Última llamada para los lefebvrianos

La Santa Sede da por terminadas las negociaciones tras la oferta de una prelatura personal

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DARÍO MENOR | El posible retorno de los lefebvrianos a la plena comunión con Roma se encuentra en un callejón sin salida. Tras años de negociaciones y continuos gestos de acercamiento, el Vaticano ha trazado la línea roja que no está dispuesto a cruzar: si los seguidores del arzobispo cismático francés Marcel Lefebvre desean reconciliarse con la Santa Sede, deben aceptar el Vaticano II. Cuando lo hagan, se les acomodará dentro de la Iglesia católica por medio de una prelatura personal, una figura canónica ya utilizada para el Opus Dei.

Por su parte, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), fundada en 1970 por Lefebvre, no da señales de que vaya a transigir en este punto, pues sigue insistiendo en que todos los males de la Iglesia vienen de las reformas conciliares.

En el Capítulo General que la FSSPX ha celebrado del 9 al 14 de julio en Ecône, la localidad suiza donde está su principal seminario, el tema de debate fue la respuesta a la oferta de Roma. El superior de los lefebvrianos, el obispo suizo Bernard Fellay, anunció que hará llegar “próximamente” a la Santa Sede la decisión tomada, dando varias señales de que la reconciliación se antoja lejana.

En una entrevista publicada en una web de la FSSPX, Fellay trató de mantener un difícil equilibrio. Dijo: “Somos católicos, reconocemos al Papa y a los obispos”, pero “rehusamos todo lo que contribuye a la autodemolición de la Iglesia”.

Criticó una vez más la “influencia modernista y liberal” del Vaticano II, responsable de que no sean los lefebvrianos los que “rompen” con Roma, “la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad”, sino el Vaticano el que con este rumbo se aleja de la recta vía eclesial que, en su opinión, solo está representada por la Fraternidad.

Fellay ha declarado recientemente:
“Somos católicos, reconocemos al Papa
y a los obispos”, pero
“rehusamos todo lo que contribuye a
la autodemolición de la Iglesia”.

Fellay también anunció que en el capítulo se ha trazado una hoja de ruta para restaurar la unidad conservando la identidad de la FSSPX, lo que muestra su deseo de mantener abiertas las negociaciones. La Santa Sede, sin embargo, no parece dispuesta a hacer más concesiones.

Medio millar de sacerdotes

Durante su pontificado, Benedicto XVI ha allanado con diversos gestos el camino para facilitar el regreso de la FSSPX a la plena comunión con la sede apostólica. Primero aceptó reunirse con Fellay solo cuatro meses después de su elección como Papa. Su gesto mostró el deseo de restañar las heridas del cisma.

Si en algún momento llega el final feliz que hoy parece lejano, y se evita, además, una ruptura dentro de la Fraternidad, cruzarían el Tíber, junto a los cuatro obispos, 523 sacerdotes, 201 seminaristas, 172 religiosas, 104 religiosos y varios cientos de miles de fieles en 60 países.

los cuatro obispos lefebvristas Fraternidad San Pío X, Fellay, Galarreta, Williamson y Tissier

De izq. a dcha., Galarreta, Williamson, Fellay y Tissier

Para el Vaticano, el mejor acomodo de la FSSPX dentro de la Iglesia vendría con la creación de una prelatura personal, una figura jurídica muy amplia utilizada primero por el Opus Dei y luego por los anglicanos que han vuelto a la plena comunión con la sede apostólica. Esta forma de organización está contemplada en el decreto conciliar Presbyterorum ordinis, de 1965, donde se dice que “para la actuación de peculiares iniciativas pastorales en favor de diversos grupos sociales en ciertas regiones, o naciones, o incluso en todo el mundo”, se pueden constituir, entre otras instituciones, “diócesis peculiares y prelaturas personales”.

Gracias a estas figuras canónicas, los sacerdotes que atienden a los miembros del Opus Dei y desempeñan su ministerio en esta organización no tienen que estar incardinados en ninguna diócesis, sino en la prelatura, donde se encuentran bajo la autoridad del prelado. Lo mismo ocurriría con los lefebvrianos.

Todos los expertos consultados coinciden al señalar que la prelatura es la fórmula más adecuada para acoger a la FSSPX. No obstante, no estaría exenta de problemas.

Nicolas Seneze, periodista del diario francés La Croix y autor del libro La crise intégriste. 20 ans après le schisme de Mgr Lefebvre (La crisis integrista. 20 años después del cisma de Mons. Lefebvre), considera que esta fórmula canónica daría a los tradicionalistas la autonomía que desean, pero podría ser problemática en el futuro, pues los “lefebvrianos necesitarían la autorización de los obispos cuando quisieran operar en sus diócesis”.

Los expertos coinciden al señalar que
la prelatura es la fórmula más adecuada
para acoger a la FSSPX, si bien
no estaría exenta de problemas.

El periodista francés, uno de los grandes conocedores de la Fraternidad, dice que es Fellay el más predispuesto de los obispos tradicionalistas a la reconciliación. “Su punto fuerte es que es el gran organizador, controla el dinero y los bienes inmobiliarios. Si acaba volviendo a Roma y se produce una ruptura, los que queden fuera no tendrán casas, parroquias ni dinero, por lo que es difícil que puedan salir adelante así”, sostiene Seneze.

En su opinión, los sacerdotes de la FSSPX no se revelarán a la decisión de sus obispos. “Un tercio de los curas está a favor de la plena comunión con Roma. Otro tercio, en contra. Y el resto no sabe qué es lo mejor. Si finalmente se llega a un acuerdo, es probable que esa tercera parte en contra acepte la decisión. Pesan mucho las pocas posibilidades prácticas de seguir adelante solos si Fellay no suelta las riendas y firma con la Santa Sede”. Pese a esta situación, una ruptura dentro de los lefebvrianos no supondría tampoco una novedad.

En el nº 2.810 de Vida Nueva. Última llamada para los lefebvrianos, íntegro solo para suscriptores

 

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