Jesús Murgui, nuevo obispo de Orihuela-Alicante

Jesús Murgui, nuevo obispo de Orihuela-Alicante

Sustituye a Rafael Palmero, que deja la diócesis por motivos de edad

Jesús Murgui, nuevo obispo de Orihuela-Alicante

JOSÉ RAMÓN NAVARRO PAREJA. VALENCIA. Fotos: AGENCIA BALEARIA | Jesús Murgui, hasta ahora obispo de Mallorca, ha sido nombrado por Benedicto XVI como sucesor de Rafael Palmero al frente de la diócesis de Orihuela-Alicante.

En sus primeras palabras a la feligresía, el nuevo obispo quiso dejar patente su deseo “de ir a serviros con toda mi alma”, y afirmó sentirse enviado “a una comunidad diocesana llamada a evangelizar a una muy grande y variada realidad humana”.

El prelado tomará posesión de su sede después del verano. Mientras tanto, el Colegio de Consultores de la Diócesis de Orihuela-Alicante ha elegido como administrador diocesano al ya obispo emérito.

Monseñor Murgui, de 66 años y natural de Valencia, había llegado a Mallorca en 2004, tras ser obispo auxiliar de Valencia durante siete años. Fue ordenado sacerdote en 1969 y es doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Estuvo al frente de varias parroquias valencianas, y fue consiliario diocesano del Movimiento Junior y de la Acción Católica General de Jóvenes. Más tarde, el cardenal Agustín García-Gasco le nombró vicario episcopal, hasta que, en 1996, Juan Pablo II le hizo obispo auxiliar de Valencia.

A Mallorca, Murgui llegó para sustituir al también valenciano, Teodoro Úbeda, que había dejado una fuerte impronta en la diócesis, tras pastorearla durante treinta años.

Marcado por su actitud humilde y espiritualidad, Murgui ha tomado, en estos últimos años, una serie de medidas para paliar la escasez de clero, como la creación de unidades pastorales que agrupan a varias parroquias y el reforzar la labor de los párrocos con la incorporación de diáconos permanentes.

Siete años de labor pastoral

Por su parte, Palmero se despide tras siete años en Orihuela-Alicante, adonde llegó para sustituir a Victorio Oliver. Aunque no quiso en su despedida “hacer balance alguno de lo que hemos vivido y hemos logrado juntos”, estos más de seis años se han caracterizado por una intensa actividad cultural, el fomento de la adoración eucarística y la oración y los gestos de sensibilidad social ante la crisis.

En ese sentido, Palmero agradeció la colaboración durante estos años “al clero, a los religiosos y religiosas, a los seminaristas, grupos y movimientos de apostolado seglar y a las autoridades empeñadas en favorecer el bien común”.

En lo social ha creado un centro de atención de menores con riesgo de exclusión y una residencia de ancianos, además de instar a los sacerdotes, en dos ocasiones, a que donaran su paga extra en solidaridad con los parados.

En el nº 2.812 de Vida Nueva.

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