María Dueñas: “Las misiones en California son parte de nuestra historia”

María Dueñas, escritora

Publica ‘Misión Olvido’, homenaje a los misioneros franciscanos en EE.UU. de principios del siglo XIX

María Dueñas, escritora

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | A María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1954), doctora en Filología Inglesa y profesora titular en la Universidad de Murcia –ahora en excedencia–, el éxito de su primera novela, El tiempo entre costuras, le ha cambiado la vida. [Extracto de la entrevista con María Dueñas]

La segunda, y muy esperada, se la ha dedicado a los franciscanos españoles que “cristianizaron” la Alta California, y que fundaron su última misión, la de San Francisco Solano, en Sonoma, en 1823. Es Misión Olvido (Temas de Hoy): “El título, y la novela, juega con un doble significado: es un homenaje a aquellos misioneros franciscanos, pero también hace hincapié en el concepto de misión, de tener una misión en nuestras vidas y desarrollarla”.

Dueñas describe, por ejemplo, San Francisco Solano con la voluntad, según admite, de “devolver” al lector una historia que no debe olvidar: “En una esquina. Simple, blanca, austera. Con un porche sostenido por vigas de madera vieja recorriendo toda su longitud. San Francisco Solano, conocida popularmente como la misión Sonoma. El final de la cadena instaurada por los franciscanos españoles en su epopeya misionera; el último exponente del mítico Camino Real, esa ruta abierta por la que transitaron los frailes a lomos de mulas y a golpe de recias sandalias de cuero. Escoltada en la fachada, como sus hermanas, por una campana de hierro fundido colgada de travesaños, el símbolo que recorría California de sur a norte anunciando milla a milla que por allí se asentaron aquellos hombres austeros en un pasado no tan lejano”.

Hecho memorable

– Permítame que le diga que sorprende y mucho su ‘Misión Olvido’. Por muchas razones. La primera, que rescate la memoria y la obra de los franciscanos en El Camino Real en California… ¿Cómo llego usted a ellos, y por qué dedicarle, en gran parte, este libro?

– Durante un viaje al norte de California hace unos cuantos años, tuve oportunidad de visitar la Misión de San Francisco Solano, en el pueblo de Sonoma. Supe así que se trataba de la última misión del legendario Camino Real fundado por los franciscanos españoles. Me pareció una historia preciosa y me pregunté por qué nadie había incluido esto como componente literario en una novela. Tiempo después, decidí hacerlo yo.Misión olvido, María Dueñas, Temas de hoy

– Sobre todo, se centra en los que llegaron a principios del siglo XIX, como el “insumiso” José de Altimira, fundador de Sonoma… ¿Qué encontró en aquellos misioneros?

– Tesón, esfuerzo, una fe férrea y una lealtad enorme hacia su patria y su rey. La epopeya misional en California constituye un trozo memorable de nuestra historia en tierra americana.

– Intuye en la novela que la misión de San Francisco Solano no fue la última. Y habla de esa utópica Nuestra Señora del Olvido con la que juega el título. Más allá de ello, lo evidente son las huellas reconocibles de la fe de aquellos franciscanos aún hoy, ¿no?

– Las veintiuna misiones que constituyen el Camino Real sufrieron el abandono y la desolación durante décadas, una vez que fueron secularizadas hacia mediados del siglo XIX. Iniciado ya el siglo XX, fueron rescatadas del olvido, reconstruidas, y devueltas muchas de ellas a su plena actividad. Hoy todas pueden visitarse como recuerdo hermoso de una inolvidable época.

– ¿Qué ha supuesto para usted personalmente escribir esta ‘Misión Olvido’ de utopía franciscana?

– Creo que estas misiones son muy poco conocidas en España, a pesar de la gran implicación histórica que nos vincula a ellas. Por eso he tenido un gran interés en recuperarlas, integrándolas en mi novela como un elemento que me ha cautivado y espero que seduzca a los lectores también.

“Estas misiones de los religiosos son
muy poco conocidas en España, a pesar de
la gran implicación histórica que nos vincula a ellas.
Por eso he tenido un gran interés en recuperarlas,
integrándolas como un elemento que me ha cautivado”.

– Protagonista es en su novela, de nuevo, una mujer, la profesora Blanca Perea, que busca el rastro de Altimira. ¿Podríamos definir la novela como la búsqueda de un sueño?

– Yo creo que la novela constituye, sobre todo, una puerta abierta a la reconstrucción, la reconciliación y las segundas oportunidades, a la recuperación de la memoria de personas y hechos inspiradores que han caído en el olvido y que vale la pena rescatar.

– Cernuda y Ramón J. Sender están muy presentes en la novela, como esos hispanistas que homenajea con el personaje de Andrés Fontana. Es también esta una novela de universidad, de aprendizaje, de cultura… ¿Cómo la vive usted en este sentido?

– La novela rinde también, en efecto, un tributo al mundo de la enseñanza y a la transmisión de conocimientos y valores a través de la universidad, un mundo que me es muy cercano y querido porque a él he dedicado 20 años de mi vida profesional. He querido además recomponer la experiencia del exilio de aquellos intelectuales españoles que tan generosamente fueron acogidos por instituciones norteamericanas durante décadas, y que contagiaron su pasión por nuestra lengua, literatura y cultura a generaciones de estudiantes americanos.

Viaje de ida y vuelta

– También es una novela, digamos, de “relaciones internacionales”. Acerca de la relación España-Estados Unidos en los años 50, desde el punto de vista político, militar y económico. La obra, en este sentido, es muy didáctica. ¿España está más en California de lo que pensamos? ¿Están los Estados Unidos también muy presentes en el siglo XX español?

– Mi intención, efectivamente, ha sido vincular ambos mundos y ambas culturas a través de viajes de ida y vuelta. Franciscanos y exiliados españoles en América, y estudiantes y militares de las bases en España. Dos países en permanente reencuentro, aunque a veces olvidemos cuánto tenemos en común.

María Dueñas, escritora– Todas estas definiciones de la novela no son suficiente. También es una novela de viajes, en cierto modo, ¿no?

– Sí, me he esforzado por recrear todos los escenarios que pisan los personajes con rigor y verosimilitud. Reconstruyéndolos, trabajándolos para presentarlos tal como fueron. Viajes en el espacio y en el tiempo que nos trasladan a otros territorios.

– Básicamente a los años 50. Eso hace, inevitablemente, que hablemos de ‘El tiempo entre costuras’. Ya nada volverá a ser igual, al menos como autora, desde el éxito de su primera novela. ¿Cómo vive el éxito y todos esos lectores?

– Con muchísima gratitud, sobre todo, a los lectores que lo han hecho posible. Con la lógica satisfacción y alegría. Y con los pies en el suelo también.

– Se lo habrá preguntado muchas veces, pero ¿dónde piensa que ha estado la razón de ser de la pasión que ha levantado?

– En brindar a los lectores dos componentes paralelos. Por un lado, personajes creíbles, humanos e inspiradores con los que los lectores establecen una inmediata complicidad. Y, por otro, una trama ágil y fluida, con quiebros inesperados y constante dinamismo.

– ¿Qué va a encontrar el lector en común entre la épica histórica de Blanca Perea y la epopeya personal de Sira Quiroga?

– La peripecia vital de dos mujeres a las que la vida golpea, hiere y hunde. Ambas son capaces de levantarse y volver a echar a andar. Sus derroteros serán muy distintos, pero su esfuerzo por salir adelante es similar.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.815 de Vida Nueva.

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