Paolo Dall’Oglio: “Siria está cada vez más cerca de lo ocurrido en Irak”

Paolo Dall'Oglio, jesuita expulsado de Siria

Jesuita expulsado de Siria

Paolo Dall'Oglio, jesuita expulsado de Siria

DARÍO MENOR | El jesuita italiano Paolo Dall’Oglio es una persona incómoda para el régimen de Bachar Al Assad. Lleva 30 años en Siria, donde ha fundado dos monasterios de rito siro-católico, y defiende a sus ciudadanos por igual ante el conflicto que asola el país desde hace casi un año y medio. [Extracto de la entrevista con Paolo Dall’Oglio]

A diferencia de lo que sostiene la dictadura, Dall’Oglio no considera que en Siria haya una persecución específica a los cristianos: estos sufren los desastres de la guerra como sus conciudadanos musulmanes, dice. Su postura le supuso la expulsión del país árabe a finales de junio.

– El régimen insiste en el peligro para los cristianos si ganan los grupos rebeldes, pero usted opina lo contrario. ¿Por qué?

– La confesionalidad de la lucha ha sido creada por el propio régimen. La revolución es de todos los sirios. Ha sido coloreada de modo confesional porque el régimen ha jugado la carta de la solidaridad confesional entre las minorías. Algunos cristianos, sí, se encuentran cómodos con Al Assad, pero hay una contradicción en ello. Pese a esta supuesta comodidad, la emigración de cristianos sirios al extranjero no se ha detenido nunca. Los cristianos decían que estaban con el régimen pero intentaban irse a América. Efectivamente, un gran número de cristianos se ha alineado con el régimen de los Assad, también desde el punto de vista de la jerarquía eclesiástica, tanto la ortodoxa como la católica.

“Un gran número de cristianos
está con Assad. Muchos tienen miedo
de una evolución islámica de la sociedad;
prefieren la laicidad dictatorial
a la democracia musulmana”.

– ¿Están los cristianos divididos ante la revolución?

– Algunos cristianos eran opositores antes de que la revuelta estallase y estaban en prisión. No se puede decir que todos estaban con Assad. Hay muchos cristianos que han pasado años en la cárcel por su defensa de los derechos humanos, porque tenían otro proyecto político o porque han sido acusados de deslealtad con el régimen. Ciertamente, un gran número de cristianos está con Assad. Muchos tienen miedo de una evolución islámica de la sociedad; prefieren la laicidad dictatorial a la democracia musulmana.

Está claro que conforme haya más democracia en Siria, habrá más islam. No se puede imponer una democracia liberal a un pueblo religioso como el sirio. Dicho esto, hay que subrayar que en Siria no hay una persecución específica a los cristianos por parte de los revolucionarios. No solo lo digo yo; también lo afirma el nuncio en Damasco. Ha podido haber casos de discriminación por la anarquía del conflicto. En este ambiente, hay grupos extremistas musulmanes violentos que son unos clandestinos a bordo del tren de la revolución, pero no tienen nada que ver con la gran mayoría.Paolo Dall'Oglio, jesuita expulsado de Siria

– ¿Cuántos intereses internacionales chocan en el conflicto sirio?

– Nadie se puede imaginar que Israel observa lo que pasa en Siria sin hacer nada. Israel es un país complejo y contradictorio, donde hay personas muy dentro de la escala del poder que han favorecido la guerra civil siria para disminuir el coste de la defensa nacional. Su máxima es: cuanto más se peleen mis enemigos entre ellos, menos tendremos que gastar nosotros. Es una decisión desafortunada desde el punto de vista cultural, porque al final significa inyectar un odio terrible en el corazón de los que viven una guerra civil fomentada desde el extranjero. Esto, por tanto, no ayuda para nada a la seguridad de Israel a largo plazo. La parálisis americana en esta fase preelectoral con respecto a Siria está probablemente dictada por un veto israelí. Muchos tenemos la impresión de que esta posición se apoya en fuerzas que tratan de dividir Oriente Medio según un orden confesional. Tratan de reducir la identidad siguiendo la coloración religiosa confesional. Es decir, en un país solo habrá sunníes; en otro, solo chiíes.

– ¿Es aún posible una mediación internacional para parar la guerra?

– El país más indicado para hacerlo es Brasil, adonde han emigrado millones de sirios. Hace falta alguien que medie entre Rusia y la OTAN, obteniendo además el beneplácito iraní a una mutación democrática siria. Hace falta que Teherán y el movimiento libanés Hizbulá acepten que los sirios eligen la democracia. Brasil podría ser uno de los países que ofreciese un contingente de cascos azules de la ONU, que son muy necesarios ahora para imponer un alto el fuego y detener las matanzas de civiles. No podemos resignarnos a la idea de tener en Siria varios cientos de miles de víctimas en fosas comunes. Es el momento de la responsabilidad, de la urgencia. Espero que las democracias, también la española, reaccionen.

Convencer a Rusia

– ¿Espera un escenario de salida del conflicto en Siria similar al de Libia o Irak?

– Durante años he esperado que la solución fuera similar a la de las dictaduras de España, Chile o Polonia. Por desgracia, no ha sido así. Ya hay 16.000 muertos, no se puede ir a una solución de este tipo. Estamos más cerca de lo ocurrido en Irak. Permanece, sin embargo, la voluntad difusa de los sirios de no querer una invasión o intervención extranjera, como en Libia e Irak. Una cosa, sin embargo, es una ocupación violenta del país, como en 2003 en Irak, y otra la utilización de cascos azules de la ONU. Aquí, de lo que se trata es de reabrir un espacio en la sociedad y la política siria para conseguir un cambio democrático. Se debería lograr el apoyo de todas las naciones importantes desde el punto de vista regional y global. Hay que convencer a Rusia, partiendo del reconocimiento del espacio geoestratégico sirio como neutral. No se puede quitar a Siria del plato de los rusos para ponerla en el plato de los estadounidenses. Hay que devolver el país a sus dueños, los sirios.

“El Vaticano no se propone generalmente
como mediador directo, pero
puede presionar a los cuerpos diplomáticos
para que alguien ejerza esa labor”.

– ¿Cómo afecta la crisis siria al próximo viaje del Papa al vecino Líbano?

– Espero que la visita finalmente se lleve a cabo pese a la situación en Siria. Será un viaje muy comprometido para mostrar el deseo de los cristianos de participar en la pacificación de Oriente Medio, que durante demasiado tiempo ha sido el lugar que sufre todas las fiebres geoestratégicas globales. Ha llegado el momento de que la comunidad internacional pague su deuda por haber renunciado durante demasiado tiempo a ofrecer soluciones adecuadas a las fiebres violentas que afligen esta región.

Paolo Dall'Oglio, jesuita expulsado de Siria– ¿Qué papel puede jugar la Iglesia católica en la resolución del conflicto?

– El Vaticano no se propone generalmente como mediador directo, pero puede presionar a los cuerpos diplomáticos para que alguien ejerza esa labor. Hay que crear un contingente de cascos azules y facilitar la salida del régimen. Se debe encontrar un camino hacia Rusia para el presidente y sus amigos. Una vez que el régimen abandone Damasco, habría que crear un Gobierno de transición reconocido por la ONU que abra el proceso de una asamblea constitucional que lleve a la transición democrática. La democratización debe ser sincera, no una mera operación de maquillaje. Los jóvenes sirios que han sufrido torturas durante años no aceptarán una solución a mitad.

– ¿La ofensiva de los rebeldes sobre Damasco provocará la caída de Al Assad?

– Hoy, 18 de julio, cuando estamos hablando, se está dando una aceleración del proceso, pero puede pasar cualquier cosa. La situación en Damasco es muy difícil. El hecho de que los revolucionarios traten de tomar Damasco antes que Alepo muestra que en la capital la represión es más fuerte, por lo que la urgencia por liberarse del régimen es mayor.

En el nº 2.811 de Vida Nueva.

 

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