Raniero Cantalamessa: “Debemos apreciar lo que hay de bueno en otras religiones”

Raniero Cantalamessa predicador de la Casa Pontificia

Predicador de la Casa Pontificia

Raniero Cantalamessa predicador de la Casa Pontificia

VIRGINIA BONARD. Fotos: ENRIQUE CANGAS | Miembro de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, Raniero Cantalamessa (Colli del Tronto, Italia, 1934) abandonó la docencia en 1979 para dedicarse al ministerio de la Palabra, es decir, para predicar. [Extracto de la entrevista con Raniero Cantalamessa]

Lo ha hecho también a través de una prolífica producción bibliográfica. Nombrado predicador de la Casa Pontificia por el papa Juan Pablo II en 1985, Benedicto XVI lo confirmó en esa labor poco después de asumir el pontificado. Viajero infatigable, Vida Nueva le ha entrevistado en Argentina, donde acaba participar en el VI Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos celebrado en Buenos Aires.

– ¿Cómo se definiría a usted mismo?

– Soy un franciscano capuchino italiano nacido en Italia central hace 78 años. Fui ordenado sacerdote en 1958 y, después de haber enseñado en la Universidad Católica de Milán, dejé la docencia para dedicarme completamente a la Palabra de Dios, al ministerio de la predicación. Esto fue después de que recibí el bautismo del Espíritu Santo, hecho que cambió mi vida. Poco después fui nombrado predicador de la Casa Pontificia. Eso significa que doy una meditación, cada semana en Adviento y Cuaresma, al Papa, a los cardenales y a los obispos de la Curia romana. El Papa actual me ha confirmado y, en estos días, estoy preparando mi Adviento número 33 para la Casa Pontificia. Esto es lo que soy: un pobre servidor del Señor.

– Predicó para Juan Pablo II y ahora lo hace para Benedicto XVI…

– Lo importante en este ministerio no es el predicador, sino el escuchador: el Papa. Lo que es impresionante es que Benedicto XVI, con todo lo que tiene que hacer, se busca el tiempo para escuchar la charla de un simple sacerdote de la Iglesia católica. Juan Pablo II no faltaba nunca, incluso cuando a veces no estaba tan bien de salud. Solamente faltó un viernes porque estaba de viaje en América Central y, a la vez siguiente, vino derecho hacia mí pidiendo perdón por haber faltado. A Juan Pablo II lo veía antes y después de cada charla; a Benedicto, que es un poco más retirado, lo veo al final de cada serie de meditaciones. Es una persona muy amable, humilde y respetuosa.Raniero Cantalamessa predicador de la Casa Pontificia

Vida en comunidad

– ¿Cómo hace usted, que pareciera que vive en oración, para conectarse con lo cotidiano?

– [Se ríe] Soy un hombre muy normal. Como religioso, tengo la dicha de tener una vida de comunidad. En los últimos tres años tuve una gracia suplementaria: perteneciendo a la comunidad de los capuchinos, con el permiso de mis superiores, vivo en una ermita con tres monjas de clausura, en un lugar en la montaña, muy aislado, a una hora y media de Roma. Cuando no estoy predicando, ese lugar me ayuda mucho porque es un sitio de contemplación y de silencio. Apenas regreso de mis viajes a Italia, retorno a él.

– Pero usted no parece un ermitaño, precisamente…

– [Se ríe más fuerte] Mi vida es plena con el ministerio de la predicación en cada parte del mundo. Con mi edad tengo que reducir mis viajes, especialmente fuera de Europa. Los viajes intercontinentales comienzan a ser un poco pesados, hago dos por año. El primero de este 2012 fue a los Estados Unidos y México; este a Argentina es el segundo y ya por este año no hay más.

Pastores participativos

– Vino a Argentina invitado por el cardenal Bergoglio a celebrar los 50 años del Vaticano II. ¿Cómo evalúa el diálogo ecuménico en Argentina, donde se hizo el segundo retiro conjunto de sacerdotes y pastores?

– Soy permanentemente invitado por los hermanos protestantes a retiros pentecostales, anglicanos, pero no siempre se vive este estilo de ecumenismo donde estamos en el mismo nivel los protestantes y los católicos. Y bajo la presencia de la autoridad eclesiástica, lo que es importantísimo. Agradezco infinitamente al cardenal Jorge Mario Bergoglio por el ejemplo que da, porque es de los pocos que se comprometen estando presentes, no simplemente dando una bendición a una actividad. Él participa, está ahí. El Señor quiere que los pastores, como era Pablo, no dirijan los carismas desde el exterior, sino desde el interior, participando de esta Iglesia institucional y carismática al mismo tiempo. San Pablo disciplinaba los carismas, pero decía: “Yo hablo en lenguas más que todos vosotros”.

Me parece que un paso adelante sería que los pastores se den cuenta de que la Renovación Carismática es una cosa y el ser pentecostal es otra cosa, y que ambas no necesariamente coinciden. Este estilo de vivir el ecumenismo no significa apegarse a un movimiento. La Renovación Carismática puede tomar el aspecto de un movimiento en diferentes iglesias y lugares. En el conjunto, es una corriente de gracia destinada a toda la Iglesia. No tiene un fundador ni una espiritualidad; es el cristianismo vivido.

“El movimiento ecuménico y el interreligioso
avanzan juntos, porque serán
los cristianos unidos los que tendrán
que dialogar con las otras religiones”.

– Hace unos días, el Papa participó de una catequesis que impartió el arzobispo anglicano de Canterbury. ¿Usted cree que el siglo XXI será ecuménico o no será?

– Siempre recuerdo lo que el Señor decía en respuesta a los apóstoles cuando le preguntaron: “¿Es este el tiempo en el que se restablecerá el reino de Israel?”. Y el Señor respondió: “No les pertenece conocer los tiempos ni los momentos, pero recibirán el Espíritu Santo y serán mis testigos”. El desarrollo está en las manos del Señor. Hemos tenido la experiencia de que pueden ocurrir cambios dramáticos que no se esperaban, como la caída del comunismo. También los muros que hay entre los cristianos pueden caer si nosotros preparamos el terreno y si el Señor decide que este es el tiempo.Raniero Cantalamessa predicador de la Casa Pontificia

– Y con respecto a lo interreligioso, ¿lo analiza desde la misma lógica?

– Sí. Los dos movimientos, el ecuménico y el interreligioso, avanzan juntos. Por supuesto, la unión de los cristianos es un presupuesto que tiene que venir antes, porque serán los cristianos unidos los que tendrán que dialogar con las otras religiones. Es un escándalo que los interlocutores de las otras religiones no sepan con quiénes están hablando. La mentalidad común indica que los cristianos son cristianos. Como decía justamente en el encuentro que hemos tenido Julia Torres [fundadora del grupo Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo (CRECES )]: en Nigeria no matan a la gente porque son pentecostales o católicos, sino porque son cristianos. Según ellos, los cristianos somos una sola cosa; nosotros tenemos que resolver esto.

Mientras que se persigue el ecumenismo cristiano, se tiene que dialogar con las otras religiones. Y no solamente por motivos estratégicos –de otra manera habría una guerra santa–, sino porque pensamos que el Espíritu del Señor como creador actúa también fuera de la Iglesia de una manera, dice el Concilio Vaticano II, conocida solo por Dios. Cualquier verdad, dice santo Tomás de Aquino, descubierta por cualquier persona llega del Espíritu Santo. Debemos respetar y apreciar lo que hay de bueno en otras religiones.

– ¿Qué es lo que lo hace feliz?

– [Se ríe con ganas] Lo que de verdad me hace profundamente feliz es una persona: Jesús. Pero me gusta también tener momentos de tranquilidad, de paseo escuchando un poco de música y, aunque no resisto mucho tiempo, si encuentro algo verdaderamente valioso en el cine, trato de verlo.

En el nº 2.821 de Vida Nueva.

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