Siria, refugio para los perseguidos

dos niños exiliados de Siria

dos niños exiliados de Siria

CARMEN RENGEL. JERUSALÉN | Siria ha sido, históricamente, un refugio para los cristianos de distintas confesiones. En el último siglo encontraron allí no solo misticismo, pensamiento, herencia de los primeros seguidores de Cristo, sino una libertad razonable.

Katib Masri, empleado de una biblioteca cristiana de Damasco, explica que ya en los años 20 del siglo pasado recibieron una oleada de refugiados provenientes del genocidio armenio, que dejó casi un millón de víctimas mortales.

Hoy, los cristianos de Oriente Medio también ponían sus ojos allá, en el lugar que conserva los pasos de una de las primeras santas, la seguidora de san Pablo, santa Tecla (año 45), donde las ciudades están salpicadas de reliquias, mártires y narraciones de milagros, y donde aún se usa el arameo en algunas ceremonias.

Libaneses y egipcios tienen un cauce estable de viajes, intercambios y colaboración académica, pero especialmente importante es la presencia, permanente, de refugiados del fronterizo Irak, que comenzaron a huir de su país en los años más duros de la dictadura de Sadam Husein y siguieron haciéndolo cuando los Estados Unidos iniciaron la guerra, en 2003. Hasta hoy.

El Ministerio de Información sirio confirma que entre 200.000 y 230.000 cristianos caldeos residen hoy en el país; su comunidad ha perdido en los últimos cinco años la mitad de sus componentes. Masri explica que la mayoría escapaba de la creciente islamización del Estado iraquí –“que los estadounidenses tampoco han sabido controlar”–, que impedía en no pocas ocasiones la celebración de misas, obligaba a las mujeres cristianas a llevar velo y, en casos extremos pero no excepcionales, acababa en secuestros y ejecuciones.

La incorporación a la vida siria de cristianos de Mosul o Bagdad no ha sido sencilla, no tanto en el plano religioso y social (se han creado muchas familias mixtas), como en el económico, solo relativamente incorporados al mercado de trabajo en igualdad de condiciones.

Ahora, con este conflicto abierto sin fin claro ni cercano, la única comunidad de la zona que se mantenía estable, sobre su tierra, desde hace 2.000 años, se ve obligada a emprender el exilio, con la complejidad añadida de que ya no hay refugio cerca.

Los cristianos sirios de Europa y los Estados Unidos están comenzando a tramitar masivamente permisos de reagrupación familiar para intentar mantener a salvo a los suyos, pero deben pasar por el reto doble de salir de un país en crisis y la acogida en tierra extraña.

En el nº 2.808 de Vida Nueva.

 

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