Experiencias

Pablo d'Ors, sacerdote y escritorPABLO d’ORS | Sacerdote y escritor

“Los peces de colores del fondo de ese océano que es la conciencia solo pueden distinguirse cuando el mar está en calma, y no durante el oleaje y la tempestad de las experiencias…”.

La gente hace tantas experiencias a lo largo de su vida que llega al punto en que puede decirse que no saben bien ni quiénes son: se viaja compulsivamente, se mantienen muchísimas relaciones, se ven millones de imágenes… Son muchos los que hoy están convencidos de que cuantas más experiencias tengan, y cuanto más intensas y fulgurantes sean, más pronto y mejor llegarán a ser personas en plenitud.

No es así: la cantidad de experiencias y su intensidad solo sirve para aturdirnos. Vivir demasiadas experiencias suele ser perjudicial. No creo que el hombre esté hecho para la cantidad, sino para la calidad.

Las experiencias, si vive uno para coleccionarlas, nos zarandean, nos ofrecen horizontes utópicos, nos confunden… Diría incluso que cualquier experiencia, aun la más inocente, suele ser demasiado vertiginosa para el alma humana, que solo se alimenta si el ritmo de lo que se la brinda es pausado.

Gracias a esa iniciación a la realidad que es la meditación, he llegado a saber que los peces de colores del fondo de ese océano que es la conciencia solo pueden distinguirse cuando el mar está en calma, y no durante el oleaje y la tempestad de las experiencias. Y he sabido que, cuando ese mar está en una calma mayor, ya no se distinguen ni los peces, sino solo el agua, sin más.

Pero no suele bastarnos con los peces, y mucho menos con el agua; preferimos las olas: nos dan la impresión de vida, cuando lo cierto es que no son vida, sino solo vivacidad.

En el nº 2.809 de Vida Nueva.

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