Volver sobre las ideas de Vaticano II

dos jóvenes estudiantes en una biblioteca de un seminario

RAFAEL DE BRIGARD MERCHÁN, presbítero | Del Concilio Vaticano II y de esa época se extrañan dos cosas. La primera, que no se haya concretado el desarrollo de muchas propuestas de esa asamblea universal. La segunda, el agitar ideas, la controversia, los aires intelectuales, las rebeldías por buenas causas…, pero sobre todo lo primero, es decir, el gusto por las ideas. Especial 50º aniversario del Concilio Vaticano II

Afanosos, pero quizás sin mucho norte, no pocos miembros de la Iglesia salieron del tiempo conciliar a concretar mil y una iniciativas de todo orden, de las cuales hoy se podría hacer un minucioso examen para ver cuántas sobrevivieron. A la par de este “ventarrón de cosas”, las ideas, el pensamiento, los intelectuales, los escritores, quizás fueron perdiendo preponderancia, y mucha, en el contexto del pueblo de Dios.

En el medio eclesial se percibe un cansancio en el incesante trasegar de las cosas concretas, de las acciones que se ven. Dicho de otra manera, se respira en el ambiente un aire de que no basta con seguir creando obras y más obras, aunque todas o la mayoría de ellas sean justificadas y necesarias, sino que puede estar haciendo falta algo más de fondo.

Quizás hay que volver a barajar. Fue lo que hizo el Concilio Vaticano II. Lo justo sería toda una comunidad de personas que, en armonía con el magisterio petrino, cultiva nuevas ideas, las agita, las propone, las expone y, finalmente, las pasa al taller de los pastoralistas para que modelen los nuevos cristianos.

En el nº 2.821 de Vida Nueva. Volver sobre las ideas de Vaticano II, íntegro solo para suscriptores

 

ESPECIAL 50 AÑOS DEL CONCILIO VATICANO II

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