El valor de la palabra

cardenal Tarcisio Bertone, premio internacional Conde de Barcelona

cardenal Tarcisio Bertone, premio internacional Conde de Barcelona

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | “Reconocer el valor de las palabras e impulsar a aquellas personas, entidades jurídicas e instituciones que contribuyen con su trabajo creador a desarrollar los valores humanos de la solidaridad (…) haciendo uso de la palabra en todas sus manifestaciones”.

La importancia de la “palabra creadora” es la base del Premio Conde de Barcelona que, a instancias del Grupo Godó, editor de La Vanguardia, entregaba el martes 25 de septiembre en Pedralbes el Rey Juan Carlos al cardenal Tarcisio Bertone.

El acto en sí y los discursos pronunciados tanto por el Rey, como por el cardenal secretario de Estado o el cardenal de Barcelona, que presentó al premiado, tuvieron un denominador común: la necesidad de personas e instituciones, que en momentos de dificultad, sepan mantener en alto la esperanza.

Con la fuerza de las palabras ofrecieron un discurso de serenidad y concordia; de trabajo por la paz, la justicia y el desarrollo de la madurez ética de la Humanidad.

Cada uno de los que intervinieron tuvieron oportunidad de exponerlo con claridad y no pocos guiños entre líneas, teniendo en cuenta que las instituciones allí presentes en el escenario vienen atravesando por dificultades y turbulencias. La Monarquía, que no ha gozado de un año tranquilo por causas diversas; la Secretaría de Estado, tras los asuntos vividos con motivo del Vatileaks; y el llamado “asunto catalán” tras el Onze de Septembre.

Artur Mas acudía al acto una hora después de anunciar elecciones anticipadas. Pedí a Jordi Pujol un titular. Se sonrió y me dijo: “Tenemos elecciones, amigo, tenemos elecciones”. Un acto es importante no solo por su puesta en escena, sino también por el momento en el que se lleva a cabo. Y este no pudo tener mejor momento para articular discursos con mesura, prudencia y no poca argucia.

Junto a todo ello se escenificó en los discursos el fortalecimiento del eje Roma-Barcelona, anotado por todos de forma más o menos clara. Los cardenales Rouco Varela y Cañizares escucharon de labios de Martínez Sistach esta realidad que a veces no comparten. El nuncio se sintió apoyado por la lección que Bertone hizo sobre la importancia de la diplomacia en el mundo. Todos se sintieron apoyados.

El premio puso el escenario para algo importante y necesario: el fortalecimiento de puentes que unan a estas instituciones, especialmente en momentos de crisis y desamparo. La labor de la Iglesia en esta crisis económica, y su más profunda crisis moral, quedó de manifiesto ante un público variado del mundo de la Iglesia, la cultura, la economía, la educación y la política catalana.

No cabe duda de que en estas semanas convulsas por diversas razones y en las que las instituciones han de ser prudentes, el acto de ayer sirvió de aliento a la Iglesia y reconoció la necesidad de que continúe en la brecha, ofreciendo palabras de sentido, espacios de encuentro y obras que ayuden a paliar las necesidades de los más pobres.

No cabe duda de que se trata de un acto cargado de sentido que ha cumplido su misión: señalar caminos y mostrar valores. Un periódico es un mosaico de palabras y ayer pusieron palabras de esperanza en el mapa político, eclesial y cultural de Cataluña, España y Europa. Valió la pena.

En el nº 2.817 de Vida Nueva.

 

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