Líbano, un viaje que sacude las conciencias de Oriente Medio

viaje del papa Benedicto XVI a Líbano, joven con bandera y YouCat

viaje del papa Benedicto XVI a Líbano, joven con bandera y YouCat

DARÍO MENOR. BEIRUT | Durante los tres días que ha acogido a Benedicto XVI, el Líbano ha vuelto a demostrar que, como dijo Juan Pablo II, “más que un país”, sigue siendo “un mensaje”.

Ha enseñado al resto de naciones de Oriente Medio que la diversidad religiosa no es un problema, sino una fuente de riqueza que puede vivirse en comunión. También que la fraternidad es un objetivo posible que permite superar las diferencias sociales y culturales, enaltece a los pueblos y los lleva de la mano hacia la unidad y la paz. Como el buen profesor que descubre a sus alumnos cualidades desconocidas en ellos mismos, el Papa invita a pensar que la inestabilidad y la belicosidad no tienen por qué estar siempre presentes en el destino de esta región.

El viaje insufla esperanza en los cristianos orientales e intenta convencerles de que la solución a sus problemas no está en la emigración a Occidente. Por el testimonio que ofrecían muchos de los congregados en los actos más multitudinarios de la visita (el encuentro con los jóvenes en Bkerké y la misa del domingo en Beirut), parece que el mensaje de Benedicto XVI ha calado.visita papa Benedicto XVI Líbano jóvenes con banderas

“La estancia del Papa tiene un efecto muy positivo para Líbano y para todo Oriente Medio. Durante los años de la guerra civil trataron de dividirnos, pero no lo consiguieron. Luego parecía que solo había futuro para nosotros emigrando. Ahora la situación tampoco es fácil, pero con esta visita nos sentimos animados para seguir adelante”, contaba Youssef, un beirutí cristiano greco-melquita, en la céntrica explanada frente al mar de la capital donde se celebró la misa del domingo.

Joseph Bakoni, un informático de 22 años que participó en el encuentro de Benedicto XVI con los jóvenes frente al patriarcado maronita de Bkerké, mostraba un orgullo de “cristiano viejo” que le ayudaba a afrontar con perspectiva las actuales dificultades.

“Llevamos aquí 2.000 años y durante nuestra historia ha habido momentos más difíciles, con persecuciones terribles, como durante la época otomana. Entonces no había periódicos que denunciaran estas cosas ni preocupación por el respeto de los derechos humanos. La Iglesia ha sido perseguida desde su fundación, pero no han conseguido acabar con ella”, contaba.

“Si nosotros nos vamos, Cristo desaparece”

Aunque en su país sufre el acoso de los islamistas radicales, el caldeo iraquí Shwan, de 44 años, compartía la misma postura que el joven libanés. “Nuestra misión como cristianos es permanecer donde hemos nacido. Si queremos escapar de nuestra realidad, ¿cómo vamos a seguir el ejemplo de Jesús? Debemos afrontar el futuro con esperanza, no abandonando nuestras raíces. Si nosotros nos vamos de Oriente Medio, Cristo también desaparecerá de Oriente Medio”, advertía Shwan.

César González, sacerdote español, durante el viaje de Benedicto XVI a Líbano

El sacerdote español César González con un grupo de cristianos caldeos

Como muchos otros cristianos orientales, había viajado a Líbano con motivo de la visita papal. Junto a él había otros 220 caldeos, residentes en el Kurdistán, la región semiindepentiente del norte de Irak controlada por los kurdos. Les acompañaba el sacerdote español César González, miembro del Camino Neocatecumenal. “Formo parte de un equipo itinerante que se mueve por el Kurdistán y Bagdad, tratando de convencer a los cristianos de que no abandonen su país. Nuestra misión es darles esperanza y ayudarles a que vean que el cristianismo se puede vivir en Irak pese a las dificultades”, comentaba el P. César.

Los caldeos son la comunidad cristiana que más ha reducido su presencia en Oriente Medio en los últimos años. Tras la invasión de Irak en 2003, su número ha pasado de algo más de un millón de personas a 450.000 debido a la emigración. “Intentamos desmontarles el sueño de que en Europa o en Norteamérica todo va a ser más fácil para ellos. De hecho, ya estamos viendo casos de caldeos que han emigrado y regresan a Irak porque el desarraigo y el individualismo de Occidente les destroza por dentro”, aseguraba.

Un espaldarazo económico

Para un país como el Líbano, cuya proyección internacional es vital, el éxito de la visita supone un importante espaldarazo a su imagen y a sus perspectivas económicas.

Youssef El Khalil, musulmán chií y profesor de Economía en la Universidad Americana de Beirut, pensaba que su país había aprovechado esta oportunidad. “Durante los días en que el Papa está con nosotros, estamos mostrando al mundo que la pluralidad religiosa y social de Líbano se puede vivir con éxito. Este mensaje de paz y unidad es muy positivo para los negocios, que son el sostén económico del país. La estabilidad puede convencer a la diáspora libanesa de que invierta en el país, lo que ayudaría al desarrollo y a que disminuyan las desigualdades sociales”, explicaba El Khalil.

Jumana Trad, patrona de la Fundación Promoción Social de la Cultura, destacaba, por su parte, que “todos los partidos políticos habían apartado sus diferencias” con motivo de la visita: “Están todos callados escuchando al Papa. Es raro y estupendo ver esta falta de crispación. Esperemos que dure”.

También subrayaba la “ilusión” de los musulmanes por la llegada del Pontífice. “En el aeropuerto había incluso un grupo de scouts de Hizbulá. Este movimiento chií se ha volcado con el viaje”.

En el nº 2.816 de Vida Nueva.

 

VIAJE DE BENEDICTO XVI AL LÍBANO:

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