Nikola Eterovic: “La Iglesia necesita reflexionar sobre el anuncio del Evangelio al hombre contemporáneo”

Nikola Eterovic, secretario general de Sínodo de Obispos

Secretario general del Sínodo de los Obispos

Nikola Eterovic, secretario general de Sínodo de Obispos

ÓSCAR ELIZALDE | Desde 2004, cuando Juan Pablo II lo nombró secretario general del Sínodo para los Obispos, el arzobispo croata Nikola Eterovic ha acompañado la preparación y realización de tres Asambleas Generales Ordinarias: La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia (2005); La Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia (2008); y, ahora, este mes, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

– ¿Cuál es la función del secretario general para el Sínodo de los Obispos?

– El Papa es el presidente del Sínodo de los Obispos, pero tiene algunos colaboradores. En particular, el secretario general tiene la función de preparar las asambleas sinodales, que son de tres tipos: ordinarias, extraordinarias y especiales.

– ¿Qué es el Sínodo de los Obispos?

– Es una asamblea en la cual el Santo Padre se encuentra con los obispos de todo el mundo, aunque no es posible que participen todos porque, actualmente, existen casi 5.000. Por eso, cada conferencia episcopal elige a sus representantes. El Sínodo se reúne cada tres años, durante tres semanas, para discutir con el Papa algunos temas de gran actualidad para la misma Iglesia y su misión en el mundo. Se desarrolla en un ambiente de oración, reflexión e intercambio, por lo cual resulta muy enriquecedor.

– ¿Quiénes participan en el Sínodo?

– Representantes de la Iglesia de los cinco continentes, de las Iglesias particulares, de cada una de las 114 conferencias episcopales. Si la conferencia tiene entre uno y 25 obispos, es representada por uno; si tiene entre 26 y 50 obispos, tiene derecho a dos representantes; si tiene entre 51 y 100 obispos, pueden participar tres; y si tiene más de 100 obispos, le corresponden cuatro.

“El Sínodo es una respuesta
a los deseos de los padres conciliares
de mantener vivo el espíritu de colegialidad
que surgió del Vaticano II”.

– ¿De cuántos participantes estamos hablando en esta convocatoria?

– De unos 250 obispos, que son los que tienen derecho a voz y a voto, pero también contamos con expertos auditores, que pueden ser sacerdotes, religiosos, religiosas, seglares; además de delegados fraternos de otras Iglesias y otros invitados especiales. En total, somos unos 400.

– ¿Cómo nació el Sínodo de los Obispos?

– Nació en el Concilio Vaticano II, en la última sesión, que se realizó del 14 de septiembre al 8 de diciembre de 1965. De alguna manera, es una respuesta a los deseos de los padres conciliares de mantener vivo el espíritu de colegialidad que surgió de la experiencia conciliar. La primera asamblea sinodal tuvo lugar en el año 1967. Hasta ahora, hemos tenido 25: trece asambleas generales ordinarias, dos asambleas generales extraordinarias y 10 asambleas especiales.

– ¿Cómo funciona el día a día en las sesiones del Sínodo?

– Tenemos un calendario de trabajo. En general, la primera semana se escuchan las contribuciones de los padres sinodales de varios países. Cada uno tiene cinco minutos para indicar algunos aspectos relacionados con el Instrumentum laboris: cómo se aplica en su país, cuáles son los logros, los aspectos que se deben profundizar… Después, hay grupos lingüísticos, de acuerdo con las lenguas oficiales del Sínodo, que son el español, el portugués, el inglés, el francés, el alemán y el italiano. En estos grupos, los obispos discuten sobre lo que han escuchado en la Asamblea y un cardenal va recogiendo todos los aportes, los cuales, con la ayuda de algunos expertos, se van constituyendo en un documento que es discutido primero en los círculos lingüísticos y, luego, se presenta a la Asamblea General para recibir observaciones. Posteriormente, se hacen proposiciones a través de textos breves, sobre los temas principales que han surgido en el trabajo. Estas proposiciones vuelven a los círculos lingüísticos para mejorar el texto, que, al final, deberán aprobar los padres sinodales antes de entregarlo al Santo Padre para que, después de un tiempo, publique un documento.

“La Iglesia necesita reflexionar lo que
el Espíritu Santo le dice
sobre el anuncio del Evangelio al hombre contemporáneo
que vive los desafíos de la secularización,
de la crisis económica, del fenómeno de la migración…,
ámbitos donde la Iglesia necesita
una presencia mayor y de calidad”.

– ¿Por qué el documento se publica con posterioridad?

– Porque durante el Sínodo no hay mucho tiempo para elaborar un documento tan importante. El mensaje que se publica al pueblo de Dios ha sido previamente discutido durante el Sínodo. Este documento recibe el nombre de exhortación apostólica postsinodal. “Exhortación”, porque exhorta a todos los fieles a vivir las palabras que allí se encuentran escritas; “apostólica”, porque es firmada por el Santo Padre; y “sinodal”, porque refleja las reflexiones que brotan del Sínodo. Por eso el Santo Padre, por lo general, habla al comienzo de la asamblea y, al final, hace una reflexión sobre los trabajos sinodales. El resto del tiempo prefiere escuchar a los obispos.

– Este Sínodo para la Nueva Evangelización será el segundo que se desarrolle sobre el tema de la evangelización…

– Así es. En 1974, el tema era La evangelización en el mundo actual. El Sínodo de ahora es, de alguna manera, continuación del que dio origen a la Evangelii nuntiandi, porque el mundo cambia, la cultura y las situaciones sociales y religiosas cambian, y la Iglesia necesita reflexionar lo que el Espíritu Santo le dice sobre el anuncio del Evangelio al hombre contemporáneo que vive los desafíos de la secularización, de la crisis económica, del fenómeno de la migración, del diálogo ecuménico, de los medios de comunicación digital…, ámbitos donde la Iglesia necesita una presencia mayor y de calidad.

En el nº 2.818 de Vida Nueva.

 

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