El ‘Ecce Homo’ de Borja: ¿síntoma o anécdota?

Más allá del revuelo mediático, subyace el esfuerzo por el cuidado del patrimonio y quién debe costearlo

una mujer fotografía la pintura del Ecce Homo del Santuario de Borja

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La burla y el escarnio por la restauración del mural del Ecce Homo del Santuario de la Misericordia de Borja (Zaragoza) ha creado un fenómeno mediático que suscita, al menos, varias reflexiones en torno a la conservación del inmenso patrimonio artístico de la Iglesia en tiempos de crisis. “Se han sacado las cosas de quicio. Dicho esto, esa no es la forma habitual en la que se tratan las obras de arte en la Iglesia”, aclara de inmediato Manuel Íñiguez, director del Secretariado de Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal.

La cuestión de fondo va más allá. ¿Podría tomarse la restauración de Borja como un síntoma del estado de la restauración y conservación del patrimonio artístico de la Iglesia, afectada sin duda también por la crisis económica?

El cristo de Borja, Zaragoza

El antes y el después de la pintura del cristo de Borja

Francisco García Martínez, director del Máster en Patrimonio Cultural de la Iglesia (Universidad Pontificia de Salamanca), y Manuel Íñiguez lo niegan tajantemente: “Lo sucedido es solo una anécdota particular”, dice García.

Y añade: “La mejora en el cuidado del patrimonio, en su valoración, en su respeto ha crecido de tal manera que ahora, quizá, el problema sea muchas veces el contrario: que la exaltación de la dimensión artística oculte el rostro icónico de la figura religiosa que tiene por finalidad que el hombre puede cruzar la mirada de fe con Dios”.

Para disfrute de todos

Eso sí, Íñiguez añade que “es evidente que tenemos un inmenso patrimonio e intentamos darle toda la atención. Aunque su estado es, en general, bueno, los delegados de Patrimonio y las diócesis están haciendo un gran esfuerzo y están muy pendientes. Hace falta mucho, mucho dinero. Pero intentamos administrar bien los pocos recursos que ahora tenemos”.

Sí es evidente que la Iglesia necesita ayuda pública para la custodia y conservación de su patrimonio artístico, para disfrute de los fieles y “de toda la sociedad”, como apunta Íñiguez.

¿Es imprescindible la financiación pública? García Martínez, desde la Pontificia de Salamanca, contesta: “Está claro que no podemos mantener todo nuestro patrimonio cultural con los solos medios eclesiales, y esto va a tener consecuencias que quizá no sepamos medir aún. En cualquier caso, sería prioritario que en los procesos de relación Iglesia-organismos públicos aparezca con suficiente claridad la pluridimensionalidad de lo que unos llaman obras de arte y, otros, obras de la fe expresadas artísticamente”.

El Gobierno, por su parte, anuncia el aumento del 1% cultural del Ministerio de Fomento (en 2010 se destinaron 69 millones) hasta el 1,5% y trabaja en la Ley de Participación Social y Mecenazgo.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.816 de Vida Nueva. El ‘Ecce Homo’ de Borja: ¿síntoma o anécdota?, íntegro solo para suscriptores

 

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