Ideas para un cambio de ciclo en la Iglesia de Occidente

aula sinodal sesión del Sínodo sobre la Nueva Evangelización

aula sinodal sesión del Sínodo sobre la Nueva Evangelización

DARÍO MENOR. ROMA | El Sínodo sobre la Nueva Evangelización celebrado durante este mes de octubre en el Vaticano ha propiciado una interesante tormenta de ideas en la Iglesia sobre cómo afrontar el desafío de la descristianización.

Más allá de los puntos incluidos en la lista final de propuestas, que el Papa utilizará para redactar su exhortación apostólica postsinodal, en la Asamblea se han escuchado todo tipo de planteamientos para lograr que los alejados de la fe redescubran el Evangelio. Algunas de estas proposiciones eran de carácter local; otras, sin embargo, son de fácil aplicación para la mayoría de los países occidentales.

  • Implicación activa de los jubilados

Una de estas la hizo el cardenal húngaro Peter Erdö, arzobispo de Esztergom-Budapest y presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). Erdö destacó el “problema demográfico” de Occidente debido a la baja natalidad, que está poniendo en un brete al sistema social conocido hasta ahora.

Ante el envejecimiento de la población, propuso la implicación activa de los jubilados en la Iglesia, quienes ya trabajan como voluntarios en ámbitos como la caridad y pueden ser aún más protagonistas de la nueva evangelización. “Se trata de un sector creciente de la población que puede ofrecer mucho a la sociedad todavía durante años y que cuenta con una formación y una experiencia muy valiosa”, analizó el cardenal primado de Hungría.

Muchos de los obispos presentes en el Sínodo recogieron el guante lanzado por Erdö y se comprometieron a animar más y dar un mayor espacio a los jubilados de sus diócesis para que se impliquen en esta tarea.

  • Mejorar las homilías

Otra propuesta concreta, y que va en la línea marcada por el Papa de recuperar la importancia de los sacramentos, la hizo el cardenal estadounidense Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente del Episcopado de su país. Dolan, un pastor caracterizado por su entusiasmo y lenguaje espontáneo, pidió a los sacerdotes que se preparen más las homilías, de modo que estas sean claras y concisas.

Él, según dijo, “siempre está feliz en misa” y espera que los fieles tengan la misma sensación cuando participan en la Eucaristía. Es importante que los pastores cuiden sobre todo la misa del domingo, pues es el único momento que buena parte de los católicos dedica a cultivar su fe en toda la semana. “Para que sean buenas, las homilías deben ser cortas, directas al argumento y pronunciadas de un modo creíble, no leídas”, señaló Dolan.

  • “Cambio de época, conversión pastoral y misión continental”

Los participantes latinoamericanos en la Asamblea expusieron el fecundo recorrido realizado por la Iglesia del continente en el camino de la nueva evangelización. Fue tal el interés suscitado hacia la Conferencia de Aparecida que la Pontificia Comisión de América Latina distribuyó copias en italiano entre los padres sinodales sobre las conclusiones de aquel encuentro.

El propio Papa reconoció la importancia de la Misión Continental en la homilía de la misa con que concluyó el Sínodo. La consideró un ejemplo de la “creatividad pastoral” necesaria para dialogar con éxito con los alejados.

El mexicano Carlos Aguiar, arzobispo de Tlalnepantla y presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), explicó que la experiencia de Aparecida aporta tres conceptos al Sínodo: “Cambio de época, conversión pastoral y misión continental”.

  • Auténtica opción por los pobres

Otro latinoamericano, Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú (Argentina), habló sobre la importancia de la dedicación a los pobres en la nueva evangelización, una inquietud compartida por un buen número de padres sinodales.

“No es posible pensar una nueva evangelización sin un anuncio de la liberación integral de todo lo que oprime al hombre, el pecado y sus consecuencias. No puede haber una auténtica opción por los pobres sin un compromiso firme por la justicia y el cambio de las estructuras de pecado. Nuestra cercanía con los pobres no solo es necesaria para que nuestra predicación sea creíble, sino también para que ella sea cristiana y no ‘una campana que resuena o un platillo que retiñe’”, propuso Lozano.

  • Los inmigrantes musulmanes como oportunidad

Una reflexión interesante y original la hizo el islamólogo jesuita Samir Khalil Samir. Lejos de los discursos agoreros sobre el crecimiento de la población musulmana en Europa, a los que el Sínodo no fue ajeno, señaló que este fenómeno migratorio ofrece una doble oportunidad a la Iglesia.

La primera viene de la firmeza de la fe de las personas de religión islámica que llegan a Occidente: puede ayudar a los cristianos a superar su tibieza y a recuperar el orgullo de testimoniar su espiritualidad en público.

La segunda oportunidad es que con los musulmanes que viven en Europa se puede realizar un intercambio religioso y una labor de evangelización que resulta casi imposible en sus naciones de origen. “Me parece constructivo y positivo cambiar el registro y ver a los inmigrantes islámicos como un regalo de Dios”, concluyó el jesuita.

En el nº 2.822 de Vida Nueva.

ESPECIAL LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

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