La nueva evangelización debe transformar la fe en vida

En las primeras sesiones del Sínodo, los obispos analizan las causas del secularismo

Aula sinodal en la primera sesión del Sínodo sobre la Nueva Evangelización

Aspecto del aula sinodal en la primera sesión

ANTONIO PELAYO. ROMA | Puedo pecar de ingenuo –pecado venial, en todo caso–, pero me ha parecido percibir que este Sínodo de los Obispos se ha abierto en un clima algo más positivo y optimista que en la mayoría de los anteriores. Dentro de tres semanas podremos comprobar si mi impresión es exacta o si, una vez más, una iniciativa potencialmente tan positiva como la reunión de obispos de todo el mundo con el Papa para discutir un tema de importancia para la Iglesia –y la nueva evangelización lo es, sin duda alguna– finaliza no con una decepción, pero sí con el convencimiento de que se podía haber hecho más y mejor. [ESPECIAL: La nueva evangelización]

La primera de las 23 congregaciones generales de esta Asamblea Sinodal comenzó a las 9 horas del lunes 8, en presencia del Santo Padre, quien, tras el rezo de la Hora Tercia, improvisó una meditación cuya pregunta inicial fue: “Detrás del silencio del universo, detrás de las nubes de la historia, ¿existe o no existe un Dios?”.

Luego afirmó: “Cristo no fundó la Iglesia como la forma de un Parlamento constituyente que tuviese que hacer la Constitución. La Iglesia no comienza con nuestro hacer, sino con el hacer y el hablar de Dios. No podemos hacer nosotros la Iglesia, sino solo conocer lo que Él ha hecho”.

Finalizada la meditación papal, comenzaron los trabajos sinodales propiamente dichos. Nos pareció muy novedosa la relación presentada por el cardenal arzobispo de Washington, Donald W. Wuerl, relator general de este Sínodo.

Donald Wuerl, cardenal de Washington, relator general Sínodo Nueva Evangelización

El relator general, cardenal Wuerl

“Hermenéutica de la discontinuidad”

El cardenal describió así el contexto de este Sínodo: “La situación actual hunde sus raíces precisamente en los desórdenes de los años 70-80, decenios en los que existía una catequesis verdaderamente escasa o incompleta en tantos niveles de instrucción. Hemos afrontado la hermenéutica de la discontinuidad, que ha permeado gran parte de los centros de instrucción superior y que ha tenido también reflejos en algunas aberraciones en la práctica de la liturgia. (…) Luego, de manera trágica, los pecados de unos han alentado la desconfianza en algunas de la estructuras ínsitas a la Iglesia misma”.

“La separación intelectual e ideológica entre Cristo y su Iglesia –había dicho antes– es una de las primeras realidades que debemos afrontar al proponer una nueva evangelización de la cultura y de la sociedad moderna (…). Uno de los retos que hoy hace que sea urgente la nueva evangelización, al mismo tiempo que pone barreras, es el individualismo”.

“El contexto del Sínodo es este: una sociedad que está cambiando de modo dramático y que es el trasfondo de la acogida de la fe al hacerla propia y transformarla en vida. La llamada a volver a proponer la fe católica, a volver a proponer el mensaje evangélico, a volver a proponer la enseñanza de Cristo es, precisamente, porque nos encontramos con tantas personas que inicialmente han escuchado este anuncio salvífico, pero después este mensaje ha perdido toda la frescura. La visión se ha desvanecido. Las promesas se han vuelto vacías o sin relación con la vida real”.

El cardenal Wuerl (del que volveremos a hablar más de una vez) urgió la necesidad de superar lo que llamó “síndrome del desconcierto”, equivalente a una falta de confianza en la verdad de la fe y en la sabiduría del magisterio que caracteriza nuestra época.

En el nº 2.819 de Vida Nueva. La nueva evangelización debe transformar la fe en vida, íntegro solo para suscriptores

 

ESPECIAL LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

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