Libros

El desafío de la nueva evangelización


Un libro de George Augustin (ed.) (Sal Terrae, 2012). La recensión es de Francisco José Andrades Ledo

El desafío de la nueva evangelización, Sal Terrae

El desafío de la nueva evangelización. Impulsos para la revitalización de la fe

Editor: George Augustin

Editorial: Sal Terrae, 2012

Ciudad: Santander

Páginas: 184

FRANCISCO JOSÉ ANDRADES LEDO | En el marco de la llamada de la Iglesia a revitalizar la tarea misionera desde la nueva evangelización y teniendo como telón de fondo la celebración inminente de la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, aplaudimos la publicación en castellano de esta obra, que recoge las ponencias del simposio celebrado en Vallendar (Alemania) por parte del Instituto de Teología, Ecumenismo y Espiritualidad ‘Cardenal Walter Kasper’.

La nueva evangelización se ha convertido en los últimos años en el faro de la propuesta pastoral de la Iglesia universal. Bien es verdad que la propuesta no está pensada de igual modo para cada una de las latitudes de la Iglesia, ya que pretende tener una incidencia mayor en los países considerados tradicionalmente católicos o con fuerte raigambre cristiana.

Es en estos lugares, principalmente identificados con los países occidentales, donde se hace más necesario un impulso evangelizador novedoso que supere la apatía en la que ha entrado la dinámica eclesial. Y es ahí donde la presente obra ofrece unas pautas de comprensión y una oferta de propuestas pastorales de sumo interés.

Su planteamiento global está marcado por el desafío, la tarea y la misión que tiene actualmente la Iglesia en su misión evangelizadora y la principal preocupación de este libro en su conjunto se formula en forma de pregunta desde el inicio: “En esta época de creciente ‘desclericalización’ y secularización es necesario preguntarse: ¿de dónde podemos extraer la energía necesaria para acometer la acuciante tarea de revitalizar la fe? ¿Cómo cabe propiciar hoy la nueva evangelización y la misión cristiana?” (pág. 9). Cada una de las aportaciones presenta sugerencias teológicas y pastorales en orden a cumplir hoy con la misión eclesial.

La obra parte de una constatación básica que, por difícil que resulte admitir, no por eso es intrascendente: en la situación actual de desclericalización y secularización juegan un papel determinante no solo factores externos de una sociedad postsecular, sino principalmente factores intraeclesiales que hablan de “la crisis de fe de los propios cristianos y de la Iglesia” (pág. 12).

Este análisis hace que se proponga desde el comienzo la superación de una visión puramente horizontal de la Iglesia (cuestiones de política intraeclesial, debates relativos a su estructura, luchas internas de grupos y asociaciones, etc.) por otra de orientación vertical, en la que la preocupación principal sea la dimensión divina y de trascendencia.

Esta es la única que puede hacer atractiva hoy la comunidad eclesial para el hombre a largo plazo y hacer posible que personas se vinculen a ella como comunidad de salvación. Cuando solo se le presenta como una doctrina moral para mejorar el mundo, por muy buena y necesaria que sea, se convierte en ineficaz para ser creíble y crear vínculo permanente con ella.

Clave del “éxito”

La clave del “éxito” evangelizador de la Iglesia está en presentarse como lo que es desde sus orígenes: una comunidad de creyentes en Dios que viven la relación con Él desde la experiencia de salvación, compartiéndola con los demás miembros de la Iglesia y haciendo partícipes al resto de la humanidad de ese gozo interior.

La preocupación por el hombre y su implicación en la mejora de sus condiciones de vida –compromiso moral y político a un tiempo– es consecuencia precisamente de esta relación personal con Dios, que considera a todos los hombres “hijos suyos”.

Por eso la nueva evangelización tiene que comenzar por el interior de la misma Iglesia y en cada uno de los cristianos, procurando colocar a Dios en el centro de todo cuanto emprende. La evangelización será una realidad solo cuando personas entusiasmadas por su relación personal y entrañable con Dios den un testimonio creíble de la importancia de la fe en Él con obras y palabras.

El principio de la encarnación (unidad de lo divino y lo humano) aplicado a la Iglesia y vivido por ella será el que haga posible la credibilidad de esta en medio del mundo contemporáneo. Solo será atractiva para el hombre si en su actuar humano es testigo de Dios, de la buena noticia del Evangelio de Jesucristo y espacio donde experimentar la salvación que procede de Él.

La crítica permanente a la secularización existente en el mundo y a su situación descristianizada no ayuda a presentar ese mensaje, ya que sitúa a la Iglesia en una posición encontrada o enfrentada al hombre actual y de permanente conflicto con él. La Palabra de Dios se encarnó entre los hombres (cf. Jn 1, 14) para hacer presente la salvación querida por Dios para ellos, asumió la condición humana para sanarla desde dentro y le confirió la dignidad de hijos de Dios.

El misterio de la encarnación de Cristo sirve igualmente hoy para la Iglesia, entendido de manera analógica como bien dice el Vaticano II (cf. LG 8), en la tarea de la nueva evangelización. Tiene que tomar en serio el mundo secular, sumergirse en él, sin diluirse (cf. Jn 17, 14-18), y ofrecerle desde dentro la propuesta salvadora de Cristo.

Resumiendo, podríamos sintetizar la obra en su conjunto con estas palabras del cardenal Walter Kasper: “Se trata de hablar de Dios y de Jesucristo de forma nueva, interpelante y enardecedora, de modo que las personas se sientan conmovidas y afectadas en su corazón y en su vida, el mundo sea transformado y la Iglesia vuelva a convertirse en hogar para muchos que se interrogan y buscan” (pág. 32). Es el reto evangelizador que la Iglesia tiene por delante en los próximos tiempos y que debe afrontar con determinación desde la confianza que procede de la asistencia del Espíritu Santo, verdadero artífice de la acción evangelizadora eclesial, ayer, hoy y siempre.

En el nº 2.818 de Vida Nueva.

Actualizado
04/10/2012 | 21:36
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