La Iglesia llora al cardenal Carlo M. Martini

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El jesuita y arzobispo emérito será enterrado en Milán hoy por la tarde

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El cardenal Carlo M. Martini, en una imagen de 2005

M. GÓMEZ | Se ha ido uno de los cardenales más importantes de las últimas décadas. El cardenal jesuita Carlo M. Martini falleció el 31 de agosto en la casa de los jesuitas en Gallarate, cerca de Milán, a los 85 años. Decenas de miles de fieles –incluidas personalidades de la talla del primer ministro Mario Monti– dan su último adiós al eminente biblista y célebre pastor en la capilla ardiente instalada en la Catedral de Milán, donde sería enterrado el lunes.

Nacido en Turín el 15 de febrero de 1927, Martini sufría desde hace años la enfermedad de Parkinson. El pasado mes de junio, en el marco del VII Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Milán, todavía pudo mantener un breve encuentro con el Papa.

“Triste” por la noticia del fallecimiento, Benedicto XVI envió un telegrama de pésame al actual arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola, calificando a Martini como “querido hermano que ha servido generosamente al Evangelio y a la Iglesia”.

“Recuerdo con gratitud –dice el Pontífice– su intensa obra apostólica difundida como entregado religioso, hijo espiritual de san Ignacio, experto docente, acreditado biblista y apreciado rector de la Universidad Pontificia Gregoriana y del Instituto Pontificio Bíblico, e, igualmente, como solícito y sabio arzobispo de esta archidiócesis ambrosiana”.

El Papa destaca, además, el empeño de Martini por acercar la Palabra de Dios y la Sagrada Escritura a toda la comunidad eclesial, especialmente, a través de la promoción de la ‘lectio divina’.

Representante del Vaticano II

Radio Vaticano le ha definido como “uno de los frutos más significativos del Concilio Vaticano II que creía en la renovación de la Iglesia en auténtica fidelidad al Evangelio de Cristo, sin ningún compromiso con el poder”.Vida Nueva portada 2672 agosto 2009

Carlo M. Martini entró en la Compañía de Jesús a los 17 años y fue ordenado sacerdote en 1952. Licenciado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, fue rector de ambas instituciones, a la vez que publicó diversos libros y artículos, especialmente apreciados los dedicados a los ejercicios espirituales.

El 6 de enero de 1980, Juan Pablo II le consagró como arzobispo de Milán, la diócesis más grande de Europa, que dirigió durante 22 años. Allí emprendió iniciativas tan novedosas como la ‘Escuela de la Palabra’, para acercar a los laicos la Sagrada Escritura, promoviendo el método de la ‘lectio divina,’ y la ‘Cátedra de los no creyentes’, dirigida a personas en busca de la fe.

Fue creado cardenal por Juan Pablo II en el Consistorio del 2 de febrero de 1983. Y entre otros muchos premios y reconocimientos académicos, en 2000 fue galardonado con el Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales.

Aceptada su renuncia por motivos de edad, en 2002, el purpurado se trasladó a Jerusalén, donde retomó los estudios bíblicos y continuó su compromiso de diálogo con las otras religiones.

El futuro de la Iglesia

El cardenal Martini concedió su última entrevista el pasado 8 de agosto, al también jesuita Georg Sporschill, que publicó el periódico italiano Corriere della Sera el sábado 1 de septiembre. En ella, Martini asegura que “la Iglesia debe reconocer los errores propios y debe seguir un cambio radical, para ser creíble”.

Fue Sporschill quien firmó con él uno de sus libros más relevantes de los últimos años, Coloquios nocturnos de Jerusalén (2008). A lo largo de una serie de conversaciones que sondea las dudas y las esperanzas, ambos jesuitas se preguntan qué significa la fe para la vida, cuál es el papel de los jóvenes en la Iglesia o qué ha de cambiar para que el cristianismo como tal tenga futuro.

“Cuando en la Iglesia las cosas se tranquilizan demasiado, cuando en la sociedad se extiende un sentimiento de hartazgo, percibo el anhelo de Jesús de arrojar a la tierra un fuego llameante de entusiasmo… Donde todavía hay conflictos, está ardiendo el fuego, está actuando el Espíritu Santo”, reflexionaba Martini en unos de estos diálogos.

Y en otro punto, insistía en que los responsables de la Iglesia “no deben estar cerrados sobre sí mismos, sino mirar más allá de la propia institución (…). Nuestra Iglesia tiene debilidades. Sabiéndolo, nos relacionamos y fortalecemos mutuamente…”.

Con la muerte de Martini, el Colegio Cardenalicio se queda en 206 miembros, de los cuales 118 son electores a día de hoy.

En el nº 2.814 de Vida Nueva. Crónica La Iglesia llora al fallecido cardenal Martini, íntegra solo para suscriptores

 

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