Venezuela, un país pendiente del camión de la mudanza

La violencia, el uso del petróleo o el populismo, decisivos para las presidenciales del 7 de octubre

Venezuela coches por la carretera y casas en la colina

Texto y fotos: JAVIER F. MARTÍN | Dos familias y dos empresas de mudanzas estarán muy pendientes de lo que ocurra en Venezuela el 7 de octubre. Lo menos importante de lo que pase ese día electoral es lo que afecta a la logística de las familias de Hugo Chávez y Henrique Capriles. Lo que se dilucida es el futuro de un país lastrado por la violencia, por una economía dependiente del petróleo, por el populismo de las políticas de los últimos años, y donde la Iglesia se ha convertido en el referente moral de la nación.

En las calles de Caracas, Valencia, Barquisimeto, Guanare o Maracaibo hay sensación de miedo. Si eres nacional o extranjero, empresario o estudiante, agricultor o ama de casa tienes riesgo de ser atracado o sufrir un secuestro exprés. El disparo y el navajazo se han convertido en carta de presentación para uno de los negocios más lucrativos del país: la violencia.

Los muertos que desangran cada rincón del Estado venezolano son demasiados, son cifras de países en guerra, y que provocan psicosis entre la población. Por primera vez en seis años, el Ministerio del Interior, a través de su titular, Tarek El Aissami, ha hecho públicas las cifras: 14.092 personas asesinadas en 2011. Este número, sin embargo, ha sido cuestionado por el Observatorio Venezolano de la Violencia, que estima que el dato real alcanza las 19.336 víctimas directas de esa lacra.

El cardenal Jorge Urosa y Hugo Chávez

El cardenal Jorge Urosa y Hugo Chávez

Por primera vez en muchos años, la violencia se ha colado en el debate electoral, hasta el punto de que el presidente Chávez presentó el pasado 20 de junio la misión ‘A toda vida Venezuela’ para combatir la delincuencia. Sin poner nombres ni cargos a nuestras fuentes, nos dicen que “Venezuela no garantiza el orden interno de forma intencionada. Podríamos decir que la violencia es una política de Estado muy útil para que el Gobierno se mantenga en el poder”.

“Chávez es un pueblo”

La figura de Hugo Chávez es tan mayúscula que pone en sombra casi todo lo demás. La historia venezolana, si se toman las proclamas presidenciales, comienza con el libertador Simón Bolívar y acaba con el propio Chávez. En medio, parece no haber nada.

Ha asimilado su figura al país y a su historia. Si estás con el presidente, ‘eres’ venezolano. Si no lo estás, puedes ser acusado de antipatriota. En la campaña electoral, el mismo presidente dice en un anuncio televisivo: “Chávez ya no soy yo. Chávez es un pueblo”.

La palabra de Chávez ha tomado el rango de decreto ley, incluso cuando está fuera del país. Sobre esta realidad, el cardenal Jorge Urosa subraya que el país sufre una “gran fragilidad institucional y legal. El país funciona por lo que dice el presidente”, incluso cuando este se pronuncia a través de los ciento cuarenta caracteres de Twitter.

Chávez ha asimilado su figura
al país y a su historia. Si estás con el presidente,
‘eres’ venezolano. Si no lo estás,
puedes ser acusado de antipatriota.

El pueblo ha sido el referente del presidente en estos trece años de mandato. El discurso se ha vuelto popular, al igual que las políticas. En algunos casos, se percibe que lo popular ha traspasado sus límites y ha alcanzado el populismo.

Sin nombres y apellidos que unir a las declaraciones, nos dicen que “Chávez ha empatizado con el pueblo. Aunque no solucione los problemas, la gente dice ‘Sé que Chávez me quiere’. Y en este contexto, el presidente se ha convertido para muchos en la única esperanza. Estamos ante una relación afectiva, no racional. Y eso se produce porque, como país, tenemos una mentalidad infantil”.

En campaña electoral, Henrique Capriles ha tirado a la cara de Chávez los cuatro millones de venezolanos que, según el candidato de la oposición, se acuestan todas las noches sin cenar. Según fuentes consultadas, “Chávez ha reducido la pobreza severa del país. Es un mérito que nadie le puede quitar. Además, ha puesto la realidad de los pobres del continente encima de la mesa de los dirigentes. Y es algo que nadie había hecho hasta ahora”.

Henrique Capriles, candidato de la oposición en las elecciones presidenciales Venezuela

El candidato opositor Henrique Capriles

El presidente se ha responsabilizado de salvar al país de sus pobrezas y necesidades y, bajo esa perspectiva, ha impulsado iniciativas como la Misión Vivienda, o la Misión Che Guevara.

Monopolizar la atención a los desfavorecidos

Están enmarcadas en la Misión Cristo, que es “la Misión de las misiones, es la unión de todas las misiones, de todos los amores, de todos los esfuerzos de todos nosotros, según la concibe el actual presidente Chávez para darle igualdad y justicia, y, por tanto, paz verdadera a nuestro pueblo, a esta patria de Bolívar”. Esta Misión pretende erradicar la pobreza en 2021.

Además de adueñarse del nombre, Hugo Chávez pretende monopolizar la atención a los colectivos desfavorecidos. La idea que debe calar entre el pueblo es que el único que está con ellos es el presidente.

A pesar de la obligatoriedad del anonimato, merece la pena escuchar a quien nos dice que “la democracia no debe ser unilateral, ni se puede utilizar a los pobres para mantenerse en el poder”.

Chávez pretende monopolizar la atención
a los colectivos desfavorecidos. “Al no dársele a la Iglesia
un papel de intercesora básica para la atención de
las necesidades sociales básicas,
se nos han reducido las ayudas”.

Aunque el trabajo gubernamental con los más desfavorecidos es cierto, también lo es el que viene realizando la Iglesia católica a través de distintas iniciativas sociocaritativas o educativas.

Los comedores sociales, Cáritas y el trabajo silencioso de tantos también ayudan a conseguir el objetivo, a pesar de que, como reconoce el arzobispo de Maracaibo, Ubaldo Santana, “al no dársele a la Iglesia un papel de intercesora básica para la atención de las necesidades sociales básicas, se nos han reducido las ayudas”.

Choques con la Iglesia

La Iglesia se ha convertido en los últimos años en objeto de la dialéctica del Gobierno y, de manera especial, de su presidente, quien ha calificado al cardenal Urosa de “troglodita” en reiteradas ocasiones, ha aventurado que la Iglesia católica es aliada política de la oposición, o que el papa Benedicto XVI “no es ningún embajador de Cristo en la Tierra”.

Los excesos verbales de Chávez contra la Iglesia se han suavizado en los últimos meses. Desde que se diagnosticó su enfermedad, el presidente no ha tenido rubor en mostrar su religiosidad. Otro factor que ha suavizado las relaciones del Gobierno con la Iglesia ha sido la cercanía de los comicios de octubre.

En el nº 2.814 de Vida Nueva. Venezuela, un país pendiente del camión de la mudanza, íntegro solo para suscriptores

 

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