existencia. Son las numerosas personas que tienen necesidad de una nueva evangelización, es decir, de un nuevo encuentro con Jesús, el Hijo de Dios que puede abrir de nuevo sus ojos y mostrarles el camino”.papa Benedicto XVI en la clausura Sínodo Nueva Evangelización 2012

Joseph Ratzinger reafirmó que la “nueva evangelización concierne toda la vida de la Iglesia” y subrayó tres líneas pastorales surgidas del Sínodo: “La primera corresponde a los sacramentos de la iniciación cristiana. Se ha reafirmado la necesidad de acompañar con una catequesis adecuada la preparación al bautismo, a la confirmación y a la Eucaristía. También se ha reiterado la importancia de la penitencia, sacramento de la misericordia de Dios”.

“En segundo lugar –añadió poco más adelante–, la nueva evangelización está esencialmente conectada con la misión ad gentes. La Iglesia tiene la tarea de evangelizar, de anunciar el Mensaje de salvación a los hombres que aún no conocen a Jesucristo (…). Es necesario rezar al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia un renovado dinamismo misionero (…). La globalización ha causado un notable desplazamiento de poblaciones; por tanto, el primer anuncio se impone también en los países de antigua evangelización”.

“Un tercer aspecto –señaló– tiene que ver con las personas bautizadas pero que no viven las exigencias del bautismo. (…) Además de los métodos pastorales tradicionales, siempre válidos, la Iglesia intenta utilizar también métodos nuevos, usando asimismo nuevos lenguajes apropiados a las diferentes culturas del mundo, proponiendo la verdad de Cristo con una actitud de diálogo y de amistad que tiene como fundamento a Dios que es amor”.

En el altar, bajo el baldaquino de Bernini, acompañaron al Papa durante el Canon de la misa los tres presidentes delegados (cuyo trabajo ha merecido elogios de todos), los cardenales John Tong Hon, obispo de Hong Kong; Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara; y Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa. También estaban el muy apreciado relator general, cardenal Donald Wuerl; el secretario especial, Pierre-Marie Carré, arzobispo de Montepellier; y el secretario general, Nikola Eterovic, cada vez más rodado en su misión controladora de la Asamblea y de sus decisivas fases previas.

A la hora del Angelus, el Santo Padre puso de relieve la gracia de “haber experimentado la belleza de ser Iglesia y de serlo precisamente ahora, en este mundo tal como es, en medio de esta humanidad con sus fatigas y sus esperanzas”.

Mensaje final

El primer resultado público de este Sínodo fue la publicación, el viernes 26, del Mensaje al pueblo de Dios, redactado por una Comisión al frente de la cual fue elegido por el Aula el inteligente arzobispo de Florencia, cardenal Giuseppe Betori. Fue él quien lo presentó a los periodistas en la Sala de Prensa de la Santa Sede, acompañado por el arzobispo de Manila, monseñor Luis Antonio Tagle (recién nombrado cardenal, con solo 55 años), monseñor Carré y el padre Federico Lombardi.

El Mensaje en cuestión –se supone que dirigido al “pueblo de Dios”, no a los especialistas, ni siquiera a los pastores– se extiende a través de once tupidísimas páginas con catorce párrafos y arranca con el pasaje evangélico de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Sicar, ya que, “como Jesús, también la Iglesia siente el deber de sentarse junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo para hacer presente al Señor en su vida, de forma que puedan encontrarlo porque solo Él es el agua que da la vida verdadera y eterna”.

cardenal Donald Wuerl relator general Sínodo Nueva Evangelización

El relator general del Sínodo, Donald Wuerl

Si tuviera que destacar lo que más me ha sorprendido de este Mensaje, sería su talante positivo nada plañidero, objetivamente asentado sobre algunas certezas. “Estamos convencidos –escriben– de que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar su Iglesia (…) Si esta renovación fuese confiada a nuestras fuerzas, habría serios motivos de duda, pero en la Iglesia, la conversión y la evangelización no tiene como primeros actores a nosotros, pobres hombres, sino al mismo Espíritu del Señor. Aquí está nuestra fuerza y nuestra certeza, que el mal no tendrá jamás la última palabra”.

La mirada que el Sínodo dirige sobre el mundo se basa sobre esta verdad: “No nos sentimos atemorizados –aseguran– por las condiciones del tiempo en que vivimos. Nuestro mundo está lleno de contradicciones y desafíos, pero sigue siendo creación de Dios (…). No hay lugar para el pesimismo en las mentes y en los corazones de aquellos que saben que su Señor ha vencido a la muerte y que su Espíritu actúa con fuerza en la historia”.

Insisten en esta disposición anímica al referirse a los jóvenes: “Nos sentimos cercanos a los jóvenes de modo muy especial porque son parte relevante del presente y del futuro de la humanidad y de la Iglesia. La mirada de los obispos hacia ellos es todo menos pesimista. Preocupada sí, pero no pesimista. Preocupada porque justo sobre ellos vienen a confluir los embates más agresivos de estos tiempos; no pesimista, sin embargo, sobre todo porque, lo resaltamos, el amor de Cristo es quien mueve lo profundo de la historia y además porque descubrimos en nuestros jóvenes aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de libertad, de generosidad, de las cuales estamos convencidos de que solo Cristo puede ser respuesta capaz de saciarlos”.

Habría que destacar más pasajes de este Mensaje iluminante: “A los pobres –se dice– les reconocemos un lugar privilegiado en nuestras comunidades, un puesto que no excluye a nadie pero que quiere ser un reflejo de cómo Jesús se ha unido a ellos. La presencia de los pobres en nuestras comunidades es misteriosamente potente: cambia a la personas más que un discurso, enseña fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida, exige oración; en definitiva, conduce a Cristo”.

Cuando llegó el turno de las preguntas, me permití abrir el fuego indicando al cardenal Betori que la largura excesiva del Mensaje me parecía un inconveniente insuperable para su difusión y, por lo tanto, se había perdido una oportunidad (así lo recogía al día siguiente en ABC su corresponsal, Juan Vicente Boo).

El cardenal encajó bien la objeción y reconoció que él hubiera deseado no superar las cuatro o cinco páginas, es decir, reducirlo a la mitad. Hubiera sido, sin duda, mucho mejor, pero incluso los que reconocían que el borrador presentado era largo insistían para que se añadiera algún punto que ellos querrían destacar…

58 propuestas para el Papa

Las propositiones son la contribución que los padres sinodales ofrecen al Papa para que, con la ayuda de expertos, escriba la exhortación apostólica que explicitará lo que durante tres semanas ha surgido del intercambio de pastores venidos de los cinco continentes.sesión en el Aula sinodal durante el Sínodo sobre la Nueva Evangelización

Las que nos presentaron el sábado 27 de octubre el relator cardenal Wuerl; el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, Jozef Michalik; y el arzobispo de Montpellier son 58, divididas en los siguientes apartados: introducción (1-3); la naturaleza de la nueva evangelización (4-12); el contexto del ministerio de la Iglesia hoy (13-25); respuestas pastorales a las circunstancias de nuestros días (26-40); agentes-participantes de la nueva evangelización (41-56); y conclusión (57-58). El listado completo de las 58 propuestas.

No disponemos de espacio suficiente para presentarlas. En la que hace el número 16 se propone al Papa que cree, dentro del Pontificio Consejo Justicia y Paz, una comisión especial que se ocupe de la libertad religiosa y de la libertad de conciencia en el mundo.

En el nº 2.822 de Vida Nueva.

ESPECIAL LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

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