Rosa Chao: “En la actualidad, nuestro reto es ser profetas”

Rosa Chao, consejera general de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza

Consejera general de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza

Rosa Chao, consejera general de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Desde el próximo 21 de octubre, la Iglesia contará con un nuevo modelo para la vida de fe. Ese día, en Roma será canonizada Carmen Sallés, fundadora de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza.

Nacida en Vic (Barcelona) un 9 de abril de 1948, ingresó muy joven en el noviciado con las religiosas adoratrices, trabajando con mujeres en situación de marginalidad. Cuestionándose por los motivos que llevaban a estas a la delincuencia y a la prostitución, entró a formar parte de las dominicas de la Anunciata, dedicadas a la enseñanza femenina.

Tras 22 años fomentando la cultura y la fe tanto en la clase media como entre las mujeres obreras de Barcelona, en 1892 acabó fundando su propia congregación con una espiritualidad muy definida ligada a María Inmaculada.

Asentada entonces en Burgos, hoy la orden está presente en 16 países, contando en España con 14 centros educativos y dos residencias universitarias. Su consejera general, la hermana Rosa Chao, explica a Vida Nueva cómo se sienten en este período de gracia.

– A unas semanas de la canonización de su fundadora, ¿cómo vive la familia concepcionista este gran hito?

– Lo vivimos como una gracia muy grande, que podemos compartir con toda la Iglesia universal. Carmen Sallés fue una mujer que entregó toda su vida a Cristo, y ahora es su Iglesia la que la propone como modelo, ejemplo e intercesora. Ella se caracterizó por impulsar un ardor nuevo en la evangelización, lo que hizo, en gran parte, a través de la educación, que forma parte esencial de nuestro carisma misionero. En este momento, tenemos muy presente un lema suyo: “Adelante, siempre adelante; Dios proveerá”. Esa misma fuerza es la que nos lleva a querer mostrar a Cristo a los niños y jóvenes que hay en nuestras aulas, contribuyendo a iluminar su camino.

El modelo de Carmen Sallés

– ¿Cuáles son los principales referentes del carisma concepcionista?

– Desde el modelo de Carmen Sallés, tenemos muy presente su experiencia de amor por Dios. Era un amor que la llenaba por completo y que ella vivió en plenitud a través de la acogida a María Inmaculada. Desde que asimiló esta experiencia, su afán era tratar de imitar a María. Algo que trató de extender también al ámbito de la educación, buscando como referencia el intento de inocular ese amor a María en los niños. Nuestro modelo de enseñanza está basado en la contemplación de la Redención.

– El pasado verano en Madrid, en el XV Capítulo General de la congregación, eligieron como nueva superiora general a Isabel Moraza Herrán, misionera en el Congo de origen burgalés. ¿Cómo afrontan este tiempo social de dificultades que, para su congregación, además, es de cambio y consolidación, con su fundadora canonizada?

– El nombramiento de la hermana Isabel Moraza para el próximo sexenio nos supone una llamada a un nuevo ardor misionero y a renovar nuestro testimonio en el mundo. Está claro que nos anima mucho el que esta etapa comience con algo tan grande como la canonización de Carmen Sallés. Nuestros objetivos para este tiempo han de ser trabajar por una mayor identificación de nuestro carisma y saber concretarlo en nuestra vida cotidiana, que, ante todo, está llamada a la evangelización. Nuestro reto es ser profetas. Para ello, el camino es fortalecer nuestros procesos de formación propia. También los de los laicos que nos acompañan en nuestra tarea. Contamos con un Movimiento Laico Concepcionista con el que compartimos el carisma. Religiosas y laicos conforman equipos educativos que tienen claro el fin común: la evangelización.

– Por su acción centrada en las aulas, ¿en qué modo se ven afectadas por los recortes gubernamentales en la inversión educativa?

– La situación nos preocupa mucho, pero sobre todo porque los recortes afectan a muchas familias ligadas a nuestras escuelas y que están en situación de dificultad. De ahí que, con los recursos con los que contamos, hagamos una llamada a encontrar los valores esenciales de la persona, que son los que la equipan en su vida. A través de la enseñanza, tratamos de acompañar a la persona en un camino de descubrimiento de sus raíces más hondas y auténticas. Cada uno tiene una esencia regalada por Dios, aunque muchas veces no la veamos. Buscamos que cada uno descubra en Cristo su identidad.

En el nº 2.817 de Vida Nueva.

 

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