Benedicto XVI rememora su “conmovedor” viaje a Líbano

Paolo Gabriele, exmayordomo del Papa, juzgado por Vatileaks

Comienza el juicio por el robo de documentos del caso ‘Vatileaks’

Paolo Gabriele, exmayordomo del Papa, juzgado por Vatileaks

El exmayordomo Paolo Gabriele se sentará en el banquillo

ANTONIO PELAYO. ROMA | Parece que ha pasado ya mucho tiempo, pero el viaje de Benedicto XVI al Líbano es algo de antes de ayer, un acontecimiento aún muy reciente, aunque algunos actúan como si quisieran olvidarlo, borrarlo de los planos de actualidad.

El diario L’Orient-Le Jour titulaba ya así su primera página el 17 de septiembre: “Acabada la tregua pascual, vuelve la vida de siempre”, como si nada hubiese ocurrido, como si la visita del Santo Padre no fuese más que una tregua destinada a ser devorada por los ciclones del tiempo.

No piensan así en Roma y no es esta la valoración que se hace del influjo que la visita papal podrá tener en el país de los cedros y en todo Oriente Medio. Nadie espera, por supuesto, cambios espectaculares, pero es evidente que nadie se hubiera atrevido a imaginar días antes de que Ratzinger llegase al aeropuerto de Beirut que el programa se iba a desarrollar sin el más mínimo incidente y que la respuesta popular iba a ser tan cálida.

En su discurso-resumen del viaje, que hizo el miércoles 19 de septiembre durante la audiencia general, Benedicto XVI habló de las “extraordinarias jornadas” desarrolladas en el Líbano, calificándolas como “un acontecimiento eclesial conmovedor y al mismo tiempo una providencial ocasión de diálogo vivida en un país complejo pero emblemático para toda la región, por su tradición de convivencia y de activa colaboración entre los diversos componentes religiosos y sociales”.

banderas de peregrinos de Líbano en Castel Gandolfo septiembre 2012

Peregrinos libaneses en Castel Gandolfo

Mejor comprensión

El Pontífice no eludió referirse al “terrible conflicto que atormenta a Siria, causando, además de miles de muertos, un flujo de prófugos que se extiende en la región en búsqueda desesperada de seguridad y de futuro”; pero puso su esperanza, sobre todo, en el impulso popular que su visita ha proporcionado para que los libaneses y los medio-orientales continúen esa “importante experiencia de respeto recíproco, comprensión y fraternidad que constituye un fuerte signo de esperanza para toda la humanidad”.

Y para concluir, añadió: “Deseo que los diversos mensajes de paz y de estima que transmití ayuden a los gobernantes de la región a dar pasos decisivos hacia la paz y hacia una mejor comprensión de las relaciones entre cristianos y musulmanes”.

En esa línea han ido todos los comentarios de los colaboradores del Papa. En su editorial de L’Osservatore Romano, su director, Gian Maria Vian, escribía: “Muchísimos han sido los que han visto en este hombre de Dios, amable y al que los años han hecho más transparente –en un viaje que ha querido y que mantenido con una valentía impresionante–, el verdadero rostro de la Iglesia”.

Por su parte, en su editorial para Octava dies (el semanal de información del Centro Televisivo Vaticano), el portavoz vaticano subrayó que “la misión del profeta desarmado que iba sin incertidumbres, con decisión, a hablar de paz en una región y en un período de conflictos y protestas inflamadas, era un mensaje de fuerza y de evidencias no comunes”.

“El Papa y la Iglesia – recalcaba Federico Lombardi– hacen su parte por la paz en el mundo. Los que tienen instrumentos de poder político, militar o de comunicación deben hacer la suya en este empeño crucial para el futuro de la humanidad”.

Desde Beirut, el nuncio apostólico monseñor Gabriele Caccia –que desplegó toda su habilidad diplomática en la preparación del viaje– afirmó que el Papa, “como hombre de Dios, ha traído un mensaje de solidaridad y de fraternidad. En todos hay todavía una atmósfera de gran alegría. El país ha podido mostrar su rostro más bello, ha sido una ocasión para decir: juntos todos podemos hacer algo hermoso, importante para el Líbano y diría que también para Oriente Medio”. [Todos los discursos y las crónicas de la visita apostólica a Líbano]

Dos imputados por ‘Vatileaks’

Los vaticanistas andan estos días bastante agitados por el comienzo del proceso que los tribunales del Estado de la Ciudad del Vaticano abren el sábado 29 de septiembre contra Paolo Gabriele, ex asistente personal del Pontífice, y Claudio Sciarpelletti, técnico informático de la Secretaría de Estado; ambos serán juzgados por el delito de robo con agravantes. [A FONDO: Vatileaks: apuntes de zoología vaticana]

El padre Lombardi, en un encuentro con los informadores el 21 de septiembre, concretó algunos datos: el tribunal lo integrarán tres jueces, y los acusados –presentes en aula si no quieren ser juzgados en contumacia– estarán acompañados por sus abogados defensores (uno de ellos, Carlo Fusco, ha renunciado a la defensa, pero no así su colega Cristiana Arru).

No está excluido que unos u otros puedan requerir la presencia de testigos para interrogarles sobre algunos particulares aún no claros, y por lo tanto es imposible en estos momentos calcular cuánto puede durar esta primera fase judicial, aunque se supone que hay voluntad explícita, aunque no manifiesta, de que todo se desarrolle en el más breve espacio de tiempo posible.

Para disipar cualquier duda sobre la impecabilidad del proceso, el fiscal del Tribunal vaticano de Apelación, Giovanni Giacobbe, mantenía, el jueves 27, un encuentro aclaratorio con los periodistas.

Pero no son las exquisiteces judiciales las que preocupan a los vaticanistas, sino la decisión anunciada por el P. Lombardi de que en el aula del proceso será admitido un pool de solo ocho periodistas y que, además, no será posible grabar audiovisualmente ningún momento del mismo. Solo el Centro Televisivo Vaticano ofrecerá algunas imágenes, que –podemos imaginar– serán lo más anodinas posibles.

Esta decisión, que obviamente ha sido tomada en las más altas esferas, ha sembrado el descontento y los conatos de protesta entre la tropa periodística. En principio se ha dicho que, de los ocho puestos, cuatro serán ocupados por las agencias internacionales Associated Press, Reuters, France Presse y una agencia italiana, presumiblemente, Ansa. Los cuatro restantes serán elegidos por rotación.

Es obvio que hay una discriminación hispanófoba, puesto que se excluye del club de los fijos a la Agencia EFE, que escribe y distribuye sus noticias en castellano, la lengua hablada por la mayoría de los católicos existentes en el mundo.

cardenal Fortunato Baldelli, fallecido en septiembre 2012

El cardenal Baldelli

Al parecer, la cuestión no está del todo zanjada, y si sirviera para algo, me asocio a la propuesta hecha por Marco Tosatti, que fue durante lustros el vaticanista de La Stampa y que hoy sigue colaborando en el digital Vatican Insider: el proceso debería ser retransmitido en circuito cerrado a la Sala de Prensa de la Santa Sede y ser seguido por todos los profesionales que lo deseen. Sería una óptima ocasión para demostrar que no hay ninguna intención de ocultar la realidad o de camuflarla, como sospechan no pocos.

Fallece el cardenal Baldelli

En otro orden de cosas, el 21 de septiembre falleció el cardenal Fortunato Baldelli, que durante varios años fue nuncio apostólico en diversos países (Angola y Santo Tomé, República Dominicana, Perú).

Su penúltimo cargo como nuncio lo ocupó en París, hasta que, en 2009, fue puesto al frente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica; fue hecho cardenal en el siguiente consistorio, en noviembre de 2010. Sus funerales fueron presididos por el decano del Colegio Cardenalicio Angelo Sodano.

Con su muerte, los cardenales electores en un eventual cónclave serían, a día de hoy, 116, ya que el cardenal Baldelli contaba solo 77 años.

Por último, los obispos franceses han comenzado su visita ad limina, y al recibir en audiencia al primer grupo, del que formaba parte el arzobispo de Burdeos, cardenal Jean Pierre Ricard, Benedicto XVI les animó, entre otras exhortaciones, a sostener la iniciativa ‘Diaconia 2013’, destinada a promocionar en sus comunidades diocesanas y locales “el servicio a los hermanos, especialmente los más débiles”.

  • OPINIÓN: Libro, por Antonio Pelayo

En el nº 2.817 de Vida Nueva.

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