José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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Bajada de comunión episcopal


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“La citada declaración ha generado una reacción interna en forma de nota de los obispos catalanes en donde, delicadamente, eso sí, se enmienda la plana a la Permanente…”.

La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha hecho pública una declaración sobre la crisis. Conviene repetirlo porque, probablemente, mucha gente no se habrá enterado: los obispos españoles se han referido en un breve mensaje a la grave situación que atraviesa España, que tiene a seis millones de personas en paro, a diez millones por debajo del umbral de la pobreza, a la mitad de sus jóvenes desesperanzados, a la otra mitad tratando de marcharse al extranjero para poder vivir una vida propia; una situación que incluso ha erizado el pelo del candidato mormón a la presidencia de los Estados Unidos, que ha proclamado, urbi et orbi, que él no quiere algo como lo que vive España para su país, solo faltaría…

Y conviene repetirlo porque lo que en realidad han recogido los medios han sido las apreciaciones que en ese texto se han hecho sobre el tema de los nacionalismos, en clara alusión al proceso independentista que, precisamente a causa de los duros efectos de la crisis económica, está siendo alentado por el Gobierno de Cataluña.

Ya nadie podrá volver a repetir que desde la CEE no se ha hablado de la crisis, como a menudo se le ha reprochado. Es la segunda vez, para más señas, aunque todavía lejos de las proclamas oficiales que no hace tanto hacía sobre, por ejemplo, Educación para la Ciudadanía, y con menos resignación flotando y sí más beligerancia en el espíritu y el cuerpo de la letra.

Porque esta declaración, titulada Ante la crisis, solidaridad, salvo algún destello, que estaría bien saber de qué manos ha salido, tiene un indudable efecto placebo, de fácil digestión para los políticos, los de ahora y los de antes, y con mínimos efectos secundarios en cuanto a denuncia profética.

Curiosamente, sus peores síntomas son para el propio cuerpo episcopal, pues la citada declaración ha generado una reacción interna en forma de nota de los obispos catalanes en donde, delicadamente, eso sí, se enmienda la plana a la Permanente: vamos, una bajada no de azúcar, sino de comunión episcopal en toda regla. Con el consiguiente desgaste en la credibilidad.

Ya solo nos falta que en el Sínodo alguien ponga también a España de ejemplo de lo que no se tiene que hacer en la nueva evangelización.

En el nº 2.819 de Vida Nueva.

 

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