La caridad no hace ruido

CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“De la caridad y la ayuda al desvalido no se presume. Se ayuda y sirve al necesitado por el amor a Cristo, y basta. ‘La caridad no hace ruido. Y si lo hace, no es caridad’…”.

Se han descubierto nuevas cartas de san Vicente de Paúl. Aunque desconozco el contenido de estas nuevas cartas, pero sabiendo un poco de la vida y de los escritos de san Vicente, puede uno sentirse completamente seguro de que estarán repletas de la unción del Espíritu de Dios y del deseo de ayudar a todos, especialmente a los sacerdotes y a las Hijas de la Caridad.

Al leer la noticia, he recordado las palabras de san Pablo a los Corintios: vosotros sois una carta, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones (Cf 2Cor 3, 2-3).

Vicente de Paúl, él mismo, con su personalidad, con su vida, con su corazón encendido en el amor a los sacerdotes y el servicio a los más pobres, es una carta viva, intemporal, que trasciende todos los momentos de la historia y de cualquier circunstancia en la que uno se puede encontrar.

El amor de Dios se había hecho vida en Vicente de Paúl. No tenía otra ilusión ni otro deseo sino el de ser fiel a Dios en la misión que el mismo Dios le había querido confiar. Serían los sacerdotes de la misión los que anunciarían continuamente la riqueza del corazón de Cristo lleno de misericordia.

Las Hijas de la Caridad, siguiendo el ejemplo de Luisa de Marillac, llenarían todos los ambientes –especialmente aquellos donde vivían los más desasistidos– del amor de Dios hecho caridad en el servicio de los pobres.

Son nuestros amos y señores, repetía Vicente de Paúl refiriéndose a los pobres. Esta es la mejor carta que podía escribirnos. No nos cansamos de leerla y de aprender todos los días dónde está el verdadero amor y el auténtico servicio.

De la caridad y la ayuda al desvalido no se presume. Se ayuda y sirve al necesitado por el amor a Cristo, y basta. “La caridad no hace ruido. Y si lo hace, no es caridad”. El ruido, naturalmente, de la presunción y de un altruismo buscador del halago vanidoso. Una caridad llena de misericordia, que es tanto como buscar en el corazón lo mejor de lo bueno que cada uno pueda tener para ofrecérselo al que tantos vacíos y necesidades tiene en su vida.

Decía el papa Benedicto XVI: “El hombre no solo tiene necesidad de alimento material o de ayuda para superar los momentos de dificultad; también necesita saber quién es y conocer la verdad sobre sí mismo, sobre su dignidad (…). Por eso, la Iglesia, con su servicio en favor de los pobres, está comprometida a anunciar a todos la verdad sobre el hombre, que es amado por Dios, ha sido creado a su imagen, redimido por Cristo y llamado a la comunión eterna con Él. Así, muchas personas han podido redescubrir, y siguen redescubriendo, su propia dignidad (Discurso a Cáritas de Roma, 14-2-2010).

En el nº 2.811 de Vida Nueva.

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