¿Un Sínodo trascendental para la vida de la Iglesia?

papa Benedicto XVI anuncia la convocatoria del Sínodo para la Nueva Evangelizacion

Benedicto XVI convoca el Sínodo para la Nueva Evangelizacion, en junio de 2010

GRUPO DE SACERDOTES DE LA ARCHIDIÓCESIS DE ZARAGOZA (*) | Todos sabemos que el Sínodo de Obispos es una asamblea convocada por el Papa, en la que participan obispos escogidos de las distintas partes del mundo. Y se reúnen para estudiar las cuestiones que se refieren a la vida de la Iglesia universal, ayudando al Papa con sus consejos.

Toda Asamblea sinodal, y con mayor razón la actual, representa para la Iglesia entera una llamada a despertar inquietudes, ponerlas en común y cooperar en búsquedas y realizaciones. No hay duda de que el caminar de la Iglesia, en sus distintos niveles, está llamado a ser siempre sinodal.

Algunas claves fundamentales

El Instrumentum laboris nos dice que este es un momento de especial significación, y nos hace caer en la cuenta de que toda la Iglesia disfruta de una oportunidad excepcional. “Se celebra el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, el vigésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, y se abre el Año de la fe, convocado por el papa Benedicto XVI” (cfr. IL, 2).

Estos son los cauces en los que se sitúa la andadura del Sínodo. Y, en consecuencia, hay una meta que alcanzar: “El Sínodo será una ocasión propicia para poner en evidencia la necesidad de conversión y la exigencia de santidad que todos estos aniversarios estimulan” (IL, 2). Se trata de unos objetivos que siempre han formado parte de las propuestas de la Iglesia, pero ahora con sello de urgencia.

Si la Iglesia entera se siente cuestionada
en su ser y en sus prácticas y costumbres,
¿es imaginable que la Asamblea Sinodal
se contente con apaños superficiales,
sin entrar a fondo en los problemas?

Se afirma también, con todo énfasis, que la exigencia de la transmisión de la fe, en las actuales circunstancias, “debe ser un cuestionamiento de la Iglesia sobre sí misma (…) y pone en discusión a toda la Iglesia en su ser y en su modo de vivir” (IL, 39). Estas formulaciones resultan asombrosas.

Es necesario que las grabemos bien y que las reflexionemos a la luz del Evangelio para sacar conclusiones. Si es verdad que la Iglesia entera se siente cuestionada en su ser y en sus prácticas y costumbres, ¿es imaginable que la Asamblea Sinodal se contente con apaños superficiales, sin entrar a fondo en los problemas?

Y nosotros, ¿qué?

Aunque solo fuera por todo esto que venimos señalando, valdría la pena esforzarse para que esas pequeñas semillas, sembradas ya oficialmente a través de dicho documento, pudieran germinar y dar fruto, en lugar de caer en el olvido.

Todos tenemos la posibilidad de leer, estudiar y analizar, individualmente y en grupo, el Instrumentum laboris. Sería una pena que, debido a nuestros desánimos acumulados, por descuido, o por no caer en la cuenta de su importancia, dejásemos pasar este “tiempo oportuno”.

(*) Los firmantes de este artículo son: Fausto Franco Martínez, Florián Cuenca Arrizabalaga, Gregorio Forniés Roche, José J. Pérez Benedí, José I. Blanco Berga, Manuel Liarte Guardia y Raúl Romero López

En el nº 2.818 de Vida Nueva. ¿Un Sínodo trascendental para la vida de la Iglesia?, íntegro solo para suscriptores

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