Editorial

La religión también vota en los Estados Unidos

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Desde sus mismos orígenes fundacionales, la religión permea el alma de los Estados Unidos. Muchos de los colonos que arribaron a sus costas, miembros de las llamadas iglesias no conformistas, lo hacían huyendo de las persecuciones que sufrían en el anglicano Reino Unido. Pusieron entonces rumbo al Nuevo Mundo con la idea de crear comunidades en donde vivir sus convicciones religiosas en un ambiente de mayor libertad.

Consecuentemente, esas nuevas fundaciones estuvieron desde un primer momento presididas por un clima de pureza moral y determinación a luchar por los principios emanados de su fe.

Hoy, la religión sigue siendo una parte muy destacada de la esencia de ese país. No hay ninguna oficial, pero de su peso nos da una idea un hecho tan común como la explícita referencia a la confianza que depositan en Dios que encontramos en las monedas y billetes de dólar.

En un momento de fuerte secularización, esta es prácticamente una excepcionalidad entre las naciones más desarrolladas del mundo. Como también lo es el hecho de que el perfil religioso de un candidato a presidir ese país pueda ser determinante a la hora de ganar unas elecciones en la que todavía es la primera potencia del mundo, tanto que, hoy por hoy, el país exesclavista conoce a un presidente negro, pero resulta inconcebible que alguien pueda llegar a la Casa Blanca siendo ateo o agnóstico.

El 6 de noviembre, los estadounidenses están convocados a elegir a quien les presidirá los próximos cuatro años. Y aunque el indiferentismo religioso también ha ido calando en las últimas décadas en una parte de la sociedad, los estudios nos muestran que la religión puede ser un factor que decida la balanza en favor del actual presidente, el demócrata Barack Obama, o el aspirante republicano, Mitt Romney.

Tanto Obama como Romney han cuidado
que en sus respectivas campañas electorales
hubiese guiños en donde quedase de manifiesto
que son hombres de fe, cumplidores con
sus respectivas confesiones religiosas.

Ambos han cuidado que en sus respectivas campañas electorales hubiese guiños en donde quedase de manifiesto que son hombres de fe, cumplidores con sus respectivas confesiones religiosas, las cuales marcan también algunas de sus políticas. O eso es lo que dicen.

En este sentido, es positivo comprobar la importancia que, dentro del pluralismo religioso del país, se da al hecho religioso, sin avergonzarse de ese sentido trascendente, tan en horas bajas en la secularizada Europa. Por mucho que algunos líderes religiosos clamen ahora contra un supuesto ataque a las libertades para profesar sus creencias, este país sigue siendo un ejemplo de respeto y tolerancia, a pesar de los graves momentos para ellas vividas tras los atentados del 11-S.

Sin embargo, esta peculiar situación tiene también sus peligros, no del todo conjurados en los Estados Unidos. Por un lado, que la fe del candidato marque de una manera determinante las políticas que han de aplicarse para el conjunto de la población.

A este riesgo (de gran calado ante las políticas globales y geoestratégicas de este país) se añade una cierta tendencia al mesianismo en determinados candidatos. Y, por otro, el papel que las confesiones, ante su influencia efectiva entre los votantes, crean que están llamadas a desempeñar como moldeadoras de las conciencias en medio de una sociedad plural.

En el nº 2.821 de Vida Nueva. Del 27 de octubre al 2 de noviembre de 2012

 

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