El litigio de la PUCP añade nuevas cartas sobre la mesa

campus de la Pontificia Universidad Católica de Perú

Varias voces escenifican la división eclesial en torno a la Pontificia Católica del Perú

campus de la Pontificia Universidad Católica de Perú

Campus de la Pontificia Universidad Católica de Perú

MARÍA ROSA LORBÉS. LIMA | Desde que un decreto de la Santa Sede, con fecha del 21 de julio, prohibió a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) el uso de los términos “pontificia” y “católica”, se han ido evidenciado las distintas posiciones dentro de la comunidad eclesial sobre el futuro de este centro de estudios.

Así, a los pocos días de que la Asamblea Universitaria de la PUCP deplorara en un comunicado la resolución vaticana, y en respuesta a una indicación del cardenal Bertone en la que recordaba que la “ Conferencia Episcopal (CEP) debe sostener tanto la posición de la Santa Sede como la del Arzobispo de Lima, desautorizando con vigor cualquier intervención contraria”, el presidente del Episcopado, Salvador Piñeiro, expresaba “su plena adhesión a la decisión del Santo Padre” y llamaba a la PUCP “a respetar aquello que la Suprema Autoridad de la Iglesia ha decidido respecto a una institución que le pertenece”.

Aunque se pensó que este pronunciamiento sugería una posición unánime de la Iglesia sobre el caso, dos misivas posteriores, destinadas al propio Piñeiro, pero con otro enfoque, han marcado la opinión pública.

En la primera, el provincial de la Compañía de Jesús en Perú, Miguel Cruzado Silveri, con copia al superior general, a Bertone y a los prefectos de la Congregación para la Educación Católica y para la Doctrina de la Fe, recuerda que los jesuitas “están presentes en la PUCP desde su fundación, participamos activamente en su vida académica y pastoral, y la conocemos ampliamente”.

Más adelante, reconoce “que puede haber dificultades y la presencia efectiva de voces discrepantes con relación al carácter católico y eclesial de la PUCP. Sin embargo, consideramos que esas dificultades son, en cierto sentido, propias de toda institución universitaria que quiere promover la verdadera libertad y autonomía en la búsqueda y comunicación del saber.” Y añade que, “reconociendo estas dificultades, creemos, sin embargo, que la PUCP desarrolla su misión, en lo fundamental y de manera siempre perfectible, dentro del espíritu y orientaciones de Ex Corde Ecclesiae”.

El párrafo central expresa el “profundo pesar por una situación que ha terminado enfrentando públicamente a hermanos en la fe y perjudica seriamente el servicio eclesial” e invita a retomar el diálogo, sugiriendo que “la ansiada solución podría venir de la propuesta de reforma de estatutos acordada entre el Arzobispado de Lima y la PUCP el 31 de marzo”.

“De no conseguirse un acuerdo –prosigue–, se corre el riesgo de que la Iglesia pierda una institución académica de la mayor calidad y excelencia, y, por la polarización de las posturas, se exacerben los sentimientos de amargura y animadversión contra nuestra Iglesia. Al tiempo, nos preocupa hondamente la negativa repercusión que podrían tener para la tarea evangelizadora los juicios pendientes en varias instituciones judiciales del país, más aún si el conflicto trascendiera al plano internacional”.

Luis Bambarén, obispo emérito de Chimbote, Perú

El obispo Bambarén lamenta el comunicado de la Conferencia Episcopal Peruana

Pastores, no legisladores

La segunda carta es de Luis Bambarén, obispo emérito de Chimbote, y quizás la figura mediática más representativa de la comunidad jesuita peruana. Secretario general del Episcopado y luego presidente (1999-2002), con lenguaje bastante claro, Bambarén califica de “lamentable” el comunicado de la CEP, que ha decepcionado a miles de jóvenes y fieles, al verse afectada su pertenencia a la Iglesia, porque se sienten como “ovejas sin pastor”.

El prelado critica que se haya reducido el caso al ámbito canónico y legal, olvidando la repercusión pastoral, y recuerda que su labor es la de ser pastores, no legisladores.

Reconoce con preocupación que lo que era un problema local entre el Arzobispado y la PUCP ha pasado a ser de la Iglesia, dañando al pueblo de Dios. Precisa que “obediencia y fidelidad plena al Vicario de Cristo y a nuestra Iglesia, SÍ. ¡Yo por esto daría la vida! Pero fidelidad al Gran Canciller y sometimiento de nuestra Conferencia a su conducción en el caso de la PUCP, NO”. Concluye señalando que, más que la Universidad, pierde la Iglesia.

Por su parte, el arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani, tildó de “falta de respeto” la carta de Bambarén y, sobre el litigio con la PUCP, dijo que “todo está en manos de la Secretaría de Estado vaticana”.

La situación es muy compleja, el pleito en lo civil y en lo canónico puede demorarse meses, incluso años, pero la existencia de diversos criterios y prioridades pastorales en la Iglesia y en la opinión pública es evidente. El diálogo es el único camino.

En el nº 2.815 de Vida Nueva.

LEA TAMBIÉN:

Compartir