Alberto Luna: “La condena a Fernando Lugo ya estaba dictada antes del proceso”

Álvaro Luna, provincial jesuitas Paraguay

Provincial de la Compañía de Jesús en Paraguay

Álvaro Luna, provincial jesuitas Paraguay

JOSÉ LUIS CELADA | Como integrante de la Junta directiva de la Conferencia de Religiosos del Paraguay (CONFERPAR), el sacerdote jesuita Alberto Luna Pastore, de 51 años, es uno de los firmantes del comunicado difundido días atrás por este organismo denunciando el “juicio político” al que ha sido sometido el presidente Fernando Lugo y expresando su preocupación por el futuro del país. [Extracto de la entrevista a Alberto Luna]

En calidad de miembro de la CONFERPAR –“no en nombre de ella”, matiza–, el actual provincial de la Compañía de Jesús en Paraguay nos acerca a una situación que “ha quebrantado gravemente el proceso democrático, hiriendo nuestra frágil institucionalidad y dificultando la convivencia social y política nacional”.

– ¿Qué está pasando hoy en Paraguay?

– Ha ocurrido un grave quiebre institucional con la destitución vía juicio político de Fernando Lugo como presidente de la República y la asunción de Federico Franco en su reemplazo. Si bien se ha ejecutado aplicando una facultad constitucional, creemos que el Parlamento Nacional, a instancias de los directorios de los principales partidos, ha abusado de esta facultad y no ha respetado las garantías y plazos del debido proceso al que tiene derecho toda persona antes de ser condenada. Más aún, vemos que la condena ya estaba dictada antes del proceso, que ha sido la ejecución acelerada de un guión de formalidades con un final predeterminado.

Esto ha quebrantado gravemente el proceso democrático, hiriendo nuestra frágil institucionalidad y dificultando la convivencia social y política nacional, lo que, sumado a la suspensión de Paraguay del Mercosur y al escaso reconocimiento internacional del actual Gobierno, han instaurado una situación de incertidumbre para el futuro de nuestro país.

“Lugo ha sido víctima de una sistemática
conjura de intereses de grupos económicos
interesados en mantener sus privilegios,
y de su falta de determinación
para impulsar las necesarias reformas sociales”.

– ¿Qué ha perjudicado más a Lugo: esa trastienda política o su falta de decisión?

– Lugo ha sido víctima, por un lado, y desde el principio de su gobierno, de una sistemática conjura de intereses de grupos económicos interesados en mantener sus privilegios, vinculados sobre todo al partido que ha estado 60 años en el poder y que fuera desplazado por él mismo en las elecciones de 2008. Estos grupos han estado al acecho de las oportunidades para sacarlo del medio y recuperar su espacio. Por otro lado, ha sido víctima de su falta de determinación para impulsar las necesarias reformas sociales, de sus desaciertos para negociar con su escaso margen parlamentario y para articularse con el partido que le dio la base para ganar las elecciones, sin olvidar la factura pendiente de sus desórdenes morales como obispo, usados sistemáticamente en su contra.

Amenazas de juicio

– Su fulminante destitución sugiere que la decisión no se tomó de un día para otro…

– Durante sus cuatro años de gobierno, el país estaba acostumbrado a continuas amenazas de juicio político que nunca prosperaron. Pocas semanas antes del juicio político, se vivió un fuerte despertar ciudadano que desnudó los manejos corruptos del dinero público por parte de diputados y senadores. Manifestaciones de civiles indignados hicieron retroceder al Parlamento en fuertes asignaciones monetarias a sus partidos. La ciudadanía urbana seguía efervescente. En una de esas protestas, los manifestantes apedrearon y llenaron de basura los locales de los dos partidos tradicionales. Esto pudo haber sido una señal de alarma y de que había que tomar medidas. Álvaro Luna, provincial jesuitas Paraguay

– ¿Quiere decir que la matanza de Curuguaty no fue el único desencadenante de los hechos?

– La masacre de 11 campesinos y seis policías, ocurrida una semana antes de su destitución en un operativo de desalojo a ocupantes de una propiedad cuya pertenencia legal está cuestionada, ha sido la ocasión que se ha dado (o creado, como algunos sugieren) para forzar una situación a la que Lugo no supo dar una respuesta adecuada.

Sus nombramientos desacertados le llevaron a perder su soporte político y generaron una acelerada alianza de los directorios de casi todos los partidos y gremios empresariales en su contra. En esta gran maniobra política se ha descabezado a los referentes del Gobierno de Lugo, particularmente a los sectores de izquierda, y se ha dejado en el poder al partido que lo sostuvo, con la intención aparente de que también se queme, para dejar así el camino abierto al retorno del partido que, bajo la sombra de una dictadura, gobernó Paraguay por decenios.

– ¿Lo sucedido hará que el pueblo pierda definitivamente la fe en sus políticos?

– Si bien la fe en los políticos nunca ha sido muy fuerte en un pueblo con tradición democrática reciente, todo esto ha generado gran decepción en las personas que han depositado su esperanza en el proceso de alternancia política iniciada por el Gobierno de Lugo. Ha despertado gran preocupación en quienes han visto pasos significativos en las políticas sociales, en la atención a la salud y otros avances institucionales que, con sus límites, se han dado en el Gobierno saliente. El gran riesgo que acecha al país es el refuerzo de una política prebendaria, manipulada por sectores de poder económico nacional, por intereses trasnacionales y, en el peor de los casos, por grupos vinculados a las mafias que operan al margen de la ley.

“Los jesuitas en Paraguay queremos
tender puentes entre todos los sectores,
atendiendo especialmente a los más pobres,
que serán los más afectados
por las consecuencias de esta situación”.

Papel de la Iglesia

– ¿Qué papel ha jugado la Iglesia en todo este proceso?

– Esta situación ha generado y seguirá generando oposición e indignación entre sectores sociales, políticos, económicos y eclesiales que ponen en duda la legitimidad y validez del proceso de instauración del Gobierno de Franco, así como reacciones de adhesión y apoyo en los sectores sociales, políticos, económicos y eclesiales que validan y legitiman la destitución de Lugo. Así como para su postulación y elección en 2008 se vieron posturas encontradas entre obispos, sacerdotes, movimientos y grupos eclesiales, vuelven a aparecer hoy diferentes posicionamientos entre los católicos ante los nuevos acontecimientos. El problema radica, en parte, en la falta de madurez para encarar con apertura y pluralismo respetuoso un asunto político, que por su naturaleza pertenece al campo de lo opinable y no está sujeto a la disciplina eclesiástica, aunque el principal actor sea un exobispo de la Iglesia católica.

Álvaro Luna, provincial jesuitas Paraguay– Como miembro de la CONFERPAR, comprometida siempre con la suerte del pueblo, sobre todo de esos campesinos pobres y sin tierra, ¿qué espera del futuro?

– Este paso torcido no tiene vuelta atrás, a menos de un año de las elecciones generales. Por nuestra parte, nos disponemos a acompañar a la gente, a tender puentes entre todos los sectores, atendiendo especialmente a los más pobres, que serán los más afectados por las consecuencias de esta situación. Nos preocupa que sean criminalizadas la lucha por la tierra y las organizaciones sociales que reivindican estos derechos.

Creemos que siempre hay caminos para reconstruir la convivencia, pero vemos dificultoso y cuesta arriba el camino del diálogo y los acuerdos para restaurar una convivencia democrática herida cuando se polarizan las posturas detrás de discursos ideológicos, cuando se descalifican las opiniones contrarias, cuando se establecen actitudes intolerantes, cuando se etiqueta a las personas y a los grupos cerrando todo camino a la escucha respetuosa y al reconocimiento mutuo. No aprobamos la práctica de algunos sectores interesados en agudizar las diferencias, provocando situaciones de desgobierno, inestabilidad e incluso de violencia, con inconfesables intereses políticos y económicos.

Queremos colaborar en la reconstrucción de una convivencia que no solo creemos posible, sino que vemos como el camino para abrirnos a un futuro viable para nuestro pueblo, que incluya a todos y que esté marcado por el respeto a la justicia como verdadero y único camino para la paz.

En el nº 2.809 de Vida Nueva.

 

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