Venezuela, un país pendiente del camión de la mudanza

niños venezolanos

Venezuela coches por la carretera y casas en la colina

Texto y fotos: JAVIER F. MARTÍN | Dos familias y dos empresas de mudanzas estarán muy pendientes de lo que ocurra en Venezuela el 7 de octubre. [Venezuela, un país pendiente del camión de la mudanza – Extracto]

Lo menos importante de lo que pase ese día electoral es lo que afecta a la logística de las familias de Hugo Chávez y Henrique Capriles, y a sus posibilidades de ocupar la residencia presidencial los próximos seis años. Lo que se dilucida es el futuro de un país lastrado por la violencia, por una economía dependiente del petróleo, por el populismo de las políticas de los últimos años, y donde la Iglesia se ha convertido en el referente moral de la nación.

En las calles de Caracas, Valencia, Barquisimeto, Guanare o Maracaibo hay sensación de miedo. Si eres nacional o extranjero, empresario o estudiante, agricultor o ama de casa tienes riesgo de ser atracado o sufrir un secuestro exprés. El disparo y el navajazo se han convertido en carta de presentación para uno de los negocios más lucrativos del país: la violencia.

Los muertos que desangran cada rincón del Estado venezolano son demasiados, son cifras de países en guerra, y que provocan psicosis entre la población. Por primera vez en seis años, el Ministerio del Interior, a través de su titular, Tarek El Aissami, ha hecho públicas las cifras: 14.092 personas asesinadas en 2011. Este número, sin embargo, ha sido cuestionado por el Observatorio Venezolano de la Violencia, que estima que el dato real alcanza las 19.336 víctimas directas de esa lacra.

La violencia no es un fenómeno nuevo, porque siempre ha existido en el país, pero no con tanta intensidad como ahora. Entre las causas directas de este incremento se encuentra el tráfico de drogas, que está apropiándose del día a día de barriadas y grandes zonas de pueblos y ciudades.

Uno de ellos es La Morán, en lo alto de un cerro suburbial de Caracas. Allí viven más de mil familias víctimas del negocio de los sicarios, las bandas y el terror. Las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, que trabajan en este enclave, reconocen que la droga es el medio de vida de la mayoría.

La superiora, M. Trinidad Arce, subraya que “este es un barrio nómada, porque los conflictos y las enemistades hacen que las familias emigren y tengan que empezar de nuevo en otro sitio”.un hombre en la ventana en una casa de ladrillos en Venezuela

Incluso con esta situación, los vecinos de La Morán suelen votar a Hugo Chávez. La respuesta hay que encontrarla en las ayudas esporádicas que el Gobierno reparte entre víctimas y victimarios.

Por primera vez en muchos años, la violencia se ha colado en el debate electoral, hasta el punto de que el presidente Chávez presentó el pasado 20 de junio la misión ‘A toda vida Venezuela’ para combatir la delincuencia. Sin poner nombres ni cargos a nuestras fuentes, nos dicen que “Venezuela no garantiza el orden interno de forma intencionada. Podríamos decir que la violencia es una política de Estado muy útil para que el Gobierno se mantenga en el poder”.

Nacionalizaciones

En Venezuela, el precio del litro de gasolina no llega al céntimo de euro. Pero, para ellos, es más fácil comprender qué es el bosón de Higgs a que haya que pagar cerca de un euro y medio por un litro de combustible. Como también les es difícil entender que el primer país en recursos petrolíferos del mundo tenga una red de carreteras infernal. Hay quien dice, con risa resignada, que algunas vías no se reparan porque por ellas pasó el libertador Simón Bolívar.

El petróleo, que es explotado en el país desde 1914, fue nacionalizado en 1976. El oro negro ha sido –y es– la gran riqueza del país, el causante de la aparición de “La gran Venezuela”, pero también ha sido origen de las grandes pobrezas de la nación.

La pobreza viene marcada por un mal aprovechamiento y reparto del líquido negro. Pero también hay otros aspectos cuantificables vinculados al petróleo, ya que la corrupción ha crecido al mismo nivel que los ingresos, y se ha encastrado en el alma venezolana una mentalidad de poca eficiencia, de irresponsabilidad, la de un pueblo acostumbrado a la dádiva petrolera. Por eso, algunos intelectuales, como Ángel Lombardi, rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta, de Maracaibo, subrayan que solo “salir de Chávez no es suficiente”.

En el plano económico,
el Gobierno chavista controla la producción y el precio
de los productos básicos. Además, ha promovido
la expropiación y nacionalización de cerca de
seis mil empresas privadas en los últimos años.

En el plano económico, el Gobierno chavista controla la producción y el precio de los productos básicos. Además, ha promovido la expropiación y nacionalización de cerca de seis mil empresas privadas en los últimos años. Algunas organizaciones empresariales venezolanas cifran en tres millones las hectáreas que han sido expropiadas en la última década.

Una de las marcas que han puesto rostro a esta política estatalizadora es “Hecho en socialismo”. Un corazón rojo, adherido a infinidad de productos –desde cementos a cafés, pasando por explotaciones agrarias o empresas de transportes de combustible– se ha convertido en un símbolo de la socialización proyectada por Chávez para su pueblo. Muchas de estas marcas llevan aparejada con el tiempo la ruina de un negocio que antaño fue próspero. Muchas hectáreas expropiadas se convierten, una cosecha más tarde, en terreno de eriazo.

La nacionalización de empresas o terrenos también ha afectado a las infraestructuras de la Iglesia católica. Un recorrido por el país permite recoger testimonios de párrocos, comunidades religiosas o seglares que cuentan cómo parte del atrio de una iglesia, un pedazo de tierra que iba a ser templo o un trozo de los terrenos de un seminario pueden haber pasado a manos del pueblo.

cartel Territorio Socialista en VenezuelaUn ejemplo se ubica en la localidad de Chirgua, en el Estado de Carabobo. La comunidad de carmelitas descalzas que vive en este municipio, y a las que también quisieron expropiar parte de su terreno, ha luchado por quedarse en su propiedad y ha sabido sacar provecho a unas laderas abruptas y pedregosas. Las religiosas cultivan la tierra y crían animales para su sustento. Frente al monasterio, se contempla ausencia total de actividad agrícola o ganadera.

“Chávez es un pueblo”

La figura de Hugo Chávez es tan mayúscula que pone en sombra casi todo lo demás. La historia venezolana, si se toman las proclamas presidenciales, comienza con el libertador Simón Bolívar y acaba con el propio Chávez. En medio, parece no haber nada. Ha asimilado su figura al país y a su historia. Si estás con el presidente, ‘eres’ venezolano. Si no lo estás, puedes ser acusado de antipatriota. En la campaña electoral, el mismo presidente dice en un anuncio televisivo: “Chávez ya no soy yo. Chávez es un pueblo”.

La palabra de Chávez ha tomado el rango de decreto ley, incluso cuando está fuera del país. Sobre esta realidad, el cardenal Jorge Urosa subraya que el país sufre una “gran fragilidad institucional y legal. El país funciona por lo que dice el presidente”, incluso cuando este se pronuncia a través de los ciento cuarenta caracteres de Twitter. En el momento de elaborar este reportaje, Chávez solo seguía a veintitrés personas en Twitter, mientras que sus palabras eran seguidas por cerca de tres millones y medio de usuarios de esta red social.

Chávez ha asimilado su figura
al país y a su historia.
Si estás con el presidente, ‘eres’ venezolano.
Si no lo estás, puedes ser
acusado de antipatriota.

Venezuela ha experimentado un gran crecimiento en el uso de Internet en el último año; no así en la mejora de las condiciones de habitabilidad en los hogares de sus ciudadanos. Algunos autores, como Manuel Barroso, sitúan en trece mil los barrios “de lata y cartón, de paludismo renovado” que se extienden por todo el país.

Como respuesta a este reto, en 2010 se puso en marcha la Misión Vivienda, que en 2011 permitió que se construyeran y entregaran cuarenta mil unidades. Una cifra encomiable, a la que algunos ponen límites: “Sí, es cierto que construyó esas viviendas, pero es que prometió cinco veces más: prometió doscientas mil. Además, todos los gobiernos anteriores han construido viviendas para los colectivos menos favorecidos”.

No es difícil escuchar quien dice que los resultados de la Misión Vivienda serán fundamentales para decantar los comicios del próximo 7 de octubre.

Misión Cristo

El pueblo ha sido el referente del presidente en estos trece años de mandato. El discurso se ha vuelto popular, al igual que las políticas. En algunos casos, se percibe que lo popular ha traspasado sus límites y ha alcanzado el populismo.

Sin nombres y apellidos que unir a las declaraciones, nos dicen que “Chávez ha empatizado con el pueblo. Aunque no solucione los problemas, la gente dice ‘Sé que Chávez me quiere’. Y en este contexto, el presidente se ha convertido para muchos en la única esperanza. Estamos ante una relación afectiva, no racional. Y eso se produce porque, como país, tenemos una mentalidad infantil”.

Henrique Capriles, candidato de la oposición en las elecciones presidenciales Venezuela

El candidato opositor Henrique Capriles

En campaña electoral, Henrique Capriles ha tirado a la cara de Chávez los cuatro millones de venezolanos que, según el candidato de la oposición, se acuestan todas las noches sin cenar. Según fuentes consultadas, “Chávez ha reducido la pobreza severa del país. Es un mérito que nadie le puede quitar. Además, ha puesto la realidad de los pobres del continente encima de la mesa de los dirigentes. Y es algo que nadie había hecho hasta ahora”.

El presidente se ha responsabilizado de salvar al país de sus pobrezas y necesidades y, bajo esa perspectiva, ha impulsado iniciativas como la Misión Vivienda, que pretenden mejorar las condiciones de vida del pueblo.

Otras, como la Misión Che Guevara, que “persigue la formación ideológica y la capacitación integral en oficios productivos, con el fin de promover la transformación del modelo económico capitalista hacia el modelo socialista”, cumplen también con un objetivo ideológico y político.

Todas estas misiones están enmarcadas en la Misión Cristo, que es “la Misión de las misiones, es la unión de todas las misiones, de todos los amores, de todos los esfuerzos de todos nosotros, según la concibe el actual presidente Chávez para darle igualdad y justicia, y, por tanto, paz verdadera a nuestro pueblo, a esta patria de Bolívar”. Esta Misión pretende erradicar la pobreza en 2021.

Además de adueñarse del nombre, Hugo Chávez pretende monopolizar la atención a los colectivos desfavorecidos. La idea que debe calar entre el pueblo es que el único que está con ellos es el presidente. A pesar de la obligatoriedad del anonimato, merece la pena escuchar a quien nos dice que “la democracia no debe ser unilateral, ni se puede utilizar a los pobres para mantenerse en el poder”.

Chávez pretende monopolizar la atención
a los colectivos desfavorecidos. “Al no dársele a la Iglesia
un papel de intercesora básica para la atención de
las necesidades sociales básicas,
se nos han reducido las ayudas”.

Aunque el trabajo gubernamental con los más desfavorecidos es cierto, también lo es el que viene realizando la Iglesia católica a través de distintas iniciativas sociocaritativas o educativas. Por ejemplo, tres de cada cuatro alumnos que estudian en centros católicos pertenecen a las clases más desfavorecidas del país.

Si entras en el Colegio Niños del Zulia Ciudad de Dios, de Maracaibo, o en el Preescolar Carmen Sallés, en La Morán, percibes que sus familias no están entre las más pudientes del país.

Los comedores sociales, Cáritas y el trabajo silencioso de tantos también ayudan a conseguir el objetivo, a pesar de que, como reconoce el arzobispo de Maracaibo, Ubaldo Santana, “al no dársele a la Iglesia un papel de intercesora básica para la atención de las necesidades sociales básicas, se nos han reducido las ayudas”.

En La Morán; en la Laguna de Sinamaica, cuya parroquia ha sido atendida por las lauritas, los capuchinos o los Misioneros de la Consolata; o en las vicarías de Barquisimeto, donde la Iglesia ofrece consuelo a través de los catequistas y los vicarios, se percibe que, junto a los pobres, no solo está el Gobierno de Chávez. Desde aquí, y desde siempre, también se hace misión por Jesucristo y apenas levantan la voz para denunciar que “no son los discursos altisonantes los que van a cambiar este país”.

El cardenal Jorge Urosa y Hugo Chávez

El cardenal Jorge Urosa y Hugo Chávez

Las relaciones entre el Gobierno venezolano y la Iglesia católica no han sido fáciles en muchos momentos de la historia. José Antonio Páez, primer presidente del país después de separarse de la Gran Colombia, expulsó a los tres obispos que entonces trabajaban en esas tierras.

El arzobispo de Maracaibo, Ubaldo Santana, subraya que “las formas gubernamentales no siempre han sido respetuosas. Otros gobiernos con acentos menos agresivos tampoco fueron respetuosos”.

Con este argumento, los obispos pretenden poner distancia a la crítica frecuente de que los obispos están contra Hugo Chávez. Por ejemplo, el arzobispo de Caracas reconoce que “la Iglesia siempre ha tenido actitud de crítica autónoma con los diferentes gobiernos. Esto, desde 1958, en que se publicó una carta pastoral sobre la vida del país a través de la Doctrina Social de la Iglesia. Los gobiernos anteriores a lo mejor no estaban contentos con lo que se decía, pero Chávez ataca cuando se siente ofendido”.

Y es que obispos y no obispos, cuando hablan de este asunto, inciden en un aspecto: Hugo Chávez es un hombre que procede del Ejército y que no acepta consejos o indicaciones. Sobre todo si van contra sus ideas. En este contexto de falta de libertad de expresión, explícita o implícita, la Iglesia y algunos medios de comunicación se han convertido en las pocas instituciones que denuncian que nadie se puede adueñar de todos los ámbitos de la sociedad.

Este posicionamiento claro, y los ataques recibidos, según el cardenal Urosa, “han fortalecido a la Iglesia, porque somos vistos por la población como líderes religiosos sólidos que están junto al pueblo, y quieren estar con el pueblo”.

Choques con la Iglesia

Por este motivo, la Iglesia se ha convertido en los últimos años en objeto de la dialéctica del Gobierno y, de manera especial, de su presidente, quien ha calificado al cardenal Urosa de “troglodita” en reiteradas ocasiones, ha aventurado que la Iglesia católica es aliada política de la oposición, o que el papa Benedicto XVI “no es ningún embajador de Cristo en la Tierra”.

El cardenal Urosa ha manifestado que
una de sus grandes preocupaciones es “la convivencia social
del pueblo venezolano, porque se ha introducido
un elemento de discordia, de recelo, de confrontación”.

Los excesos verbales de Chávez contra la Iglesia se han suavizado en los últimos meses. Desde que se diagnosticó su enfermedad, el presidente no ha tenido rubor en mostrar su religiosidad, como cuando en su Barinas natal, durante la última Semana Santa, se atrevió a pedir vida a Dios: “Dame vida. Que sea vida llameante, vida dolorosa, no me importa. Dame tu corona, Cristo. Dámela, que yo sangro, dame tu cruz, cien cruces, que yo las llevo, pero dame vida. No me lleves todavía”.

Otro factor que ha suavizado las relaciones del Gobierno con la Iglesia ha sido la cercanía de los comicios de octubre. En este contexto, el vicepresidente, Elías Jaua, se ha reunido con los miembros del Episcopado el pasado mes de julio, en un encuentro de gran repercusión para la opinión pública venezolana.niños venezolanos

Y, ante las elecciones del próximo mes, los obispos, en su segunda Asamblea de 2012, pidieron a los candidatos la presentación de proyectos que respondan a las necesidades del pueblo y que dejen de lado la violencia política y “el ventajismo en el uso de los recursos del Estado, la descalificación personal y las falsas promesas, ya que ellas solo confunden y frustran a los electores”. [AMÉRICA LATINA: Los obispos de Venezuela quieren unas elecciones transparentes]

Estos deseos responden al anhelo de que el país salga de la confrontación social y política que vive en la actualidad, y en la que algunos ven el riesgo de un enfrentamiento violento entre los partidarios y los detractores del presidente.

Y también a la obligación que tiene el Episcopado de pronunciarse ante unas elecciones tan importantes como las de este otoño.

“Como venezolanos –ha dicho el presidente de la Conferencia Episcopal, Diego Padrón–, también tenemos la obligación de participar en la marcha del país y opinar sobre lo que consideramos que pueden ser medidas que nos apartan de una línea de convivencia o que dañen a la sociedad, como la violencia o la corrupción. En ese sentido, tenemos que intervenir, y eso no necesariamente es hacer política. Si nos quedáramos callados ante los problemas, también sería una política”.

En esta línea, el cardenal Urosa ha manifestado que una de sus grandes preocupaciones es “la convivencia social del pueblo venezolano, porque se ha introducido un elemento de discordia, de recelo, de confrontación”.

Uno de los túneles que se adentran en las laderas de Caracas está enmarcado por los colores de la bandera nacional. Las fachadas de cada una de las viviendas que abrazan la entrada del agujero horadado en la piedra conforman una bandera nacional. Es el paso previo a la oscuridad y a la luz que se atisba al otro lado de la montaña, como una metáfora coloreada y real de lo que acontecerá en Venezuela a partir del 8 de octubre.

En el nº 2.814 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir