Misericordia con el inmisericorde

El terrorista de ETA, Josu Uribetxeberria Bolinaga

Agentes de pastoral penitenciaria del País Vasco y Navarra sostienen que nadie debería morir en la cárcel

El terrorista de ETA, Josu Uribetxeberria Bolinaga

El terrorista Josu Uribetxeberria Bolinaga

VICENTE L. GARCÍA. VITORIA | La excarcelación del preso etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga –quien fuera uno de los secuestradores de José Ortega Lara– por motivos humanitarios ha generado mucho debate en los últimos tiempos, sobre todo, en torno a si hay que aplicar una ley en beneficio de quien no tuvo piedad con su prójimo. [Misericordia con el inmisericorde – Extracto]

Fueron muchas las voces políticas que se manifestaron sobre esta cuestión, aunque también desde la Iglesia lo hicieron. Fue el caso, y en más de una ocasión, del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla. El prelado criticó que algunos pidan la excarcelación de presos por razones humanitarias y luego no sean capaces de condenar la violencia, pero también se preguntó si son cristianas y éticas expresiones como ‘que se mueran en la cárcel, que se lo tienen merecido’.

Munilla dejó claro que el mensaje cristiano es “inequívoco”, en el sentido de reclamar perdón y misericordia para el pecador. En su opinión, al terrorismo, además de derrotarlo, hay que “trascenderlo moral y espiritualmente”.

En la línea de la misericordia se muestra Fernando, diácono permanente y capellán adjunto de la cárcel de Pamplona: “No entramos a juzgar la ley, nos fijamos en la persona humana como hijo de Dios, hermano nuestro. Nadie debería morir en cautividad, haya hecho lo que haya hecho; nos pondríamos a la misma altura. Nuestro mensaje es el del perdón de Dios Misericordioso”.

En concreto, sobre el caso Bolinaga, añade que se ha aplicado la ley y que puede gustar o no, pero “el hombre está por encima de la ley y como creyentes, confiamos en el Dios Amor”. “¿Quiénes somos nosotros para no perdonar y juzgar? ¿Es que podemos pedir perdón por nuestras faltas y luego no perdonar a nuestro hermano? ¿Tenemos una doble vara de medir o una doble moral?”, añade.

En cualquier caso, la Iglesia está en las cárceles ofreciendo un servicio. Lo explica Jorge Muriel, de la pastoral penitenciaria de Bilbao, que define su labor como “el servicio de la diócesis para acercar y proponer la Buena Noticia a las personas privadas de libertad”.

“Por ello, nuestra actitud debe ser la lucha por la justicia como lugar excelente para hacer presente al Dios Jesucristo. No hay Buena Noticia sin luchar por la justicia de los débiles”.

La teoría está clara –continúa Muriel–, pero en la práctica influyen muchos factores; el más importante, que el enfermo o los familiares soliciten atención religiosa. En cualquier caso, tiene claro que “nunca se debe dejar morir a ningún ser humano ni dentro ni fuera de la prisión. Las leyes están para evitar tales inhumanidades”.

José Luis Gorrotxegui, al frente de la pastoral penitenciaria de San Sebastián, parte, para defender esto último, de las propias normas civiles: “Si el propio reglamento penitenciario prevé la clasificación en tercer grado o concesión de la libertad condicional para los penados enfermos muy graves con padecimientos incurables, por razones humanitarias y de dignidad personal, ¿cómo los cristianos vamos a tener menos humanidad, o no defender la dignidad de todo ser humano? ¿Cómo pensar que se debe dejar morir a alguien en prisión?”.

De su experiencia en la cárcel de Martutene, afirma que la administración penitenciaria “tiene la obligación de velar por la vida, integridad y salud de los internos y, desde mi experiencia, es la primera interesada en que nadie muera en la cárcel”.

“Lo que nos hace humanos”

Por su parte, José Ángel Martínez, capellán del centro penitenciario de Álava, cree que “la muerte en la cárcel –en 2010 fallecieron 185 personas, según Instituciones Penitenciarias– es lo más inhumano que existe”. “Por ello, la ley acepta que se pueda conceder un beneficio a ciertos internos. Es la misericordia con el inmisericorde lo que nos hace humanos, personas y cristianos. ‘Si perdonáis a los que os perdonan, ¿qué mérito tenéis?’, dice un tal Jesús al que seguimos. El odio, la venganza, la violencia…, lo mismo que han degradado a muchas personas que están en la cárcel, nos degradaría”, concluye.

Para Paloma Pérez, voluntaria de la pastoral penitenciaria de Pamplona, está claro: “Nos guste o no, si queremos seguir diciendo que nuestra sociedad es de progreso, debemos aceptar estos casos aunque nos repelan. Los debemos asimilar, porque para Dios todos somos hijos suyos, sin excepción”.

En el nº 2.818 de Vida Nueva.

 

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